Vivimos en un mundo donde todo parece empujarnos hacia la velocidad. El ruido, la urgencia y la reacción automática se han vuelto moneda corriente. En este contexto, la contemplación suele asociarse con detenerse, abstraerse o desconectarse.
Pero existe otro tipo de contemplación, profundamente transformadora: la contemplación activa. No es evadir la realidad, sino habitarla con una presencia más lúcida. No es escapar del movimiento, sino aprender a moverse desde el centro.
Contemplar activamente es observar lo cotidiano con
profundidad, sin prisa ni juicio. Es mirar el gesto de quien nos habla,
escuchar no solo sus palabras, sino el silencio entre ellas. Es sentir el peso
de un objeto en nuestras manos y notar la temperatura del aire al respirar.
Esta forma de atención despierta nos ancla en el presente y, a la vez, nos
revela capas de significado que usualmente pasan desapercibidas. Nos vuelve
íntimos de la vida.
La contemplación activa es una puerta hacia el
autoconocimiento . En ella, cada experiencia se transforma en espejo. Cuando te
detienes a observar sin intervenir, la mente comienza a silenciarse y el alma
puede hablar. Puedes descubrir qué emociones te habitan sin enredarte en ellas,
qué pensamientos circulan sin que te arrastran.
Es el arte de observarte desde una conciencia
testigo, sin dejar de participar del momento .
Esta práctica puede comenzar con actos simples:
caminar sin auriculares, beber agua con atención plena, mirar el cielo al final
del día. La clave está en no hacer nada más mientras lo haces. Entrégate por
completo a eso. No como obligación, sino como regalo. Es un acto de amor
propio, una manera de recordarte que tú eres más que tus tareas, tus metas o
tus preocupaciones. Eres el ser que contempla, no solo lo contemplado.
Y en ese estar presente con lo que es, algo se
afina por dentro. Te vuelves más receptivo a las señales, más sensible a la
sabiduría de tu cuerpo, más claro con tus decisiones. La contemplación activa
no aislamiento necesita ni retiro espiritual . Se practica en el medio del
tránsito, en la cocina, en el trabajo, en los vínculos. Es espiritualidad
encarnada, conciencia que camina con los pies descalzos sobre lo real.
Esta es entonces la invitación a ENFOCARTE en el
día de hoy.
No hay apuro de heno. Cada instante puede ser el
umbral hacia una comprensión mayor, si te animas a habitarlo por completo. La
vida no pide que te vayas lejos, solo que regreses a ti . La contemplación
activa es esa vía humilde y poderosa para volver a casa. Aquí. Ahora. Presente.
¡Bendiciones Multiplicadas!
Fuente: Escuela Claridad
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