Una de las urgencias de nuestra sociedad es recuperar la función femenina que puede poner nuevamente en equilibrio al mundo. La función de madre, de educadora, de administradora del hogar, de creadora de ambientes, tanto en los hogares como en las ciudades, de esposa.
Estamos saliendo de una Era predominantemente masculina, emisora, emprendedora, competitiva, que ha condicionado la historia de la humanidad por medio de las guerras y el dominio de unas naciones por otras; delineando fronteras y buscando la solución de las diferencias por medio de la presión y la fuerza. Los valores femeninos han estado ausentes en la conducción de nuestra civilización; lo masculino ha dominado siempre, ocasionando una falta de equilibrio y mucho sufrimiento.
Tanto el principio emisor masculino como el principio receptor femenino coexisten en el ser humano sin importar el sexo que se porta. Todo hombre tiene algo de mujer y toda mujer tiene algo de hombre. Una mujer sin cualidades masculinas jamás sabrá tomar una decisión y un hombre sin cualidades femeninas nunca podrá contener ni sostener nada. La sabiduría está en mantener estas dos grandes polaridades en perfecto equilibrio. Hay momentos en donde hay que ser emisores y hay momentos en donde hay que ser receptivos. Cuando una función predomina en detrimento de la otra se quiebra la armonía de la vida.
Nuestra civilización ha sido emisora de ideas, inventos, se han hecho grandes hazañas; las cualidades masculinas han dominado los intereses del mundo, en la mayoría de las veces, sin tener en cuenta si se conserva el medio ambiente o no. Cabría preguntar: ¿por qué las cualidades femeninas se han tenido por inferiores a las masculinas? Todavía hay predicadores de buena voluntad que trabajan arduamente por un mundo mejor pero que afirman que la mujer es la tentación del hombre, que el hombre pecó por culpa de la mujer. Aristóteles dijo: “La mujer es mujer en virtud de cierta falta de cualidades”; Tomás de Aquino expresó: “La mujer es un hombre fallido”; San Agustín: “La mujer es una bestia ni firme ni estable” y Freud: “La mujer es un hombre sin pene”. Y un ejemplo más cercano lo tenemos en Walt Disney. En toda su producción la madre ha muerto, o hay una madrastra, o la figura femenina es el la bruja mala. El concepto de familia está completamente ausente de todos sus cuentos; Mickey y Mimi no tienen hijos y el pato Donald lo que tiene son sobrinos. Sin embargo en sus historias el padre es exaltado y vemos bellas relaciones entre el padre y los hijos. Pareciera que el mensaje escondido de Disney es: las madres han muerto. Cabría preguntarse, ¿cuál ha sido la repercusión en las conciencias de los niños a los que hemos llevado, década tras década, a ver las bellas películas de Disney o a quien le hemos leído sus cuentos? Walt Disney nos enseño a imaginar, pero no se pudo sustraer de su cultura.
Vamos a tratar de descubrir las ideas que han generado esta condición de inferioridad que ha afectado a la mujer de muchas maneras creando una dosis incalculable de sufrimiento en el mundo.
De diferentes maneras, la humanidad siempre ha buscado el mundo espiritual. Hasta prácticamente ayer se creyó que la materia era un estado inferior de la creación, algo contrario e irreconciliable con el espíritu. La física moderna nos dice que el 99 por ciento del átomo está vacío. ¿Dónde está la materia? Ahora se sabe que materia y espíritu, o materia y energía son la misma cosa expresándose de diferentes modos. Este pensamiento revoluciona el concepto del mundo y une las dos grandes polaridades de Espíritu y Materia. Porque a través de los espacios interorbitales de los átomos llegamos al espíritu. Porque el espíritu es todo. Todo es divino, la materia tiene espíritu y el espíritu materia. Grandes pensadores modernos nos han señalado esta gran verdad. La compañera de Aurobindo, a quien llamaban Madre, decía: “No hay más que UNA realidad, no hay más que UNA vida, no hay más que UNA conciencia: lo Divino.
