Mes de Libra
2016
Cuando
percibimos la vida sólo desde su apariencia externa, la vida pierde significado
porque lo más valioso de este mundo es invisible. La crisis de nuestro tiempo
está asentada en una doctrina que poco espacio le deja al espíritu humano. Nos
hemos especializado en propiciar el materialismo y su economía carente de
humanismo como si fuera algo natural.
En tiempos de
la revolución industrial, el ser humano pasó a valorarse, no por lo que era
sino por lo que producía. Charlie Chaplin buscó alertarnos con pasión pero sin
resultado. Luego pasamos a valorar al ser humano por su poder de consumir.
Mientras más
consumo, más rico soy. Pero el consumo, que está basado en cosas
materiales, nunca satisface la verdadera necesidad humana.
Luego
inventamos el crédito que permite el consumo sin tener los recursos para
obtener el objeto del deseo. Y así llegamos al estado actual de la mayoría de
los ciudadanos de las grandes, y no tan grandes, ciudades del mundo en donde se
trabaja para pagar deudas. Pero no solo los individuos, las naciones también
trabajan para pagar “su vergonzosa deuda externa”.
Es de tontos
pensar que en un planeta finito puede haber un crecimiento infinito. Y es más
tonto aún tener ese crecimiento como índice de éxito. Existe una ley Cósmica
que dice que todo lo que se expande, se contrae. Como la pulsación, o la
respiración cósmica que impregna todo el Universo. Como el día y la noche, la
luna llena y la nueva, el amanecer y el atardecer… La Naturaleza exhibe esa Ley
en infinitas manifestaciones. Y los economistas de nuestro tiempo pretenden un
crecimiento sostenido. Es imposible. Nos estamos equivocando. Lo que crece más
allá de su medida posible, colapsa.
Esto me trae a
la memoria un consejo que el Maestro D.K. da a los discípulos que realmente
quieren ayudar al mundo. Les pide que se dediquen a la economía porque dice
que, junto con la psicología que no contempla el alma, ellas dos son las
ciencias más atrasadas de la humanidad.
Hemos perdido
el sentido de la existencia dejando de lado “el ser” para vivir en “el tener”.
Y como buscamos la felicidad en donde no está no la encontraremos jamás.
Los grandes
Maestros dicen que el ser humano es como un árbol, sólo que al revés. Sus
raíces están enraizadas en las más altas esferas de la vida y su copa está
abajo, en el mundo material, en donde se expresa como ramas, hojas, flores y
frutos.
Lo mismo que le
sucede al árbol cuando no recibe el alimento a través de sus raíces, que las
ramas y las hojas se debilitan y se marchitan, cuando no recibimos el alimento
espiritual no podemos dar flores y frutos, solo producimos hojas secas.
Buscamos eso
imponderable que le da gozo a la existencia, y eso sólo se haya en el espíritu
y somos, precisamente nosotros, portadores del espíritu, los que le damos ese
sabor a todas las cosas materiales.
Cuando me
desconozco en lo que realmente soy, cuando no me doy cuenta que soy el
pensador, el alma que habita una personalidad y me confundo y me creo que soy
el instrumento, todo se invierte, las raíces se vuelven hacia abajo y por más
que luche, y por más que me esfuerce no podré alimentarme adecuadamente, porque
“mi reino no es de este mundo…”
Como nuestro
mundo materialista y su economía de mercado necesita consumidores para poder
permanecer vigente, los produce, utilizando la tecnología disponible y el
conocimiento moderno de la psiquis humana y sus procesos de percepción. Estamos
expuestos a un bombardeo de propaganda para convencernos de que la felicidad
está en el tener, la gran mentira de nuestros tiempos.
Busca el
antídoto. Introdúcete en ti mismo, regálate tiempo y quédate contigo por unos
instantes. Promueve la mirada interna todos los días, porque todos los días el
árbol de tu vida tiene que alimentarse para que puedas enfrentar los retos que
la vida te presenta. La cuestión no es tener o no problemas sino tener la
fuerza de solucionarlos y cuando no es posible, poder vivir y lograr un grado
de equilibrio a pesar de lo que pueda estar sucediendo.
Aunque las
cosas externas permanezcan iguales, como has fortalecido tus raíces
espirituales, todo cambia simplemente
porque cambió tu percepción.
Adentro muy
adentro está todo lo que buscas porque te buscas a ti mismo. Sin esa sal, la
vida no tiene sabor. Sin tu alma, sin tu espíritu, sin esa chispa divina que
eres, ese rayo de sol que llegó a la Tierra para darle ese elemento
imponderable que está en cada ser humano y que el Maestro Jesús llamó “la sal
de la tierra”, nada tiene sentido, nada tiene sabor.
La felicidad
está en las cosas eternas, sublimes, bellas que son elementos que sólo el mundo
interno tiene. Cuando vives desde tu interior, ellas salen, como un manantial,
y van aportando ese brillo especial a todo lo que ves y tocas. Entonces puedes
disfrutar la existencia material porque el mundo interno le da vida, luz,
belleza, le da significado a cada cosa de tu existencia. Y la puedes disfrutar
como nunca antes.
Practica la
relajación, la meditación, la oración. Conócete en tu interior y estarás
conociendo tu verdadera existencia, desde donde brota el manantial de la
felicidad.
Y desde ese
manantial, juntos, celebremos la vida.
Con amor
profundo,
Carmen Santiago
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