Louise Huber
La Astrología nos muestra varias formas
de verla. Una de ellas es la del Camino del Alma en cada encarnación para su
desarrollo y evolución, es el Sendero Espiritual del Espíritu.
El Alma está recorriendo el desafío de Capricornio.
Pertenece al Eje de individualización.
La Problemática que presenta es la del
individuo ante al colectivo
Pensamiento semilla que nutre y alcanza el Alma es:
«Perdido estoy en la luz suprema y a
esa luz doy la espalda.»
Representa el punto máximo del
desarrollo del ser humano y las metas espirituales más elevadas que éste puede
alcanzar. También simboliza el estadio final de un proceso de desarrollo y el
principio de un nuevo período. Bajo la perspectiva espiritual, indica el inicio
de un nuevo estado de conciencia.
En Capricornio, el signo de tierra, se añade
la energía de la voluntad. Aquí se comprueba la validez de las verdades
intuidas, contrastándolas con la realidad. Esas verdades se someten a un
proceso de fermentación y se incorporan al carácter.
Desde el punto de vista espiritual, el
signo de Capricornio es un símbolo de iniciación en la que, mediante la energía
de la voluntad, el ser humano obtiene poder y autoridad espiritual, y se libera
de las influencias ajenas y las presiones externas.
Este nivel de conciencia presupone la
existencia de capacidad de pensamiento independiente y la formulación de una
concepción del mundo y una ética propias.
Los textos esotéricos describen la
iniciación en Capricornio, manifestando una individualidad integrada y
completa, una individualidad que se sostiene por sí misma. La individualización
y el proceso de llegar a ser uno mismo dependen del buen funcionamiento de la
voluntad, ocasionando así la integración de la personalidad, la formación de
una nueva personalidad. Dirigida conscientemente, la fuerza de voluntad
estimula y desarrolla los talentos y capacidades potenciales, y elimina las
condiciones no deseadas hasta que, finalmente, aparece una forma más refinada y
perfeccionada, en auténtica sintonía con el verdadero yo interior.
Pero este proceso sólo puede tener
éxito si el individuo ha desarrollado su propio centro y se ha dado cuenta de
que él mismo es el portador de esta libre voluntad. Si el centro del individuo
es débil, la energía integradora y sintetizadora de la voluntad no consigue
ningún efecto y el proceso de toma de conciencia del propio yo no se produce.
El símbolo de Capricornio
Todo proceso de llegar a ser uno mismo
empieza con la construcción de un centro fuerte y resistente.
La fuerza de voluntad atrae, concentra,
centraliza, reúne y conserva lo que ha devenido. Moldea estructuras firmes,
duras y resistentes, y forma esencias.
Después esas energías de voluntad
concentradas le permiten conseguir unos efectos profundos y decisivos.
Características del tipo Capricornio
Capricornio aspira a alcanzar la cima
más alta de la existencia humana. Pero no se trata de hacerlo de hoy para
mañana: la preparación del ascenso tiene una gran importancia. Todo requiere su tiempo. Todo debe estar
esmeradamente planificado con antelación para que ningún imprevisto pueda interferir.
Después debe prestarse la máxima atención y cuidado en la ejecución.
Su lema es: «Lo que mucho dura, bien
acaba» (o, dicho de otro modo: «Para hacer las cosas bien hay que saber
esperar»).
Capricornio tiene una energía, una
tenacidad y unas ganas de trabajar inagotables (cualidades que le permiten llevar
a término tareas aparentemente imposibles, a pesar de las resistencias). Los
obstáculos lo estimulan a alcanzar metas más altas.
Una individualidad plenamente
consciente
Una persona que ha madurado hasta
llegar a ser una individualidad plenamente consciente no tiene necesidad de
este tipo de ayuda en forma de prestigio. Pone su personalidad fuerte y libre
al servicio del colectivo. Pero una autoridad que ha madurado hasta este nivel,
no ha llegado a este punto de liberación en su propio beneficio sino para servir
a sus semejantes. Una persona así resiste cualquier tipo de adoctrinamiento, no
cae en la irreflexiva repetición de las normas colectivas ni pretende alcanzar una
destacada posición social a toda costa. Su propia responsabilidad y la
perspectiva que le da su elevada posición lo conducen a buscar nuevas formas de
resolver los problemas de la humanidad. Se atreve a asumir el riesgo de la
individualidad sin prestar ninguna atención a la fama o a la posición mundana
porque puede actuar con la conciencia mundial a la que ha despertado.
