La mente, ese elemento que nos da la percepción de lo que somos es una cualidad del alma. La presencia del alma en un cuerpo ocasiona la formación del cuerpo mental. Cuando ese milagro de la vida sucedió en nuestro mundo, hace millones y millones de años, el animal animado por el alma se incorporó y se dio cuenta que existía. Pudo decir, “yo soy”. Empezó el recorrido del alma por la materia con el objetivo de lograr, en su camino evolutivo, la aparición de esa humanidad que llenará de luz este mundo.
Uno se pregunta, ¿si ha pasado tanto tiempo, ¿cómo es que todavía estamos en esta encrucijada? Nuestra civilización ha llegado a un desarrollo tecnológico de tal magnitud y sin embargo la cifra de gente con hambre en el mundo aumenta cada día. Las guerras aumentan y
hasta el genocidio que pensamos que nunca más ocurriría, sucede ante nuestros asombrados ojos, porque lo vemos por la televisión. ¿Qué nos está pasando?La Gran Invocación pide
reestablecer el Plan. ¿Es probable que en un pasado remoto hayamos sido más
humanos? ¿O es que con la incorporación del desarrollo intelectual hubo un
desvío? Yo creo que sí. Y como dice la Gran Invocación, se abrió la
puerta en donde se halla el mal, ésa que ahora nos toca cerrar.
El desarrollo intelectual de la Quinta Raza Raíz,
la nuestra, estaba destinado al reconocimiento masivo del alma. Desde los
instintos, desde las emociones no era posible. Una mente clara, un pensamiento
iluminado pueden reconocer la verdad que oculta cada ser humano. Pero la mente,
en vez de seguir un camino ascendente, en busca de “Aquello” que es la causa de
su existir, se dio vuelta, debido al excesivo deseo y se identificó con su
personalidad, encadenándose a sus emociones y apegos justificando inteligentemente
cada uno de ellos. Abrimos la puerta hacia la naturaleza animal de nuestros
cuerpos, deformamos sus instintos, dándole un carácter inteligente,
justificando el tener en exceso, sin importarnos la carencia de otros. Y el
deseo de tener no sólo impregnó las posesiones materiales, entró también en el
reino de las sensaciones, de los instintos, de las pasiones. Siempre
encontrando fórmulas de pensamiento para justificarnos.
Se abrió la puerta porque cerramos la otra, la que
nos conducía a lo que somos, al alma. Y esa puerta que se abrió está dentro de
cada uno de nosotros, inscrita en la naturaleza misma de nuestra
personalidad.
“Desde el centro que llamamos la Raza de los
Hombres que se realice el Plan de Amor y de Luz y selle la puerta donde se
halla el mal. Que la Luz, el Amor y el Poder, restablezcan el Plan en la
Tierra”.
Ahí están dadas todas las claves. Ese centro
que llamamos la raza de los hombres es el Alma Humana.
Cada ser humano tiene adentro, muy adentro, un punto de luz que es la semilla
divina que nos hace humanos con todo el programa en potencia, es el punto en el
que somos hechos “a imagen y semejanza de Dios”. Llegar allí es todo lo que hay
que hacer, entrar en contacto con lo que uno es. Esa Luz, Amor y Poder, con
la capacidad de sellar la puerta donde se halla el mal, son tus cualidades,
porque tú eres el Alma. No se encuentran en la personalidad, que es tu
vehículo, no las busques allí.
Pero ahora se cierne sobre la humanidad una amenaza
muy grave en la que, en pleno olvido de lo que realmente somos, se busca
mejorar la vida humana. Le llaman Transhumanismo. Y todas sus virtudes están
destinadas a mejorar y alargar la vida en la materia. Parece que se intenta
desterrar lo que hay de divino en el ser humano, y enfocar la vida humana a
conservar y mejorar su vehículo olvidando al verdadero ser humano. Hablamos de
órganos híbridos, implantes de todas clases, sensores cerebrales, etc.
Humanos editados para producir super bebés y lo que llaman Metatrónicos, que es
traspasar la información del cerebro a un robot para no morir… ¿Y el
alma? ¿Será que vamos a ver la aparición de los sin alma? Ya no serán
humanos, entonces ¿qué serán? Infrahumanos que aferrados a la vida material y
olvidando lo que son, el alma, ¿se encadenan a la vida en la materia? Esto
realmente asusta. Y lo peor es que está tan adornado de modernismo y tecnología
que convence a muchos. Parece que nuestra cultura se volvió tan materialista
que, al desterrar la idea de lo divino, de la trascendencia, adoramos al
becerro de oro de hoy, la tecnología.
Pero hay algo más. Suponiendo que se logre todo el
desarrollo del llamado Transhumanismo, hay un problema aun mayor. Los
implantes, sensores, los órganos híbridos cuestan mucho dinero. Un gran
porcentaje de la población no tendrá acceso. Entonces veremos una segregación
social aun mayor que la que existe hoy en día. ¿Estará la división de la
humanidad delineada por una élite que tiene acceso a ese desarrollo
tecnológico, y los que no pueden seremos una masa esclava?
No le augurio éxito a ese proyecto transhumanista
porque hoy hay más seres despiertos que buscan el contacto con su alma, que
buscan realmente conocerse a sí mismos, que en cualquier otro momento de
nuestra historia. Mas bien creo que estamos a punto de dar el paso que nos
convertirá en esa humanidad que refleja en sus actos su naturaleza divina. Y
las fuerzas contrarias al Plan de Dios, esas fuerzas oscuras, están reforzando
su acción.
¿Qué podemos hacer? Hoy más que nunca debemos dar,
a cada momento, lo mejor de cada uno, nuestra mejor versión. Y abrir espacios
de luz para que aquellos seres que nos ayudan y guían puedan introducir en la
Tierra su luz. La luz elimina las tinieblas. Es la única fórmula. Ten presente
que no se trata de luchar, que es amar, es reconocer la divinidad en la
materia, es celebrar la vida y agradecer porque se acercan los tiempos de una
nueva humanidad.
Que en esta primavera, inicio del año solar, puedas
encontrar en ti esa luz que, en lo profundo de tu ser, eres en verdad. Que esa
luz tome posesión de mí, de ti, y de todos, es mi mayor deseo,
Carmen Santiago
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