El miedo a la vida nos obliga a sobrevivir en la superficialidad. Entre más afuera, más superfluo. Las máscaras son miedos a mirarnos de frente. Nada más falso que el miedo a nuestra propia verdad profunda.
Nos hicieron temerle al mundo interior. Cerrar los ojos era señal de terror. Mirar hacia las profundidades era meterse en el terreno del diablo. La introspección vista
El mundo del revés, donde las razones de afuera ocultan la verdad de adentro.
Cambiar la mirada es enfocarse en el reino interno del corazón: en las profundidades del ser.
Ser en vez de parecer. Amar en vez de temer.
En las profundidades del ser hay claridad, ya no tinieblas. Hay armonía, ya no conflictos. Hay certezas, ya no dudas. Hay creación, ya no trabajo. Hay abundancia, ya no carencias. Hay recreo, ya no clases. Hay arte, ya no política. Hay unidad, ya no dualidad.
En las profundidades del ser hay todo lo que no hay en la superficialidad del mundo del ego. Quién necesita de baratas y descuentos cuando se vive conectado a la fuente de luz y abundancia. Quién necesita del drama cuando se irradia amor entre todos. Quién necesita de pleitos cuando todo está en paz.
Es hora de nadar hacia el mar del corazón donde todos somos uno. Es el momento ahora de navegar en las profundidades del ser.
Namaskar
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