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31 de diciembre de 2024

El Sendero Espiritual del hombre por los signos del zodíaco


Louise Huber

La Astrología nos muestra varias formas de verla. Una de ellas es la del Camino del Alma en cada encarnación para su desarrollo y evolución, es el Sendero Espiritual del Espíritu.

El Alma está recorriendo el desafío de Capricornio.

Pertenece al Eje de individualización.

La Problemática que presenta es la del individuo ante al colectivo

Pensamiento semilla que nutre y alcanza el Alma es:

«Perdido estoy en la luz suprema y a esa luz doy la espalda.»

Representa el punto máximo del desarrollo del ser humano y las metas espirituales más elevadas que éste puede alcanzar. También simboliza el estadio final de un proceso de desarrollo y el principio de un nuevo período. Bajo la perspectiva espiritual, indica el inicio de un nuevo estado de conciencia.

En Capricornio, el signo de tierra, se añade la energía de la voluntad. Aquí se comprueba la validez de las verdades intuidas, contrastándolas con la realidad. Esas verdades se someten a un proceso de fermentación y se incorporan al carácter.

Desde el punto de vista espiritual, el signo de Capricornio es un símbolo de iniciación en la que, mediante la energía de la voluntad, el ser humano obtiene poder y autoridad espiritual, y se libera de las influencias ajenas y las presiones externas.

Este nivel de conciencia presupone la existencia de capacidad de pensamiento independiente y la formulación de una concepción del mundo y una ética propias.

Los textos esotéricos describen la iniciación en Capricornio, manifestando una individualidad integrada y completa, una individualidad que se sostiene por sí misma. La individualización y el proceso de llegar a ser uno mismo dependen del buen funcionamiento de la voluntad, ocasionando así la integración de la personalidad, la formación de una nueva personalidad. Dirigida conscientemente, la fuerza de voluntad estimula y desarrolla los talentos y capacidades potenciales, y elimina las condiciones no deseadas hasta que, finalmente, aparece una forma más refinada y perfeccionada, en auténtica sintonía con el verdadero yo interior.

Pero este proceso sólo puede tener éxito si el individuo ha desarrollado su propio centro y se ha dado cuenta de que él mismo es el portador de esta libre voluntad. Si el centro del individuo es débil, la energía integradora y sintetizadora de la voluntad no consigue ningún efecto y el proceso de toma de conciencia del propio yo no se produce.

El símbolo de Capricornio

Todo proceso de llegar a ser uno mismo empieza con la construcción de un centro fuerte y resistente.

La fuerza de voluntad atrae, concentra, centraliza, reúne y conserva lo que ha devenido. Moldea estructuras firmes, duras y resistentes, y forma esencias.

Después esas energías de voluntad concentradas le permiten conseguir unos efectos profundos y decisivos.

Características del tipo Capricornio

Capricornio aspira a alcanzar la cima más alta de la existencia humana. Pero no se trata de hacerlo de hoy para mañana: la preparación del ascenso tiene una gran importancia. Todo  requiere su tiempo. Todo debe estar esmeradamente planificado con antelación para que ningún imprevisto pueda interferir. Después debe prestarse la máxima atención y cuidado en la ejecución.

Su lema es: «Lo que mucho dura, bien acaba» (o, dicho de otro modo: «Para hacer las cosas bien hay que saber esperar»).

Capricornio tiene una energía, una tenacidad y unas ganas de trabajar inagotables (cualidades que le permiten llevar a término tareas aparentemente imposibles, a pesar de las resistencias). Los obstáculos lo estimulan a alcanzar metas más altas.

