No intentes cambiar a nadie
limítate a iluminar,
porque es tu luz la que invita
a tu prójimo a cambiar.
Que en estos tiempos extraños
en que elegiste volver,
tu tarea, compañero,
no es otra que la de “ser”.
Y si ése que va a tu lado
se encuentra dormido acaso,
respeta su desarrollo
y su aparente retraso.
Contémplalo con ternura
y acéptalo tal cual es,
y déjalo que prosiga
marchando sobre sus pies.
No te olvides que él está
siguiendo su “plan de vida”
ese que le armó su alma
al preparar su venida.
Y tú no puedes lograr
que eleve sus vibraciones,
ni con presiones abiertas
ni sutiles empujones.
Porque hay ciclos en la vida
que no se pueden forzar
¡ya su corazón un día se abrirá de par en par!
Y entenderá cabalmente
de forma clara y certera,
que esta vida es solamente,
una ilusión pasajera.
Tú entra en tu propio silencio,
y en forma suave y callada,
deja que tu luz interna
se filtre por tu mirada.
Tu impronta suave y serena
produce su propia acción,
y esparce sobre las cosas
silenciosa inspiración.
Y cuando dejas que el otro
transmute su propia cruz,
no intentas cambiar a nadie,
Deja que encuentre su luz.
Anónimo.
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