Cuando Capricornio alcanza un alto
nivel de conciencia, no alardea de sus poderes, no se vuelve orgulloso y no se
pone por encima de los demás.
La autoridad madura
El saberse retirar del poder, la
habilidad de no hacer un mal uso del mismo y la capacidad de encontrarlo en la
autoridad interna y no en una posición externa destacada son síntomas de la
verdadera grandeza de una personalidad espiritualmente madura. Serenidad, tranquilidad
y bondad han sido, desde siempre, los indicadores de una autoridad vivida y
madurada desde el interior. Una autoridad así no se fundamenta en el poder
externo ni en el dinero sino en la fuerza interna de una personalidad humana
verdaderamente superior.
La auténtica autoridad se basa en su
propia irradiación y sin ningún tipo de manipulación externa. Quien alcanza
este punto de madurez interna puede utilizar su autoridad natural para ayudar a
los demás a alcanzar el máximo de sus posibilidades.
Experiencias cumbre
La persona que ha despertado
espiritualmente emprende un camino en el que pretende alcanzar la cumbre de sus
capacidades espirituales. Es un camino que se recorre en solitario y que va en
una dirección distinta a la que establecen las normas y los objetivos del
colectivo.
Una vez que ha alcanzado la cima, se
encuentra en plena luz, el Dador de la Ley, la ley del karma, cuando el amor,
la mente y la voluntad se unen en la persona de Cristo. Al mismo tiempo, Cristo
recibió la visión del Plan y supo lo que tenía que hacer.
Eje de individualización
En el proceso de iniciación, el ser
humano se encuentra inmerso en la polaridad entre el colectivo y la
individualidad y, debe llegar a unir estos dos polos en su interior. Esto significa
que, una vez que el individuo ha alcanzado el punto más alto de la experiencia
de sí mismo, debe regresar de nuevo a la humanidad, debe volver a bajar al
colectivo.
Estos dos polos también simbolizan la
polaridad padre/madre que, en la experiencia de individualización o en la
iniciación, se funden en una unidad.
En los días de Navidad celebramos el
nacimiento de Cristo y en este período existe la oportunidad de que se produzca
el renacimiento espiritual interior que inicia al ser humano a los misterios de
la vida.
En medio de la tremenda experiencia de
soledad despierta la voluntad de estar unido a los demás porque, en la seca
frialdad de la «unidad aislada», el corazón anhela calor y amor. Si el anhelo
de unión y de pertenencia es suficientemente fuerte, resquebrajará las paredes y
romperá el orgullo que está aislado en su propia amargura. Una vez que se ha
experimentado el dolor de esa soledad, el amor despierta de nuevo en el
corazón.
Podemos escapar de la fortaleza
construida por el yo y liberarnos de nuestro aislamiento, nuestra amargura y
nuestra frialdad interior, para empezar de nuevo el camino de la búsqueda del
más precioso bien humano: el amor. Debemos darnos cuenta de que, sin amor, sólo
seríamos robots inteligentes, pero, para llegar a comprenderlo, tenemos que atravesar
experiencias de soledad con cierta frecuencia.
En Capricornio tienen lugar tres
experiencias: la del valle, la del llano y la de la cumbre o transfiguración.
En Capricornio, el ser humano tiene los pies en el suelo, pero, al mismo
tiempo, puede moverse libremente y escalar hasta las alturas de la ambición
mundana o de la aspiración espiritual. Una vez en la cumbre, cuando ya ha
alcanzado sus deseos y la expansión ha llegado a su punto más alto, se forma la
piel para conservar lo que ha devenido. Se origina una forma pulida y dura que
es la fase final del proceso de desarrollo. Éste es el símbolo de una
personalidad completa y de una individualidad plenamente consciente, a través
de la cual actúa el alma, y que se debe ofrecer a la luz interior, al Plan o al
servicio a la humanidad.
Esta transformación se llama «la
transfiguración de la montaña», conduciendo al ser humano a una nueva
conciencia de sí mismo y de su propósito en la vida como parte del Plan.
En el plano espiritual, esto se pone de
manifiesto en la soledad de una unidad individual completa. Si quiere penetrar
en lo esencial, es decir, si quiere llegar al verdadero yo, debe conseguir que
la forma que ha construido sea transparente y debe ser capaz de romper el
caparazón.
Una vez aprendidas las lecciones,
superadas las pruebas y pagadas las deudas, se nos abre la puerta hacia una
conciencia superior.
Capricornio también simboliza la finalización
de un proceso.
Esotéricamente recibe el nombre de
signo de «la detención periódica» porque no se puede ascender más allá. Para
realizar un nuevo intento, el ser humano debe descender de nuevo al «valle de
la vida».
El pensamiento semilla esotérico de
Capricornio
«Perdido estoy en la luz suprema y a
esa luz doy la espalda».
Como vemos, la crisis consiste en
abandonar la cima aparentemente alcanzada para llevar la luz que allí se ha
vislumbrado a los seres humanos y mostrarles el camino hacia la cumbre. Por lo
tanto, durante el mes de Capricornio debemos proponernos con gran determinación
no quedarnos nunca en la posición alcanzada creyendo que hemos logrado o
cumplido todo lo que debíamos hacer, sino que, siguiendo voluntariamente las
energías rítmicas de la vida, debemos descender de nuevo para transmitir el
conocimiento y la luz encontrados a los demás. Podemos desarrollar nuestra
voluntad empleándola en beneficio de la humanidad. Debemos sentirnos llamados a
trabajar para la eliminación de las situaciones precarias que encontremos en
nuestro camino.
La responsabilidad
Cuando un ser humano llega a la
autorrealización, despierta a la conciencia mundial. Entonces, el alma actúa a
través de la personalidad integrada y la persona siempre piensa y actúa según
amplios criterios de unidad. Una personalidad transfigurada que permite el paso
de la irradiación del alma o una persona consciente de sí misma ya no puede
decir: «Esto no tiene nada que ver conmigo, ¡que se encarguen otros!». No,
entonces debe cooperar con el Plan de evolución y asumir responsabilidades hacia
la comunidad y la globalidad. Debemos aplicar nuestra pequeña fuerza de
voluntad con alegría y entusiasmo para el establecimiento de las correctas relaciones
humanas y para la implantación de los derechos humanos.
La voluntad
Desde el punto de vista esotérico, el
empleo de la energía espiritual de la voluntad conduce a no caer en el
endurecimiento egoísta del yo y a asumir la responsabilidad de prestar servicio
a los demás. Debe bajar de su trono por iniciativa propia. Debe utilizar su voluntad
para el bien de la comunidad. Debe aceptar voluntariamente el proceso de
transformación interna que se produce en medio de la más profunda
desesperación.
El individuo evolucionado y consciente
se inicia a sí mismo.
Capricornio activa su voluntad y la
dirige hacia los objetivos seleccionados. Que esos objetivos sean buenos o malos
depende de su nivel de desarrollo, su ética y su visión. Con su voluntad apunta
a un objetivo determinado y concentra todas sus fuerzas en realizar una acción inteligente.
Desde una perspectiva espiritual, en
Capricornio se activan el impulso espiritual del alma, el impulso a la
autorrealización y la aspiración hacia la individualidad, y ponen en marcha los
poderes creativos de la voluntad.
Si la voluntad se libera del miedo
instintivo, la persona se supera a sí misma y es capaz de alcanzar logros
extraordinarios.
Para que la voluntad despierte, debe
alcanzarse una masa crítica, debe llegarse a una culminación del potencial
energético. Entonces, emanando directamente desde el centro del ser, se produce
la irrupción de la energía de la voluntad que posibilita la acción individual.
