A Aquel en cuyo templo, el Arco está iluminado por
las estrellas, A Aquel en cuyo templo, el Sol es la imagen de Dios,
A Aquel a cuyo templo va la Luna cada mes Y lleva
el mensaje cada luna llena, Y cuyo mensaje, la Luna canta como una palabra de
dieciséis letras, A Su religión yo pertenezco; Su templo visito, Su nombre
pronuncio; en Su gloria vivo.
A Él le ofrezco el loto de mi día, A Él le ofrezco
el loto de mi noche.
La Luna es el principio reflector y el símbolo de
la mente. Cuando ella es pura y se encuentra en calma, refleja las impresiones
de los Círculos Superiores. Especialmente el tiempo de la luna llena nos
conduce al alineamiento superior si estamos lo suficientemente preparados. El
alineamiento del sol, la luna y la tierra en el cielo ayuda a experimentar la
magia de la luz del Alma y su manifestación que desciende hasta lo físico.
Contiene pensamientos de las enseñanzas de la
sabiduría eterna. Su propósito es el de inspirarnos a aplicarlos en la vida
práctica.
Dr. Ekkirala Krishnamacharya,
PERSPECTIVAS
DE SABIDURÍA 26: LOS AGNISHVATTAS
El
Descenso
La lectura de una escritura no es lo mismo que leer
una novela; es como ver sin ojos, como oír sin orejas. Un pensador intuitivo
entiende los temas e ideas mejor que una persona superficial. Los libros de las
enseñanzas se revelan según el grado de comprensión del lector. La mayoría lee
las enseñanzas demasiado rápido; pasan por alto elementos esenciales y por
tanto pierden el tesoro que está contenido en las declaraciones de los grandes
iniciados. Cuando desplegamos nuestra conciencia a través de una disciplina
espiritual, las Escrituras se revelan poco a poco en su significado más pleno.
Para hacer comprensibles las enseñanzas de la sabiduría a una inteligencia
promedio, se utilizan símbolos y alegorías. Sirven para despertar la intuición;
no deben ser tomados literalmente. La evolución del hombre tuvo lugar sobre
enormes períodos de tiempo. Las enseñanzas de la sabiduría explican que el
hombre es un descenso del cielo, no un ascenso de la materia. El cuerpo es el
vehículo del ser humano; ha ascendido a través de la evolución y no es
diferente de un animal en su naturaleza. El cuerpo contiene conciencia si el
alma está presente en él. La calidad del cuerpo es mucho menor que la calidad
del alma.
Hace unos 18 millones de años, seres sublimes de
fuego descendieron de planos superiores para proveer al hombre de un alma, el
principio mental. Estos seres ya habían ganado la perfección en ciclos
anteriores. Los conocemos por muchos nombres incluyendo Devas Solares, Pitris
Solares, Devas Manasa, Dhyanis, Kumaras y Agnishvattas.
Los Ángeles Solares o Agnishvattas descendieron
hasta el tercer subplano del plano mental para permanecer cerca de los mundos
densos físicos y estimular la mente en el hombre.
Agnishvattas significa que han apagado el fuego de
la procreación en sí mismos. Su energía se mueve siempre hacia arriba y por
tanto se les llama también los Jóvenes Eternos. No participaron activamente en
la creación sino que entraron en contemplación. Son ellos los que forman la
Jerarquía.
Los
Devas Rebeldes
Los Agnishvattas surgieron de Brahma, el Creador, a
través de la voluntad de la Persona Cósmica. Brahma pensó: "Son mis hijos
y por tanto deben participar en mi trabajo". Sin embargo, sabían que era
su misión estar presentes en la creación, pero no crear. El Creador no se dio
cuenta, y por tanto, alegóricamente hablando, los maldijo a descender en la
creación. Pero esto era exactamente lo que pensaban hacer. No estaban obligados
a descender pero crearon una razón para el descenso por la
"maldición" y el karma relacionado. Por tanto, tuvieron que descender
de acuerdo con la Ley.
En Occidente esto también se llama la caída de los
ángeles. Sin embargo, el descenso de estos egos de fuego era un acto de
compasión; porque ellos descendieron para permitir ascender a sus hermanos, que
viven en los planos inferiores. Esto no es sólo una representación alegórica,
su acto fue y es una gran ayuda.
Pero en el esquema de las cosas, este grupo de
Devas son vistos como rebeldes. Los rebeldes son nuestros salvadores que
decidieron por amor, darnos el libre albedrío y por tanto acelerar nuestra
evolución. Otros Devas consideraron esto como un peligro, y de hecho la libertad
tiene sus propios peligros. Para la otra especie, la evolución se realizó de
manera inconsciente y lenta. Mientras que anteriormente éramos como ovejas y
nos movíamos como en un sueño, ahora podemos decidir por nosotros mismos.
Podemos usar el don tanto para el bien como para el mal.
Otros grupos de Devas cooperaron con el Creador.
Así, los Barhishads, también llamados los Señores de la Luna o los Pitris
Lunares, no sofocaron el fuego de la procreación y permitieron a los seres
venir a través de ellos. Y así, trajeron la forma del cuerpo humano. Los
Barhishads también son llamados los Siete Videntes. A través de ellos vienen
las siete razas que también se relacionan con los siete centros en nuestro
cuerpo.
Los Agnishvattas corresponden al Prometeo de la mitología
Griega, así como a la serpiente del Génesis bíblico. Prometeo trajo a la
humanidad la auto-conciencia así como el fuego de los Dioses. Él fue castigado
por ello a estar encadenado a la roca de la materia.