Una individualidad plenamente consciente

Una persona que ha madurado hasta llegar a ser una individualidad plenamente consciente no tiene necesidad de este tipo de ayuda en forma de prestigio. Pone su personalidad fuerte y libre al servicio del colectivo. Pero una autoridad que ha madurado hasta este nivel, no ha llegado a este punto de liberación en su propio beneficio sino para servir a sus semejantes. Una persona así resiste cualquier tipo de adoctrinamiento, no cae en la irreflexiva repetición de las normas colectivas ni pretende alcanzar una destacada posición social a toda costa. Su propia responsabilidad y la perspectiva que le da su elevada posición lo conducen a buscar nuevas formas de resolver los problemas de la humanidad. Se atreve a asumir el riesgo de la individualidad sin prestar ninguna atención a la fama o a la posición mundana porque puede actuar con la conciencia mundial a la que ha despertado.

Cuando Capricornio alcanza un alto nivel de conciencia, no alardea de sus poderes, no se vuelve orgulloso y no se pone por encima de los demás.

La autoridad madura

El saberse retirar del poder, la habilidad de no hacer un mal uso del mismo y la capacidad de encontrarlo en la autoridad interna y no en una posición externa destacada son síntomas de la verdadera grandeza de una personalidad espiritualmente madura. Serenidad, tranquilidad y bondad han sido, desde siempre, los indicadores de una autoridad vivida y madurada desde el interior. Una autoridad así no se fundamenta en el poder externo ni en el dinero sino en la fuerza interna de una personalidad humana verdaderamente superior.

La auténtica autoridad se basa en su propia irradiación y sin ningún tipo de manipulación externa. Quien alcanza este punto de madurez interna puede utilizar su autoridad natural para ayudar a los demás a alcanzar el máximo de sus posibilidades.

Experiencias cumbre

La persona que ha despertado espiritualmente emprende un camino en el que pretende alcanzar la cumbre de sus capacidades espirituales. Es un camino que se recorre en solitario y que va en una dirección distinta a la que establecen las normas y los objetivos del colectivo.

Una vez que ha alcanzado la cima, se encuentra en plena luz, el Dador de la Ley, la ley del karma, cuando el amor, la mente y la voluntad se unen en la persona de Cristo. Al mismo tiempo, Cristo recibió la visión del Plan y supo lo que tenía que hacer.

Eje de individualización

En el proceso de iniciación, el ser humano se encuentra inmerso en la polaridad entre el colectivo y la individualidad y, debe llegar a unir estos dos polos en su interior. Esto significa que, una vez que el individuo ha alcanzado el punto más alto de la experiencia de sí mismo, debe regresar de nuevo a la humanidad, debe volver a bajar al colectivo.

Estos dos polos también simbolizan la polaridad padre/madre que, en la experiencia de individualización o en la iniciación, se funden en una unidad.

En los días de Navidad celebramos el nacimiento de Cristo y en este período existe la oportunidad de que se produzca el renacimiento espiritual interior que inicia al ser humano a los misterios de la vida.

En medio de la tremenda experiencia de soledad despierta la voluntad de estar unido a los demás porque, en la seca frialdad de la «unidad aislada», el corazón anhela calor y amor. Si el anhelo de unión y de pertenencia es suficientemente fuerte, resquebrajará las paredes y romperá el orgullo que está aislado en su propia amargura. Una vez que se ha experimentado el dolor de esa soledad, el amor despierta de nuevo en el corazón.

Podemos escapar de la fortaleza construida por el yo y liberarnos de nuestro aislamiento, nuestra amargura y nuestra frialdad interior, para empezar de nuevo el camino de la búsqueda del más precioso bien humano: el amor. Debemos darnos cuenta de que, sin amor, sólo seríamos robots inteligentes, pero, para llegar a comprenderlo, tenemos que atravesar experiencias de soledad con cierta frecuencia.

En Capricornio tienen lugar tres experiencias: la del valle, la del llano y la de la cumbre o transfiguración. En Capricornio, el ser humano tiene los pies en el suelo, pero, al mismo tiempo, puede moverse libremente y escalar hasta las alturas de la ambición mundana o de la aspiración espiritual. Una vez en la cumbre, cuando ya ha alcanzado sus deseos y la expansión ha llegado a su punto más alto, se forma la piel para conservar lo que ha devenido. Se origina una forma pulida y dura que es la fase final del proceso de desarrollo. Éste es el símbolo de una personalidad completa y de una individualidad plenamente consciente, a través de la cual actúa el alma, y que se debe ofrecer a la luz interior, al Plan o al servicio a la humanidad.

