Por Jeff Foster
No hace mucho, alguien me dijo:
"Jeff, en uno de tus últimos escritos comentas que viste por televisión a una niña africana que se estaba muriendo de hambre, y que era simplemente un aspecto de la Unidad. Pero ¿cómo puede ser eso la Unidad? Me refiero a que, para ti, es fácil decirlo, después de todo tú no te estás muriendo de hambre, pero ella, sí. ¿No será que la Unidad es sólo un concepto que utilizas para rechazar o negar la realidad de la vida en este mundo?, ¿una manera de afrontar la cruda realidad de la existencia y el sufrimiento?".
Es una buena pregunta. Por supuesto,
esta "Unidad" podría entenderse a nivel puramente
intelectual/conceptual. De este modo, podría convertirse en algo que el
individuo utilizaría para rechazar o negar el sufrimiento: "¡Lo único que hay es la Unidad ! ¡No existe nada más! ¡Nada
importa! ¡No hay niños que mueran de hambre en África! ¡Mi madre no murió de
cáncer! ¡El dolor no duele! ¡No necesito comer porque el cuerpo no existe! ¡No
te he pegado un puñetazo porque aquí no hay nadie que pudiera haberlo
hecho!".
Es verdad, podría interpretarse
fácilmente como una filosofía que niega la vida. Ahora bien, lo que yo propongo
no es eso. Para mí, la Unidad —o al menos a lo que apunta la palabra Unidad— es
una realidad viva, no sólo una creencia... aunque evidentemente, en última
instancia, "Unidad" es sólo una palabra, y una palabra no puede
aprehender la vitalidad de las cosas. Para mí, la Unidad no es una nueva
religión ni un nuevo sistema de creencias, ni una nueva ideología a la que
alguien pueda adscribirse, sino una clara percepción de la vida tal y como es
en realidad, más allá de nuestras ideas sobre ella, más allá de nuestras
ideologías y nuestras religiones, más allá de nuestro conocimiento.
Verás, la Unidad no es algo muerto. La
Unidad puede incluir el impulso de
alimentar a esa niña hambrienta porque no niega nada, porque incluye todas las
posibilidades. La Unidad es todas las cosas: ¿cómo podría negar algún aspecto
de sí misma? Es la Unidad la que impulsa a alimentar a esa niña, o a no
hacerlo.
La Unidad es todas las cosas, aparece
como todas las cosas y, sin embargo, no es nada en particular: todo y nada al
mismo tiempo. Se manifiesta como guerras, genocidios, flores, árboles, tazas de
café, coches tocando la bocina, todo. Se manifiesta como santos y pecadores,
como niños hambrientos y millonarios obesos. También se manifiesta como
individuos aparentes que pueden aparentemente hacer algo por
esos niños hambrientos. Parte de esta libertad es que parece existir libre albedrío.
No hablo de "afrontar" la
realidad y el sufrimiento. No estoy hablando de utilizar los conceptos del
Advaita para "hacerle frente" a la vida. La Unidad ES la realidad y
ES la apariencia de sufrimiento en el mundo. La Unidad puede entrañar el
impulso de alimentar a esa niña hambrienta, si es que se puede... O no... No lo
sé. No te estoy diciendo cómo se debe vivir la vida, tan sólo estoy interesado
en la realidad que hay más allá de nuestras ideas de ella... Más allá incluso
de estas ideas.
La realidad está siempre más allá de
los conceptos que sobre ella tenemos. La mente nunca podrá alcanzarla.
Esa niña hambrienta... Su estómago
parece estar vacío, y el mío parece estar lleno. La Unidad incluye a ambos: se
manifiesta como una niña hambrienta en África y como un hombre bien alimentado
que teclea en su ordenador. En última instancia,
no hay un "mi estómago" separado de "su estómago". No hay
nadie aquí y no hay nadie allí, pero en la manifestación, en apariencia, sí lo
hay. No podemos negar la manifestación. Además, ¿cómo negarla si, al hacerlo,
la estamos afirmando de todos modos? Al decir "que no hay una niña
hambrienta", se está afirmando la manifestación de una niña hambrienta; al
decir que "África no existe", se está afirmando la manifestación de
África. Lo que se rechaza siempre regresa.
En mi vida no se manifiesta el hambre
y, por supuesto, estoy muy agradecido por ello. En este momento, yo no puedo
experimentar el hambre que esa niña padece, pero la Unidad no niega ni la
manifestación de su hambre ni la de mi falta de hambre. Comprende ambas. Es
ambas.
En otras palabras, sólo existe lo que está sucediendo. Para la niña
hambrienta, lo que está sucediendo podría ser lo siguiente: surge la sensación
de hambre, sonidos, visiones, olores, tal vez dolor... y movimiento en busca de
comida. No lo sé. No puedo saberlo. De este lado, no hay hambre, por el
momento. Hay visiones, sonidos, olores e imágenes por televisión que muestran a
una niña hambrienta. ¿Te das cuenta de que todo esto es la Unidad ? La Unidad
representa todos los papeles.
Y, quién sabe, es posible que yo
estuviera a punto de hacer algo para ayudar a esa niña, que también soy yo. Una
vez más, no te estoy diciendo cómo debes vivir, lo único que hago es
reflexionar sobre lo real.
Una vez, en una reunión, un hombre me
preguntó qué haría si un niño hambriento se me acercara y me pidiera comida. Yo
le dije que probablemente le daría de comer. Después de la charla, el hombre se
acercó a mí para decirme que mi respuesta le había sorprendido. Había estado
con muchos otros, así llamados, maestros de "Advaita" que, en
respuesta a esa misma pregunta, habían dicho cosas como: "El hambre no existe", "Ahí no hay nadie que tenga
hambre", "Su hambre es sólo una ilusión", "Todo es un
sueño"... etc. Y eso puede ser cierto desde una perspectiva
final, en última instancia, pero nadie puede vivir en 'última instancia'. Esa
niña necesita comida, no conceptos sobre la realidad en última instancia. Los conceptos no le quitan el hambre. Recuerda, afirmas
lo que niegas.
Así, cuando todas esas convicciones se
desvanecen, entonces... bueno, pues das de comer a la niña... O no... Quizás la
comida sea lo último que necesite en ese momento. Quién sabe... Lo que es
seguro es que tus acciones no provienen de unas rígidas convicciones Advaita .
El misterio se encuentra consigo mismo en la cara de esa niña hambrienta. Ésta
es la esencia de la compasión. Quién sabe qué acción surgirá de ella.
Desde luego, eso no tiene nada que ver
con la negación de algo. Como mucho, es el fin de la negación. Es una vida
vivida sin ilusiones, sin mitologías, sin cómodas convicciones. Hasta la
creencia en la Unidad también desaparece. Lo que queda es un amor incondicional
que va más allá del concepto de amor. Entonces, ves el mundo por primera vez,
como un recién nacido.
"Tengo hambre, ¿me puede dar un
poco de pan?"
Alimenta a esa niña y te estarás
alimentando a ti mismo. Déjala marchar con hambre y tú también te marcharás con
hambre.
¿Qué vas a hacer?, ¿te vas a quedar
sentado reflexionando sobre si existe o no existe realmente esa niña
hambrienta, o le vas a dar un poco de tu pan?
Maldita sea, aliméntala: ¿qué otra
cosa se puede hacer cuando ya no queda nada que defender?
Y esa pregunta simplemente se disuelve
en el silencio.
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