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15 de diciembre de 2024

La relatividad de la percepción

Los neurocientíficos han llegado a la conclusión de que el cerebro de cada persona es diferente y único. Es cierto que existen estructuras y funciones comunes, pero la forma en que estas áreas de nuestro cerebro se interconectan y funcionan varía enormemente de una persona a otra. Al igual que los copos de nieve, no hay dos cerebros exactamente iguales.

Por lo tanto, nuestras percepciones del mundo también son exclusivamente personales. Dos personas que escuchan la misma pieza musical o una obra sonora pueden tener fácilmente respuestas diferentes. Y estas respuestas tan personales se basan en cómo sus cerebros procesan el sonido, así como en sus sentidos de identidad personal (basados ​​en la experiencia de vida y las creencias culturales).

Todos tenemos nuestros propios gustos en cuanto a sonido y música, pero lo que estoy diciendo es algo más que una simple preferencia: tiene que ver con la forma en que entendemos nuestra percepción de la realidad.

Puede que para algunos parezca un concepto extraño, es decir, que creamos nuestras percepciones de la realidad. Pero para mí, que he trabajado con estados alterados de conciencia durante muchos años, la idea es evidente si miramos más allá de la superficie.

Tomemos como ejemplo nuestra percepción del tiempo. Nuestra tecnocultura occidental sostiene la opinión consensuada de que el tiempo opera independientemente de nuestra propia percepción. Y si bien esto es cierto en el caso del tiempo del reloj (es decir, el tiempo mecanicista), no es tan cierto en el caso de nuestra percepción personal del tiempo (biológica y psicológica).

Por ejemplo, si estás en una conferencia o haciendo algo que te ocupa toda la atención, el tiempo “pasa volando”, como dice el dicho. Pero si la tarea es aburrida y no te ocupa la mente, entonces “el tiempo pasa lentamente”.

Existe otra área de la experiencia humana en la que la percepción del tiempo puede verse alterada significativamente: los sueños. Durante la actividad onírica, el cerebro produce mucha actividad theta y delta, que son ondas lentas. Cuando surgen estos tipos de ondas lentas, existe una tendencia a que nuestro foco de atención se desplace hacia el interior. Nuestra percepción del mundo externo y nuestro sentido del tiempo y del espacio se alteran, y los mundos internos de nuestra percepción tienden a volverse más vívidos.

Los sueños pueden ser sumamente inusuales, irracionales y, a menudo, alteran la naturaleza del tiempo percibido. Por ejemplo, es posible que veas un reloj en tu sueño y que este reloj comience a actuar de manera irracional. Sus manecillas pueden comenzar a girar hacia atrás, lo que indica que el sueño te está llevando atrás en el tiempo. O las manecillas pueden girar hacia adelante más rápido de lo normal, lo que indica que estás avanzando en el tiempo. Un suceso de este tipo en la “vida real” nos haría buscar qué estaba causando el mal funcionamiento del reloj. Pero en los sueños, este tipo de rarezas generalmente se aceptan como parte de la naturaleza de la realidad onírica.

Si meditas con regularidad o practicas alguna forma de atención interior, entonces sospecho que habrás experimentado otra forma de percepción alterada por el tiempo. No es raro que los meditadores digan que su percepción del tiempo se acelera, se ralentiza o, en algunos casos, se suspende por completo.

Curiosamente, la percepción de que el tiempo se detiene suele ir acompañada de una suspensión temporal de la respiración. Por un momento, la persona deja de respirar. Y en esta ventana de quietud suelen producirse todo tipo de fenómenos mentales interesantes y no ordinarios. Los yoguis y yoguinis de todas las principales tradiciones describen este estado único del cuerpo y la mente, que a menudo se denomina Samadhi en la tradición yóguica hindú.

Tom Kenyon

https://tomkenyon.com/quienes-son-los-hathors

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