Esta transformación se llama «la transfiguración de la montaña», conduciendo al ser humano a una nueva conciencia de sí mismo y de su propósito en la vida como parte del Plan.

En el plano espiritual, esto se pone de manifiesto en la soledad de una unidad individual completa. Si quiere penetrar en lo esencial, es decir, si quiere llegar al verdadero yo, debe conseguir que la forma que ha construido sea transparente y debe ser capaz de romper el caparazón.

Una vez aprendidas las lecciones, superadas las pruebas y pagadas las deudas, se nos abre la puerta hacia una conciencia superior.

Capricornio también simboliza la finalización de un proceso.

Esotéricamente recibe el nombre de signo de «la detención periódica» porque no se puede ascender más allá. Para realizar un nuevo intento, el ser humano debe descender de nuevo al «valle de la vida».

El pensamiento semilla esotérico de Capricornio

«Perdido estoy en la luz suprema y a esa luz doy la espalda».

Como vemos, la crisis consiste en abandonar la cima aparentemente alcanzada para llevar la luz que allí se ha vislumbrado a los seres humanos y mostrarles el camino hacia la cumbre. Por lo tanto, durante el mes de Capricornio debemos proponernos con gran determinación no quedarnos nunca en la posición alcanzada creyendo que hemos logrado o cumplido todo lo que debíamos hacer, sino que, siguiendo voluntariamente las energías rítmicas de la vida, debemos descender de nuevo para transmitir el conocimiento y la luz encontrados a los demás. Podemos desarrollar nuestra voluntad empleándola en beneficio de la humanidad. Debemos sentirnos llamados a trabajar para la eliminación de las situaciones precarias que encontremos en nuestro camino.

La responsabilidad

Cuando un ser humano llega a la autorrealización, despierta a la conciencia mundial. Entonces, el alma actúa a través de la personalidad integrada y la persona siempre piensa y actúa según amplios criterios de unidad. Una personalidad transfigurada que permite el paso de la irradiación del alma o una persona consciente de sí misma ya no puede decir: «Esto no tiene nada que ver conmigo, ¡que se encarguen otros!». No, entonces debe cooperar con el Plan de evolución y asumir responsabilidades hacia la comunidad y la globalidad. Debemos aplicar nuestra pequeña fuerza de voluntad con alegría y entusiasmo para el establecimiento de las correctas relaciones humanas y para la implantación de los derechos humanos.

La voluntad

Desde el punto de vista esotérico, el empleo de la energía espiritual de la voluntad conduce a no caer en el endurecimiento egoísta del yo y a asumir la responsabilidad de prestar servicio a los demás. Debe bajar de su trono por iniciativa propia. Debe utilizar su voluntad para el bien de la comunidad. Debe aceptar voluntariamente el proceso de transformación interna que se produce en medio de la más profunda desesperación.

El individuo evolucionado y consciente se inicia a sí mismo.

Capricornio activa su voluntad y la dirige hacia los objetivos seleccionados. Que esos objetivos sean buenos o malos depende de su nivel de desarrollo, su ética y su visión. Con su voluntad apunta a un objetivo determinado y concentra todas sus fuerzas en realizar una acción inteligente.

Desde una perspectiva espiritual, en Capricornio se activan el impulso espiritual del alma, el impulso a la autorrealización y la aspiración hacia la individualidad, y ponen en marcha los poderes creativos de la voluntad.

Si la voluntad se libera del miedo instintivo, la persona se supera a sí misma y es capaz de alcanzar logros extraordinarios.

Para que la voluntad despierte, debe alcanzarse una masa crítica, debe llegarse a una culminación del potencial energético. Entonces, emanando directamente desde el centro del ser, se produce la irrupción de la energía de la voluntad que posibilita la acción individual.