En la naturaleza, la mujer representa la materia y el hombre el espíritu; si creímos que la materia era pecaminosa, de ahí a pensar que la mujer es inferior y la tentadora del hombre sólo había un pequeño paso. Recordemos que Moisés escribió el Génesis utilizando a la mujer como el símbolo de la tentación. Si bien fue un símbolo, lo que quedó como mensaje en la mente colectiva de Occidente fue que la mujer es inferior al hombre. Esta lamentable creencia ha desequilibrado toda nuestra historia. ¿Cómo podemos tener un mundo de paz si en la base misma de la sociedad se vive en guerra?
Dios Padre es el Espíritu, el Polo Positivo; Dios Madre es la Sustancia Primordial (el Polo Negativo) y el Hijo (el campo magnético entre ambos) es la Conciencia, el Cristo. Así danza la Creación eternamente. Cuando esta ecuación se altera y la danza de las polaridades está desequilibrada el Hijo sale deformado. Cuando vemos la danza de las polaridades en nuestra historia y cómo la mujer ha sido considerada inferior al hombre, no es de extrañar que el hijo, que es nuestra civilización, haya salido deformado.
La mujer, tratando de recuperar su posición en la sociedad, se rebeló. Lo lamentable es que para poder ocupar un sitio respetable tuvo que ponerse los pantalones para no dejarlos nunca. Decidió ejecutar la única función acreditada por la sociedad, la masculina y como consecuencia el desequilibrio ahora es mayor. No hay madres en la mayoría de los hogares, la maternidad es un oficio de tiempo completo, en especial en las primeras edades; no se puede ser madre en ausencia. El ambiente del hogar depende de la mujer, no del hombre. Conocemos el cuadro, la mujer llega cansada de trabajar, a preparar comida, atender la casa, los chicos y... ¿qué ambiente puede generar? Con el abandono de la función femenina por parte de la mujer nuestra sociedad ahora tiene mujeres muy preparadas y competitivas, pero nuestros niños no tienen madres... Y el desastre los estamos viendo sin saber qué hacer...
Si estamos en el umbral de una nueva civilización, para poder recibir las nuevas ideas, los nuevos arquetipos, tenemos que dar el cambio hacia lo femenino. El Maestro M. Aivanhov anunció que la humanidad tiene que hacerse femenina para poder recibir lo nuevo, para que el reino de los cielos descienda a la tierra. En un mundo que está en manos del materialismo egoísta, emitiendo constantemente formas para auto-sostenerse, si no logramos el cambio y nos ponemos receptivos, ¿cómo van a descender los nuevos arquetipos? Lo femenino es la fuerza capaz de cambiar las actuales condiciones del mundo por su poder de recepción y contención.
En el principio de nuestra carrera evolutiva el animal fue fecundado con la mente y nació el hombre. Ahora el hombre será fecundado con el amor y nacerá el superhombre. Para que se produzca esta fecundación tenemos que ser receptivos, tenemos que ofrecer un vientre capaz de ser fecundado para que nazca el hombre nuevo, el hombre solar, el hombre de Acuario.
¿Te das cuenta del por qué se dice que esta era es femenina? No es porque la mujer va a dominar, ¡nada más lejos de la verdad! Es simplemente porque será emitida la nota de lo femenino para poder recibir lo nuevo. Y vendrá entonces una comprensión del valor de lo femenino, no para dominar, sino para ocupar su lugar al lado de lo masculino, creando el equilibrio perfecto que producirá un mundo nuevo, un nuevo génesis de belleza sin igual. Entonces tendremos, sobre la faz de la tierra, la nueva familia humana que manifestará el perfecto equilibrio, tanto en los roles del padre como en los de la madre, terminando la competencia y la guerra que tanto sufrimiento han generado. Las dos partes se mirarán y se darán cuenta que son partes complementarias de una unidad superior y la familia humana será expresión de la unión indisoluble y perfecta del espíritu y la materia. Y entonces las palabras del Cristo cuando dijo, “lo que Dios une, el hombre no lo puede separar” serán comprendidas en verdad.
Con profundo amor
Carmen Santiago.
Namaskar
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