No sé vosotros, pero en mi parte del mundo, el Pirineo aragonés, ha hecho un intenso calor estos días. Tanto, que he sentido cómo todo se ralentiza, se vuelve más pesado y me canso un montón.
Este
mes de julio es el mes de las retrogradaciones:
El día 4, Neptuno; el día 13, Saturno; el día 18, Mercurio; el día 30, Quirón. Y Plutón ya lo está.
Bien,
nos dará una preciosa oportunidad para bajar un poco el ritmo y nos anclará en
nuestro ser, a pesar del huracán venidero de Urano en Géminis (el día 7) que
aún no me he hecho a la idea de cómo aliarme con ello.
Nos
va a venir bien, sobre todo la retrogradación de Neptuno, de la que os quiero
hablar en este post.
Hemos
corrido mucho, perseguido sueños, ideales arianos, nuevas ideas desde la
entrada de Neptuno en Aries el 30 de marzo.
Las
fata morgana, las ilusiones, los seductores cánticos de bellas sirenas
desplegando sus hechizos, las infinitas posibilidades de un nuevo ciclo
neptuniano de 164 años, el sueño del héroe que emprende su marcha en busca del
Santo Grial, y también el caos de los señores de la guerra, que lanzan misiles
e intentan instalar la ley del más fuerte.
Neptuno
es el planeta de la espiritualidad y del Infinito, pero también lo es de la
locura y de los engaños (en masas).
Y
ahora se para, retrógrada, vuelve atrás sobre sus pasos (visto desde la
Tierra), y en octubre incluso vuelve a entrar de nuevo en Piscis durante tres
meses.
Bendito
sea.
Recapacitemos:
esto ha sido un simple ensayo.
Ahora
podemos dedicarnos, durante cinco meses, a reasesorar cómo queremos vivir
realmente.
Podemos
preguntarnos qué es lo importante, qué es lo que nos reconecta con lo divino,
lo auténtico, lo eterno.
Un
nuevo ciclo, sí, pero no una chapuza.
Nos
marean ya bastante como para encima marearnos nosotros con los embrujos de lo
perecedero, tomando lo que no es por real.
Saturno
conjunto a Neptuno nos ayudará con esto, pero tampoco puede hacer milagros si
nosotros no colaboramos y ponemos nuestro granito de arena de sensatez.
Mira
la casa astrológica donde cae el principio de Aries: en esta dimensión de la
vida necesitas parar un poco, revisar y resetear cosas.
Este
mes paramos el reloj y abrimos el portal a Kairós, el tiempo sin tiempo, donde
suceden los milagros.
Nos
suspendemos en una pausa, en lo eterno. Solo respiramos y nos preguntamos quién
es nuestro Dios.
La
quietud del corazón de Neptuno retrógrado nos volverá invulnerables a las
locuras del mundo.
En
el fondo del océano no hay olas, y a lo lejos, custodiada por pequeños peces de
colores, vemos una perla que concede todos nuestros deseos.
Escribeme,
y miramos tu carta natal y los tránsitos juntos…contacto@margitglassel.com.
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