Los niños de aura
azul han crecido dando paso al surgimiento de adultos muy especiales, que por
desconocimiento no logran comprenderse a sí mismos ni menos adaptarse al
sistema. ¿Perteneces a este grupo? En las últimas décadas hemos escuchado
hablar de los niños índigo, cuyos nacimientos aumentaron en número hace más de
20 años. Una especie de “raza” cuya misión es luchar contra el sistema
establecido. “Se les denomina índigo porque su aura contiene una gran cantidad
de color azul índigo, el color de la intuición y la espiritualidad.
Después de la
Segunda Guerra Mundial empezaron a nacer índigos, aumentó su número en los años
70 y se hizo un fenómeno más masivo en los años 80”, explica la sicóloga Esther
Morales León, quien es miembro del equipo de Niños Indigo de Chile. Pues bien,
a estas alturas muchos de los pequeños ya se instalaron en la vida adulta, la
mayoría sin siquiera saber si pertenecen a este grupo y, por consiguiente, sin
llegar a entenderse.
Idealistas,
perceptivos, rebeldes… El adulto índigo se caracteriza por: No encaja: El
índigo es una persona muy sensible, inteligente y creativa, disfruta haciendo
cosas, tienen profunda empatía por otros, pero también intolerancia ante la
estupidez; puede tener problemas con el enojo y la ira. Se siente diferente a
la masa, no encaja, le cuesta adaptarse, es modelo para otros. Se resiste ante
la autoridad y el sistema laboral jerárquico, prefiere esfuerzos cooperativos,
posiciones de liderazgo o trabajar solo.
Ha tenido
experiencias psíquicas: Nos referimos a premoniciones, ver ángeles o fantasmas,
experiencias fuera del cuerpo, escuchar voces. Al poder conectar con otras
dimensiones, pueden ver el aura, percibir la energía de personas y lugares,
soñar o saber cosas que ocurrirán en el futuro, adivinar el pensamiento, tienen
amigos imaginarios, ver elementales, ángeles, seres desencarnados, etcétera.
Ligados a lo espiritual: Busca el significado de su vida y comprensión del
mundo a través de religión o espiritualidad, grupos y libros de autoayuda.
Quieren mejorar el mundo: Siente un ardiente deseo de hacer algo para cambiar y
mejorar el mundo, pero puede tener problemas para identificar su camino. Tiene
problemas con los sistemas que considera ineficientes, como por ejemplo,
político, educativo, médico y legal.
En la
infancia…: Tiene una clara conciencia de sí mismo, es muy perceptivo e
intuitivo, trae una sabiduría innata, desarrolla el pensamiento abstracto desde
pequeño, es dotado y/o talentoso, soñador y visionario. Creativo: Aprende
de manera reflexiva y no repetitiva cosas diferentes, pero cuando tiene
suficiente conocimiento, los dejan por aburrimiento. No comulga con el sistema
escolar actual, es rebelde a las normas y estructuras, tiene dificultades con
la disciplina y la autoridad, no responden a mecanismos de culpa, quieren
buenas razones.
Hipersensible: Poseen
una gran sensibilidad por la naturaleza, y mucha conexión de tipo espiritual,
probablemente se le diagnosticó como niño con síndrome de déficit atencional
con y sin hiperactividad. No a la mentira: Le desagrada la mentira y la
falsedad, tienen un desarrollado sentido de justicia, son sanadores, hipersensibles
visual, auditiva y kinésicamente, se conectan con la otra dimensión, pudiendo
ser videntes o perciben una realidad que otros no ven. Wendy Chapman, la
experta norteamericana autora de varios libros relativos al tema, aporta otros
detalles, basándose en sus investigaciones.
Son inteligentes,
aunque tal vez no hayan tenido las mejores notas. Siempre necesitan saber por
qué; especialmente, por qué se les está pidiendo que hagan algo. Les disgustaba
y quizás incluso odiaban gran parte del trabajo repetitivo y obligatorio de la
escuela. Eran rebeldes en la escuela en cuanto a que se negaban a hacer la
tarea y rechazaban la autoridad de maestros o querían realmente rebelarse pero
no se atrevían, generalmente debido a presión de los padres. Es posible que hayan
experimentado depresión existencial temprana y sentimientos de
impotencia. Estos últimos pueden haber ido de tristeza a desesperación total.
Sentimientos suicidas durante la secundaria o antes no son inusuales en el
índigo adulto. Tienen dificultades en empleos dedicados al servicio. Los
índigos se resisten ante la autoridad y el sistema laboral jerárquico.
Prefieren esfuerzos
cooperativos, posiciones de liderazgo o trabajar solos. Pueden ser
extremadamente sensibles en lo emocional, incluso llorando ante el menor motivo
(sin protección). O pueden ser lo opuesto y no mostrar ninguna expresión de
emoción (protección completa).
Sienten frustración
o rechazo hacia el tradicional “sueño americano” (trabajar 8 horas,
matrimonio, 2,5 hijos, casa con cerco blanco, etcétera). Tuvieron pocos o
ningún modelo índigo a imitar. Pueden ser sensibles a la electricidad: relojes
no funcionan o lámparas se apagan cuando caminan por debajo de ellas, equipos
eléctricos funcionan mal o se queman lamparitas.
Son
muy expresivos sexualmente o pueden rechazar la sexualidad por
aburrimiento o con la intención de lograr una conexión espiritual más elevada.
Pueden explorar tipos alternativos de sexualidad. Buscan el significado de
sus vidas y comprensión del mundo. Cómo vivir como un índigo En medio de
un mundo que no los entiende y al ser criados por padres que no saben cómo
tratarlos -que confunden su forma de ser con hiperactividad o inadaptación al
sistema-, las potencialidades de los índigos se ven algo transgredidas. “En
general las características se mantienen toda la vida, sin embargo, las
condiciones paranormales se van perdiendo por efectos de una educación muy
racional o porque la persona teme ser incomprendida o malinterpretada”, plantea
Morales.
Tanto para los
padres de un niño índigo como para quienes lo son, vale la pena entender que
desde pequeños se les debe escuchar, valorar y respetar, nunca forzarlos a
hacer cosas que no quieren. “Se deben negociar las normas, ponerlos en colegios
donde se les permita desarrollar su individualidad, facilitarles libros de
acuerdo a su área de interés, darles alimentos y bebidas naturales”. En vez de
medicarlos para solucionar “problemas” con ellos, como es muy común, hay que
optar por medidas que se ajusten a su esencia. “Responden excelentemente a las
terapias energéticas, a los remedios naturales, la homeopatía y les hacen muy
bien los alimentos y bebidas naturales, sin aditivos químicos, colorantes y
azúcares.
Se benefician
del contacto con la naturaleza y prácticas como el yoga, tai chi y les
encanta el reiki”. Hay un aspecto clave “si un índigo encuentra el equilibrio,
puede convertirse en un individuo muy fuerte, sano y feliz”. Niños índigos y
cristal estos niños son seres de luz que vienen por amor a manifestar la luz y
su misión para ayudarnos a evolucionar. Seres casi ángeles en misión de paz,
que abren su corazón para despojar a la humanidad del dolor y el olvido de
sentirse alejados del padre. Amor incondicional que desbordan para irradiar por
el mismo universo.
Embajadores de una
nueva tierra que expresan sus ganas de vivir en paz, amor y unidad…
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