Antes del despertar de la voluntad o del despertar del ser, o antes de la iniciación, el ser humano debe pasar una crisis en la que no tenga otra opción que ir hacia delante. Por lo general, las personas que viven sin reflexionar sobre sus propias vidas necesitan de un golpe del destino para recobrar el sentido. Por lo tanto, debemos tener una actitud positiva ante las crisis, puesto que siempre conllevan una oportunidad de crecimiento.

Las crisis de Capricornio

La vivencia de «sentirse abandonado por todos», de encontrarse aislado en una posición elevada alejado de la bulliciosa actividad mundana y de estar completamente solo, es algo que debe experimentarse en toda profundidad y que constituye una de las experiencias más importantes, puesto que lo llevan a la necesaria transformación interior. Esotéricamente, esta experiencia se llama «la noche oscura del alma».

La soledad nos hace conscientes de que nos necesitamos los unos a los otros y de que no podemos vivir solos. Pero, para poder participar de las reconfortantes fuerzas de la vida en común, debemos volvernos humildes, debemos descender de nuestro trono y buscar el contacto humano. Al hacerlo nos daremos cuenta de que no sacrificamos nada sino todo lo contrario. Debemos superarnos, romper los muros construidos por el yo y entrar en una nueva conciencia.

Normalmente se llega a la conclusión de que, en última instancia, el éxito alcanzado en el mundo no es ninguna ayuda para superar la soledad y la necesidad interior. Pérdidas, enfermedades y algún que otro golpe del destino se encargan de poner de manifiesto la transitoriedad del éxito material, y sólo después de dedicarse firmemente a los valores espirituales se recupera la felicidad.

Las rodillas y la iniciación

Capricornio rige las rodillas. Cuando Capricornio ha aprendido a arrodillarse con toda humildad y, de rodillas en la cumbre de la montaña rocosa, ofrece su corazón y su vida al alma y al servicio de la humanidad, entonces puede pasar la «puerta de la iniciación» y se le confían los secretos de la vida.

Con el corazón lleno de amor, debe descender de nuevo al valle de la vida, en donde debe actuar como ejemplo y como líder, para inducir a los demás a desarrollar una personalidad responsable y respetuosa, y dirigirlos hacia la cima de la iniciación.

La transformación de la motivación

En este proceso hay tres elementos importantes: en primer lugar, la correcta motivación ante la vida, en segundo lugar, la adecuada utilización de las energías de la voluntad y, en tercer lugar, la dedicación de la personalidad a metas éticas y humanitarias, tras haber dejado de tener sentido cualquier meta egoísta.

Sólo podrá continuar su desarrollo si también hace algo para los demás. Por lo tanto, debe abrirse al amor universal y divino. De este modo estará trabajando en armonía con las leyes de la evolución. Entonces, la bendición y la abundancia de todo el universo lo colman y lo capacitan

para ofrecer un verdadero servicio a la humanidad.

La luz interior: la conciencia crística

Esta luz interior que se ha anhelado desde siempre encuentra su expresión simbólica en el nacimiento de Cristo.

En este período de cambio que es el solsticio, con la meditación podemos cultivar nuestra esfera de pensamiento, en la esperanza de que en nosotros crezcan la fe y la fortaleza necesarias para orientarnos mucho más hacia nuestro interior que en nuestro alrededor.

La fuerza transformadora de la conciencia crística reside en el reconocimiento del poder universal del corazón.

Esto exige un control continuo de las fuerzas mentales y emocionales, de forma que no puedan prosperar los pensamientos oscuros ni el descontento. Debemos sintonizar con lo que surge lleno de convicción, desde lo más profundo de nuestro corazón, transmitiendo alegría y felicidad tanto hacia nosotros como hacia los demás. La voluntad unida al amor es verdaderamente la energía que produce «una mayor abundancia» dondequiera que se aplique con propiedad, abriendo en nosotros y a nuestro alrededor inagotables fuentes de vida.

 

 

 

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