Los neurocientíficos han llegado a la conclusión de que el cerebro de cada persona es diferente y único. Es cierto que existen estructuras y funciones comunes, pero la forma en que estas áreas de nuestro cerebro se interconectan y funcionan varía enormemente de una persona a otra. Al igual que los copos de nieve, no hay dos cerebros exactamente iguales.
Por lo tanto, nuestras percepciones del mundo también son exclusivamente personales. Dos personas que escuchan la misma pieza musical o una obra sonora pueden tener fácilmente respuestas diferentes. Y estas respuestas tan personales se basan en cómo sus cerebros procesan el sonido, así como en sus sentidos de identidad personal (basados en la experiencia de vida y las creencias culturales).
Todos tenemos nuestros propios gustos
en cuanto a sonido y música, pero lo que estoy diciendo es algo más que una
simple preferencia: tiene que ver con la forma en que entendemos nuestra
percepción de la realidad.
Puede que para algunos parezca un
concepto extraño, es decir, que creamos nuestras percepciones de la realidad.
Pero para mí, que he trabajado con estados alterados de conciencia durante
muchos años, la idea es evidente si miramos más allá de la superficie.
Tomemos como ejemplo nuestra
percepción del tiempo. Nuestra tecnocultura occidental sostiene la opinión
consensuada de que el tiempo opera independientemente de nuestra propia
percepción. Y si bien esto es cierto en el caso del tiempo del reloj (es decir,
el tiempo mecanicista), no es tan cierto en el caso de nuestra percepción
personal del tiempo (biológica y psicológica).
Por ejemplo, si estás en una
conferencia o haciendo algo que te ocupa toda la atención, el tiempo “pasa
volando”, como dice el dicho. Pero si la tarea es aburrida y no te ocupa la
mente, entonces “el tiempo pasa lentamente”.
Existe otra área de la experiencia
humana en la que la percepción del tiempo puede verse alterada
significativamente: los sueños. Durante la actividad onírica, el cerebro
produce mucha actividad theta y delta, que son ondas lentas. Cuando surgen
estos tipos de ondas lentas, existe una tendencia a que nuestro foco de
atención se desplace hacia el interior. Nuestra percepción del mundo
externo y nuestro sentido del tiempo y del espacio se alteran, y los mundos
internos de nuestra percepción tienden a volverse más vívidos.
Los sueños pueden ser sumamente
inusuales, irracionales y, a menudo, alteran la naturaleza del tiempo
percibido. Por ejemplo, es posible que veas un reloj en tu sueño y que este
reloj comience a actuar de manera irracional. Sus manecillas pueden comenzar a
girar hacia atrás, lo que indica que el sueño te está llevando atrás en el
tiempo. O las manecillas pueden girar hacia adelante más rápido de lo normal,
lo que indica que estás avanzando en el tiempo. Un suceso de este tipo en la
“vida real” nos haría buscar qué estaba causando el mal funcionamiento del
reloj. Pero en los sueños, este tipo de rarezas generalmente se aceptan como
parte de la naturaleza de la realidad onírica.
Si meditas con regularidad o
practicas alguna forma de atención interior, entonces sospecho que habrás
experimentado otra forma de percepción alterada por el tiempo. No
es raro que los meditadores digan que su percepción del tiempo se acelera, se
ralentiza o, en algunos casos, se suspende por completo.
Curiosamente, la percepción de
que el tiempo se detiene suele ir acompañada de una suspensión
temporal de la respiración. Por un momento, la persona deja de respirar. Y en
esta ventana de quietud suelen producirse todo tipo de fenómenos mentales
interesantes y no ordinarios. Los yoguis y yoguinis de todas las principales
tradiciones describen este estado único del cuerpo y la mente, que a menudo se
denomina Samadhi en la tradición yóguica hindú.
Tom Kenyon
https://tomkenyon.com/quienes-son-los-hathors
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