Hay una recopilación de varias enseñanzas de una gran alma que vivió y fue
asesinada durante el Holocausto. No contiene enseñanzas sobre cada una de las
porciones, así que no muy a menudo tengo la oportunidad de estudiar de allí.
Pero Vayishlaj es una de las porciones de la recopilación y me emociona poder
compartir su enseñanza con ustedes.
La mayoría de nosotros conoce la historia; Yaakov, tras haber vivido muchos años con su suegro, Laván, recibe un mensaje del Creador: le dice que es el momento de regresar a la casa de sus padres. Cuando iba en camino, descubrió que su hermano, Esav, venía a hacerle daño y probablemente a asesinarlo a él y a su familia. Por eso, Vayishlaj
comienza con la frase que dice que Yaakov “envió ángeles”. Esta terminología (la palabra “ángel”) no se ve a menudo en la Torá. Hay una discusión entre comentaristas sobre si literalmente envió ángeles o si simplemente quiere decir que Yaakov envió mensajeros o personas. Rashí, el gran kabbalista y comentarista, dice que Yaakov en realidad llamó ángeles de los Cielos para que fueran a hablar con los soldados de Esav que iban a asesinarlo.Sabemos
que ninguno de estos relatos es histórico, sino más bien son secretos y
entendimientos que necesitamos hoy. Entonces, ¿cuál es el secreto en esto? Esta
enseñanza estipula que podemos entender este versículo y el secreto del
concepto del envío de ángeles por parte de Yaakov ya que tienen que ver con
nuestro trabajo espiritual. ¿Cuál es el deseo máximo y supremo del Creador para
nosotros? ¿Qué es lo que la Luz del Creador realmente desea para nosotros y de
nosotros? Algunos podríamos pensar que la respuesta es trabajo espiritual,
oraciones y conexiones… pero, esta enseñanza dice que no; lo principal, lo más
importante que el Creador desea para nosotros no es el trabajo espiritual que
vemos en la forma de acciones espirituales, estudio o conexiones. Más bien, se
trata de tener la capacidad de elevar la fisicalidad.
Los
kabbalistas suelen hablar de esto. El alma no tiene que descender al mundo
físico para hacer el trabajo espiritual y las acciones de conexión espiritual
que pueden ocurrir en los Mundos Superiores, ya sea orar, estudiar o incluso
compartir. El enfoque principal de nuestro trabajo no deben ser las acciones
espirituales que pueden ser hechas en los Mundos Superiores también, sino
elevar lo físico; este es el beneficio de enviar el alma al cuerpo físico, al
mundo físico.
Entonces,
primero, hace una afirmación muy importante para que la entendamos todos
nosotros: el enfoque central de nuestro trabajo no debe ser sólo el trabajo
espiritual como lo vemos en las conexiones, el estudio, la oración o en las
acciones de compartir, sino con el objetivo de elevar lo físico. ¿Cómo lo
hacemos? Inyectando la Luz del Creador en toda la fisicalidad de este mundo.
Por
ejemplo, cuando una persona come, la pregunta es: ¿por qué está comiendo? Si
come simplemente porque quiere disfrutar la fisicalidad de comer, ese es un
tipo de conciencia. El otro tipo de conciencia es: “Estoy comiendo esto, estoy
bebiendo esto o estoy disfrutando esto del mundo físico para poder tener una
capacidad y habilidad más grande para conectar con la Luz del Creador”. Cuando
una persona vive su vida de este modo —lo cual significa que en todo lo físico
que participa entiende e inyecta la conciencia de que la razón por la que está
disfrutando esta comida, bebida o espacio físico es porque pidió que todo eso
le diera una mayor fortaleza y felicidad para poder conectarse con la Luz del
Creador—, entonces ese es el propósito principal de su trabajo espiritual.
Este
entendimiento de que el propósito del trabajo espiritual en realidad no es lo
espiritual, sino que consiste en la capacidad de inyectarle la Luz del Creador
a toda la fisicalidad, podría ser un vuelco para algunos de nosotros. Por eso
estamos en este mundo porque, de lo contrario —y es importante entender esto—,
no tendríamos un propósito para estar aquí, ya que el trabajo espiritual puede
hacerse en el mundo espiritual. El propósito de ser enviados a este mundo es
que podamos inyectar la Luz del Creador en lo físico. Lo hacemos a través de la
conciencia. Lo hacemos a través del uso y la recepción conscientes de lo
físico.
