Al aprender a responder a tus necesidades auténticas, permitiendo que las que son artificiales se sitúen a un lado, como mecanismos innecesarios de defensa que es lo que son, te haces más abierto, comprensivo y compasivo con los demás.
En el transcurso de cualquier vida humana existe un dar y tomar natural. Cada ser humano tiene necesidades auténticas y artificiales, y ésa es la razón que explica el que la firmeza natural de la corriente existente entre nosotros proceda de un medio vivo. Comienzas a aprender a dar y a tomar cuando empiezas a funcionar utilizando la comprensión de lo que son tus verdaderas necesidades y a aprender a comprometerte, a dar y a ir más allá de lo que marcan tus límites en el momento en que esa comprensión alcanza a entender aquellas partes de ti mismo que no son auténticas o que no contribuyen a acrecentar tu desarrollo.
Si observas con franqueza tus propias necesidades
verdaderas, comprobarás que lo que en realidad sientes amenazado cuando
experimentas una necesidad artificial es una pérdida de poder y,
en consecuencia, en lugar de optar por enfrentarte a ella directamente, creas
una necesidad artificial que se convierte en tu intérprete.
Aprende a prestar atención a las necesidades reales
de tal manera que no te veas en la obligación de cargar con modelos de conducta
impropios de tu naturaleza, que te ensombrecen, y que te proporcionan una
personalidad artificial con la que debes cumplir.
Comienza por observar con franqueza tus propias
necesidades en acción -hasta qué punto son reales y hasta dónde no-, excepto
cuando se trate de experimentar una emoción negativa. Debes trabajar a partir
de colocarte un paso alejado de aquel sentimiento, de tal manera que la
distancia te permita acabar para siempre con tu ceguera o con el
desconocimiento de lo que estás sintiendo.
Sitúate a la distancia de un paso para que le permitas
comenzar a funcionar a través de ti sin dejarle que penetre tan profundamente
como lo hace cuando se trata de crear acciones y pensamientos negativos,
problemas emocionales o cualquier otro tipo de reacciones que crea en tu
interior. Sitúate un poco alejado de esa necesidad, y cada vez que seas capaz
de observarla, advertirás que te encuentras más alejado de ella. Comenzarás
entonces a ser capaz de contemplar a la ilusión (maya) en acción, y eso forma
parte del auténtico poder.
Fuente: Escuela Claridad
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