En el Génesis, la serpiente sedujo a Adán y a Eva a
comer del fruto del Árbol del Conocimiento del bien y el mal, "para llegar
a ser como los dioses". Se les expulsó del paraíso y tomaron "abrigos
de piel”, los cuerpos densos.
Estas alegorías son muy ciertas. Hay grandes
diferencias en el tejido de estos abrigos, al igual que hay ropas duras y
blandas. Y así hay diferencias y gradaciones de la conciencia, a pesar de que
toda la humanidad es igual en el plano monádico.
Dependiendo de la forma en que esté la mónada, la
chispa divina, las diferencias pueden ser grandes, sobre todo con referencia a
los otros reinos de la naturaleza. Somos almas; tenemos un cuerpo de materia
que existe en diferentes gradaciones. Es importante entender que somos un
doble. Sólo podemos realizar y disfrutar de la belleza del ser humano cuando
aprendemos a experimentar las energías dobles que están en nosotros.
El
Principio Manas
La mayoría de las personas de Occidente encuentran
difícil comprender esta doble naturaleza, y de que hemos recibido nuestra
auto-conciencia como un regalo a través del descenso de seres sublimes, los
sagrados Devas Manasa o Agnishvattas.
La teoría de Darwin aceptada por la ciencia dice
que el mono es el antecesor del hombre que se ha desarrollado del reino animal.
Si sin embargo usted compara el cerebro de un mono, usted se dará cuenta que el
cerebro humano está mucho más desarrollado que éste. Entre ellos, existe una
brecha que hasta ahora no había podido ser explicada.
En la naturaleza, toda la evolución es muy gradual.
Sin embargo, entre la conciencia de un animal y la conciencia del hombre hay
una brecha insalvable. Incluso el más evolucionado de los animales no tiene
comparación con un ser humano. Tenemos un alma, auto-conciencia, y esto a
través de los Agnishvattas. Ellos han descendido de sus esferas sublimes y se
han sacrificado para estar con nosotros y para acelerar el despliegue de la
mente.
Existe una ley eterna en la que cada ser humano
tiene que trabajar su propio desenvolvimiento. La Gran Existencia, también
llamada el Hombre Celestial o la Súper Alma, sólo hace un acto de apoyo, pero
no la acción directa para desarrollarnos.
La Súper Alma también existe en nosotros, y su luz
es llamada "la luz de los Agnishvattas." Somos espíritu envuelto por
la luz. El alma es espíritu envuelto. Esta envoltura es luz, y esta luz se
llama Buddhi. Hasta que el alma ha recibido su cuerpo, es un ser doble, de
Atma- Buddhi. Cuando se añade la mente, a Manas, se convierte en un ser triple.
A través del principio Manas nos dimos cuenta de
los mundos objetivos. Anteriormente vivíamos sólo en subjetividad en un estado
de ensueño. Experimentamos esto diariamente durante el sueño donde no tenemos
relación con las cosas en nuestro entorno. En el sueño profundo no sabemos nada
acerca de nosotros, ni nuestros nombres, ni dónde estamos durmiendo.
Tan pronto como despertamos, podemos sentir que
existimos. Tan pronto como somos conscientes, los Agnishvattas comienzan a
funcionar como pensamiento. Son tan activos que no tenemos tiempo para sentir
el segundo paso, la conciencia de la existencia.
Después de despertar, por tanto, tenemos que
hacernos algunas preguntas: "¿Quién soy yo?" La respuesta es:
"Tú eres el amanecer." Estas son declaraciones muy sagradas de las
Escrituras. Cuando nos preguntamos: "¿Quién soy yo?" Ya existe la
conciencia de la existencia. Nos despertamos a la luz, por tanto, la respuesta:
"Tú eres el amanecer." Entonces, "¿Dónde estoy?" “Usted
está en el Este." El Este es la fuente de luz, en el Ajna. Y, "¿por
qué nombre me llaman?" Si no recogemos el nombre que se nos ha dado,
entonces se realiza el Nombre, o "YO SOY." Y, por último, "¿Qué
voy a hacer?"
Cada mañana durante el crepúsculo tenemos la visita
de la Agnishvattas, los Devas del quinto plano, el plano mental. Ellos
transportan las energías espirituales tanto como las materiales.
Una vez al mes nos visitan en mayor medida, durante
las 24 horas después del punto de la Luna Nueva. Entonces, anualmente, hay
también una visita más importante en el mes de Capricornio, el amanecer del
año.
Con cada amanecer, cuando la oscuridad se está
convirtiendo en luz, nos visitan los Agnishvattas, y esto sucede todos los
días. Siempre que pensamos en ellos, hay un amanecer. Y así, la luz amanece
lentamente en nosotros.
El
Loto Egóico
En un estado sin desarrollar, nuestra mente es como
un capullo cerrado que no se puede abrir desde el exterior sin destruirlo.
Cuando la flor se orienta cada vez más a la luz del sol, se abrirá poco a poco.
La presencia de los Agnishvattas es luz, y por tanto el capullo se transforma
con el tiempo en un loto egóico florecido. Se compone de cuatro capas de tres
pétalos cada uno, y en el centro hay una joya radiante de luz color azul
eléctrico, nuestra chispa divina.
Debemos utilizar las energías del amanecer para el
trabajo espiritual, para que nuestro loto pueda recibir la luz de la pureza y
que florezca. La mayoría de nosotros nos sentimos con sueño durante las horas
del amanecer porque la materia en nosotros es tan fuerte que se resiste a la
luz.
El desarrollo toma mucho tiempo. Los Agnishvattas
no nos obligan, simplemente continúan dándonos la luz de su Presencia desde
hace millones de años.
Fuentes: K.P. Kumar
E. Krishnamacharya: Psicología Espiritual.
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