Hay
una enseñanza del estudiante del Baal Shem Tov, el Maguid de Metzritch. Algunas
veces encontramos en el Zóhar una sección poética, pero muy difícil de
entender. Una de esas secciones está al inicio de la porción Mishpatim en el
Zóhar, específicamente en el párrafo 15.
Hay
un pasaje llamado Saba de Mishpatim, en el que un sabio anciano
revela los secretos de la reencarnación. Habla del trabajo de este mundo y
termina con una frase que dice que nuestro trabajo es cubrir la Shejiná o
lo que llamamos nuestra madre, nuestra protectora, con cosas hermosas
“inexistentes” o que “no tienen existencia”. Ese es el propósito de nuestro
trabajo, el Saba de Mishpatim, el anciano sabio revela:
cubrir, despertar y preparar las cosas hermosas que no tienen existencia.
Así
pues, el Maguid de Metzritch explica el secreto de esa sección en el Zóhar al
decirnos que el trabajo espiritual tiene una existencia, Luz y una esencia; el
Zóhar tiene una esencia, ya sea que la toquemos o no. Las oraciones tienen una
existencia y tienen Luz, ya sea que las digamos o no. Incluso las acciones de
compartir, por el hecho de estar conectadas con la Luz del Creador, tienen una
existencia separada de lo que hagamos con ellas.
Pero
lo que no tiene Luz o existencia espiritual, sin nuestra inyección, es lo que
pertenece al mundo físico. Por lo tanto, el propósito de nuestro trabajo
espiritual en este mundo no son las acciones espirituales sino, a través de esa
conciencia, inyectar la Luz del Creador en el aspecto físico de este mundo.
Entonces, cuando entendemos eso, entendemos otra vez un cambio en la manera en
la que concentramos nuestro día. No podemos pensar que bastó con estudiar,
conectarnos, orar, meditar o hasta haber hecho acciones de compartir; la
pregunta que debemos hacernos es: “¿Cuánta fisicalidad elevé hoy? ¿Cuánta
fisicalidad invertí e inyecté con la Luz del Creador?”. Siguiendo las
enseñanzas de Saba de Mishpatim, el anciano sabio, ¿cuántas cosas
físicas que no tuvieron una gran inversión de la Luz del Creador tomamos e
invertimos en ellas, a través de nuestra conciencia, una gran cantidad de Luz
del Creador y las elevamos? Ese debería ser el verdadero enfoque de nuestro
trabajo espiritual.
Cuando
hacemos esto, ocurre algo hermoso. Una persona concentrada en este trabajo, que
en la mayor parte del tiempo cuando come, bebe o participa en este mundo
físico, eleva la fisicalidad a través de su conciencia a una conexión con la
Luz del Creador, se eleva al nivel de una persona justa.
La
gente suele cometer el error de pensar que ser una persona espiritual y estar
conectado con el Creador ocurre cuando haces el trabajo espiritual, pero como
acabamos de aprender, ese no es el propósito porque para hacer el trabajo
espiritual no tenemos que estar en este mundo físico. Podemos hacer todo el
trabajo espiritual en los Mundos Superiores. Sólo hay una razón por la que
estamos en este mundo físico y el propósito principal de nuestro trabajo es
elevar todo lo que pertenece a este mundo físico (comida, bebidas, placer,
etc.). Si hacemos eso continuamente, al final nos elevaremos al estado de una
persona justa.
Este
es el secreto de la frase inicial de la porción Vayishlaj, “Yaakov envió
ángeles”. Yaakov vivió su vida con este entendimiento, conciencia y objetivo;
cada vez que comía, bebía o disfrutaba algo físico, tenía la conciencia de:
“Estoy invirtiendo la Luz del Creador en esto y quiero que este placer, esta
comida, esta fisicalidad me dé la capacidad de conectarme aún más intensamente
con la Luz del Creador”. Por lo tanto, él elevó esas cosas físicas al nivel de
los llamados “ángeles” o entidades espirituales, seres espirituales. Por medio
de este trabajo, los ángeles reales, la energía espiritual real, fue invertida
y creada en toda la fisicalidad de Yaakov.
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