Antes del despertar de la voluntad o
del despertar del ser, o antes de la iniciación, el ser humano debe pasar una
crisis en la que no tenga otra opción que ir hacia delante. Por lo general, las
personas que viven sin reflexionar sobre sus propias vidas necesitan de un
golpe del destino para recobrar el sentido. Por lo tanto, debemos tener una
actitud positiva ante las crisis, puesto que siempre conllevan una oportunidad de
crecimiento.
Las crisis de Capricornio
La vivencia de «sentirse abandonado por
todos», de encontrarse aislado en una posición elevada alejado de la bulliciosa
actividad mundana y de estar completamente solo, es algo que debe
experimentarse en toda profundidad y que constituye una de las experiencias más
importantes, puesto que lo llevan a la necesaria transformación interior.
Esotéricamente, esta experiencia se llama «la noche oscura del alma».
La soledad nos hace conscientes de que
nos necesitamos los unos a los otros y de que no podemos vivir solos. Pero,
para poder participar de las reconfortantes fuerzas de la vida en común,
debemos volvernos humildes, debemos descender de nuestro trono y buscar el contacto
humano. Al hacerlo nos daremos cuenta de que no sacrificamos nada sino todo lo
contrario. Debemos superarnos, romper los muros construidos por el yo y entrar
en una nueva conciencia.
Normalmente se llega a la conclusión de
que, en última instancia, el éxito alcanzado en el mundo no es ninguna ayuda
para superar la soledad y la necesidad interior. Pérdidas, enfermedades y algún
que otro golpe del destino se encargan de poner de manifiesto la transitoriedad
del éxito material, y sólo después de dedicarse firmemente a los valores espirituales
se recupera la felicidad.
Las rodillas y la iniciación
Capricornio rige las rodillas. Cuando Capricornio
ha aprendido a arrodillarse con toda humildad y, de rodillas en la cumbre de la
montaña rocosa, ofrece su corazón y su vida al alma y al servicio de la humanidad,
entonces puede pasar la «puerta de la iniciación» y se le confían los secretos
de la vida.
Con el corazón lleno de amor, debe
descender de nuevo al valle de la vida, en donde debe actuar como ejemplo y
como líder, para inducir a los demás a desarrollar una personalidad responsable
y respetuosa, y dirigirlos hacia la cima de la iniciación.
La transformación de la motivación
En este proceso hay tres elementos
importantes: en primer lugar, la correcta motivación ante la vida, en segundo lugar,
la adecuada utilización de las energías de la voluntad y, en tercer lugar, la
dedicación de la personalidad a metas éticas y humanitarias, tras haber dejado de
tener sentido cualquier meta egoísta.
Sólo podrá continuar su desarrollo si también
hace algo para los demás. Por lo tanto, debe abrirse al amor universal y
divino. De este modo estará trabajando en armonía con las leyes de la evolución.
Entonces, la bendición y la abundancia de todo el universo lo colman y lo
capacitan
para ofrecer un verdadero servicio a la
humanidad.
La luz interior: la conciencia crística
Esta luz interior que se ha anhelado
desde siempre encuentra su expresión simbólica en el nacimiento de Cristo.
En este período de cambio que es el
solsticio, con la meditación podemos cultivar nuestra esfera de pensamiento, en
la esperanza de que en nosotros crezcan la fe y la fortaleza necesarias para
orientarnos mucho más hacia nuestro interior que en nuestro alrededor.
La fuerza transformadora de la
conciencia crística reside en el reconocimiento del poder universal del
corazón.
Esto exige un control continuo de las
fuerzas mentales y emocionales, de forma que no puedan prosperar los
pensamientos oscuros ni el descontento. Debemos sintonizar con lo que surge
lleno de convicción, desde lo más profundo de nuestro corazón, transmitiendo alegría
y felicidad tanto hacia nosotros como hacia los demás. La voluntad unida al
amor es verdaderamente la energía que produce «una mayor abundancia»
dondequiera que se aplique con propiedad, abriendo en nosotros y a nuestro
alrededor inagotables fuentes de vida.
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