¿Por qué se
nos hace difícil encontrar la divinidad cuando todo lo que nos
rodea es divino? Un rayo de sol entra por mi ventana y atravesando un
prisma se descompone en los colores del arco iris. Me introduzco en él
y siento una felicidad muy interna y a la vez silenciosa. Mi cuerpo apenas
esboza una sonrisa. Pero hay una sensación
de calidez interna y de aceptación
de lo divino. Si pudiera permanecer más
tiempo en ese estado, que por ahora sólo
es fugaz, creo que vería el rostro de Dios.
La Verdad es tan simple. Las complejidades las añade
la mente. Pero la mente también es la que nos lleva a ese punto en la conciencia
en donde podemos encontrar la Luz del Alma y fundirnos en ella si somos capaces
de entrenarla de manera que se quede quieta para poder trascender su mundo de
complejidades y entrar en el mundo del Ser, de la existencia, y desarrollar esa
capacidad superior que nos permite percibir la vida, más
simple, más llena de luz y de divinidad.
La mente tiene la costumbre de generar opiniones en
cada circunstancia que la vida le presenta y se le dificulta percibir la
existencia como se desenvuelve graciosamente a pesar de las expectativas y
proyecciones propias. Siempre está condicionada
por el recuerdo o por las expectativas del futuro y se pierde la gloriosa
existencia que sólo se percibe en el momento presente.
Para entrenar la mente a percibir lo divino es
recomendable mirar adentro y observar los pensamientos. Esta práctica
hace que poco a poco se desarrolle en nosotros un "observador".
Cuando el observador no está atento, los pensamientos lo secuestran pero
en el momento que se da cuenta vuelve a ser el observador. Persistiendo en
ello, como un juego de paciencia y con el tiempo, el observador se hace
estable. Entonces puede estabilizar la mente que se hace transparente, como un
cristal. La luz del Alma la atraviesa y somos mucho máss genuinos.
Esta práctica se
dificulta porque tenemos una sensación
de que somos el pensamiento. Pero con esta práctica
descubrimos que somos "aquello" que le da vida a la mente.
... Meditando busco la conexión
vertical. Siento sobre mi cabeza un techo. Un límite. Me doy cuenta que es mi
propio campo mental lleno de imágenes
y conceptos. Me digo, tengo mucha información.
Y es precisamente lo que me ha permitido llegar hasta aquí.
Lo celebro, lo valoro, pero me doy cuenta que tengo que atravesar ese techo. De
lo contrario, todo el esfuerzo no habrá valido
la pena. Ahora recuerdo... "Entra solo", es el mandato. "No
traigas nada". Ahora entiendo. Pero... ¿cómo
lo atravieso? Me doy cuenta que tengo que conocer mejor el techo porque debe
tener un pasadizo, una grieta, algo que me permita pasar. No me queda otra opción
que conocer el techo, cómo
está conformado, cuáles
son los materiales, qué contiene... Y así fue
como empecé a observar los
pensamientos.
Antes de llegar ahí tuve
que aprender a observar las emociones. Una tarea más fácil
porque es una tarea mental. Es simple. Reflexionar sobre tus emociones.
Reconocerlas. Pero ahora se trata de los pensamientos. Si fuera reflexionar...
pero no, sólo hay que observar. Y para observar hay que
salirse y ver de fuera, porque si no, no ves nada. Porque la mente te hace
creer que tú eres tus pensamientos y no los ves; y tú eres
el que le da la vida, el que usa la mente. Eres mucho más,
eres la Conciencia, el Alma.
Es todo un proceso que puede tomar más de una vida.
Pero no te desanimes, el proceso mismo es hermoso.
Es muy bueno saber que el contenido del campo mental es diferente para cada ser
humano. Ahí están
los pensamientos, creencias, percepciones, experiencias, recuerdos y... ¡Todos
diferentes! Cada uno en su mundo mental. El Universo es así.
Es la Existencia Una en la diversidad. Y esa diversidad le da la belleza a la
Creación. Lo interesante, cuando comienzas a conocer tu
campo mental, es que reconoces que cada uno tiene el suyo propio pero en el
fondo, como tú, es sólo
su campo mental sostenido por su Conciencia. Y la Conciencia es Una. Entonces
aprendes que puedes unirte a tus semejantes reconociendo su Alma y respetando
la diversidad, esto es, sus creencias, gustos, recuerdos, etc. Porque en la
diversidad esta la belleza y el esplendor de la vida.
Observa tu campo mental, observa dónde
estás comprometido, cuáles
son tus tendencias, conoce tu personalidad para que no se interponga en lo que
realmente quieres hacer en tu vida. Y así,
poco a poco, irás descubriendo el pasaje secreto, ese que te
conecta con tu esencia divina. Poco a poco irás
recibiendo destellos de esa luz mayor que empezará a
iluminar tu vida marcando nuevos rumbos, nuevas percepciones que le darán
un significado diferente a todo lo que te rodea. Nada cambió, solo
cambió tu forma de mirar, de percibir y en ese mundo
viejo y gastado, descubres un mundo nuevo, de belleza y esplendor. Por un
resquicio ha entrado un rayo de luz de tu Alma y todo ha cambiado.
Empieza por observar tus pensamientos sustituyéndolos
por pensamientos divinos, de amor y de servicio, que es el amor en acción.
Así, poco a poco, vas transformando tu forma de pensar
y vas acercándote mas a tu Alma,
tu ser divino, el inmortal que eres. Y la vida se transforma y descubres otro
mundo, mucho más bello y esplendoroso, y tu conducta, que es guiada por tu
forma de pensar, reflejará ese único
mandamiento: "Ama Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a ti mismo"
Y en ese Amor, crecemos todos, ¡siempre
unidos, siempre juntos!
Desde mi corazón,
Carmen Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario