A 3.200 metros sobre el nivel del mar, se suspende entre la nubosidad
una localidad de 7 familias llamada Alto Calilegua. Bettina Bulgheroni visitó
con su Puente de Esperanza a una agrupación que ayuda a las siete familias que
viven en un paisaje de fantasía
Al Alto se llega únicamente a pie tras una caminata exigente de 12 horas
cuesta arriba
Alto Calilegua puede ser el techo o puede ser el piso. Lo determina un
manto de nubes que a veces se posan en el cielo para marcar la
diferencia. "El techo de las yungas", visto desde abajo.
"Donde nacen las nubes", visto desde arriba. Arriba es a 3.200 metros
sobre el nivel del mar, donde se suspende una localidad llena de magia y de
necesidades.
El pueblo es en sí una aventura. Una veintena de casas, una
escuela, un centro de salud, un promedio de siete familias que allí habitan, en
las alturas, en un parador natural ideal para apreciar las yungas y la Quebrada
de Humahuaca, rodeados de un paisaje único, autóctono. Su acceso único es
a pie: una travesía que alimenta la filosofía mágica, fantástica de su esencia.
Su ascenso demanda doce horas de caminata cuesta arriba a través de un sendero
que atraviesa la selva montana. Durante el recorrido se distinguen las
variaciones de la vegetación que cambian conforme la altura, se contemplan
paisajes de ensueño que ofrecen la aridez profunda de la Quebrada y el verde
vivo de las yungas. Un esfuerzo físico y mental que tiene su premio en la cima.
Ese turismo de aventura gestó un sentimiento colectivo de
solidaridad. Una agrupación de jóvenes del pueblo de Ledesma transformó
sus paseos en campañas. "No tienen nada y hay mucho por hacer",
resumió Maxi, uno de los colaboradores del trabajo solidario "Dar es
Dar", una iniciativa que se conecta a través del grupo de Facebook "Alto
Enero, Calilegua".
En la actualidad viven un promedio de siete familias, rodeadas de un
paisaje mágico
Atraídos por la belleza del paisaje, comenzaron a estrechar lazos con
los lugareños. Esta vinculación alentó pequeños gestos que terminaron alterando
el objetivo de cada viaje. Ayudar significó el gen de cada expedición. Se
realizaron donaciones de alimentos no perecederos, ropa, juguetes, para luego
intervenir en las proyecciones más profundas. La energía es deficiente,
precaria, no hay luz eléctrica, no hay gas y sólo una persona administra la
escuela y el centro de salud.
"Es un pueblo que todavía conserva la identidad cultural de la
región", explicó Maxi para luego enumerar cuáles son sus principales
aspiraciones: "Nuestra intención es brindar conocimientos, preparar a
la gente, capacitarla para que puedan tener un desarrollo de agricultura
orgánica. Queremos encontrar esas herramientas, esos puentes para que puedan
desarrollarse". Los proyectos que están llevando a cabo son fabricación de
un invernadero para la huerta orgánica, la construcción de cocinas solares y
talleres en los que se enseñen arte y pintura.
En el pueblo llegaron a vivir 400 habitantes, que migraron por la
escasez de recursos
En octubre del 2015, en una visita al pueblo Alto Calilegua, llevaron un
termotanque solar y una cocina solar, que sirven para dar energía en el
establecimiento educativo.
Las personas del lugar quieren trabajar, es por eso que para enero
de 2017 viajarán docentes de la Universidad del Litoral y estudiantes de la
Universidad de Córdoba que brindarán talleres de elaboración de quesos y
yogur, y también para asesorar al pueblo en agricultura orgánica.
"No somos una fundación, sólo somos un grupo de chicos
universitarios de diferentes provincias",
anunció Maxi, integrante de un conjunto de aproximadamente 30 jóvenes
sin banderas políticas ni religiosas que sólo quieren contagiar
sus ganas de ayudar. Ya llevan realizados cuatro viajes a Alto Calilegua y
no detienen su espíritu solidario.
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