Os quiero hablar de las virtudes de Escorpio, un signo que a veces se asocia a emociones intensas, deseos de venganza y luchas de poder. Es cierto que en esta época del año (en mi parte del mundo) la luz mengua, se contrae, para dejar lugar a las sombras, las hojas muertas y los cementerios. Aun así, podemos abrirnos a explorar las capas más profundas del alma y su luz inherente, este oro alquímico que queda destilado después de los procesos de nigredo necesarios.
Podemos comprender, sin apartar la mirada, cuáles
son los impulsos o incluso las compulsiones que nos mueven y nos enredan,
creando mundos y situaciones como el hilo de una tejedora celestial (o
infernal). Podemos poner nuestra Intención Mágica en los
objetivos merecedores de un compromiso feroz, tenaz y valiente.
A veces es necesario posicionarnos y reclamar
nuestro lugar, nuestra visión y nuestro destino, sin esperar que los demás
nos hagan sitio. Escorpio no se queda a medias tintas: es todo o nada, morir o
vivir. Crecemos hacia las raíces ocultas en lo húmedo de los
bosques. A veces pasaremos frío y nos sentiremos muy solos… hasta que
vemos a los animales y otros seres diferentes, que nos miran con curiosidad.
Mientras el Sol ilumina nuestra
existencia desde los primeros grados de
Escorpio, Marte y Mercurio ya están viajando por sus grados
finales, formando alianzas con los demás planetas en agua: Júpiter en
Cáncer, Saturno en Piscis y, finalmente,
también Neptuno, de vuelta en Piscis, iluminando los mundos con su
espiritualidad profunda, llena de compasión y ternura.
Aprovechemos este momento tan especial para no
huir, sino sentirnos plenamente los unos a los otros. Solo en
el Amor con mayúscula —el valiente y honesto— hay redención.
El
miércoles, Mercurio cambia a Sagitario, donde iniciará pronto
su retrogradación: volverá a Escorpio, el fuego será breve. Hablaremos de ello
en mis redes según saque tiempo e inspiración.
Os mando un abrazo
gigantesco
Margit

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