"Aparta del mundo la mente y los sentidos. Permanece en tu interior.
Asegúrate de que la mente y los sentidos se vuelquen hacia adentro igual que lo
hacen hacia fuera. Es el paso fundamental de la meditación, que generalmente es
inalcanzable. La mente y los sentidos están enredados en el mundo, y los
pensamientos y deseos mundanos atrapan al estudiante en el mundo". (6-24)
Desde
la infancia se forma un fuerte hábito que orienta al morador interno a moverse
en el mundo con ayuda de la mente y los sentidos. Este hábito produce una
pérdida de energía durante las horas de vigilia, lo que a su vez produce un
agotamiento al finalizar el día. Para recuperarse de este agotamiento y
re-energizarse, la naturaleza provee el sueño. Las personas suelen dedicarse al
mundo, produciendo la pérdida de energía del alma a través de la personalidad.
No se les ha enseñado tanto a revertir el flujo como se les ha enseñado a
derramarlo.
El
yoga es la única ciencia que recomienda con firmeza el flujo de energía hacia
el interior, contrario a su flujo hacia el exterior. Es como revertir las
direcciones de las energías. Es también como construir un dique en los ríos
para impedir el flujo de las aguas hacia el mar, y desviarlas a fin de
fertilizar y cultivar los campos. El yoga ofrece esta técnica de volverse hacia
el interior, orientándose al centro del corazón o al centro del entrecejo.
Sugiere que se visualice luz y sonido en el interior. Cuando esto se practica
con regularidad y se establece el nuevo hábito de volverse hacia dentro, uno
puede volver la mente y los sentidos hacia adentro, ver adentro, escuchar
adentro, gustar y oler adentro e incluso experimentar el toque de lo divino en
el interior.
Es
cuestión de entrenar la mente y los sentidos. Este entrenamiento requiere de la
necesaria voluntad, consistencia y perseverancia. Las personas se hicieron
sabias con esta práctica. Un sabio es aquel que puede ver dentro y fuera. La
constitución humana ofrece esta facilidad, y la ciencia del yoga la dirige. La clave
está en sentarse durante horas cada día e intentar traer a un centro el
pensamiento que fluye al exterior.
Incluso
para las personas de voluntad férrea como el Buda, fueron necesarios muchos
años para poder volverse hacia dentro. Desde una mirada superior, se considera
ilusorio el sentarse a meditar ocasionalmente por la mañana y por la noche. Un
estudiante de meditación debe encontrar necesariamente tiempo abundante para trabajar
en el interior. Sólo entonces tiene lugar esta realidad.
Fuente: Carta Circular de Vaisakh
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