Este nuevo año recién iniciado nos depara algunos cambios importantes en sus ciclos astrológicos.
El más importante es el cambio de Plutón a Acuario que tendrá
lugar el 23 de marzo, donde residiera unos meses antes de despedirse de
Capricornio en su retrogradación.
Pero tenemos algunos más.
Por ejemplo, Saturno empezará a transitar por Piscis el 7 de marzo, Júpiter entrará en el signo de Tauro el 16 de mayo, el 17 de julio se producirá el cambio de eje nodal activando los signos de Aries y Libra hasta enero del 2025.
Los ciclos astrológicos marcan la cualidad del cielo o la
dinámica arquetipal del inconsciente colectivo.
Conocer sus ritmos nos ayudan a profundizar en el presente y a
identificar cómo podemos aprovecharlos en la gestión de los retos que se activan
en nuestras propias cartas natales.
Nuestra escuela organizará dos intensivos online dedicados a
los ciclos astrológicos de este 2023, te informaremos con más detalle en la
próxima newsletter.
Y, sin más preámbulos, veamos ahora el gráfico de este primera
Luna llena de este año.
Ya de primeras, nos encontramos con un plenilunio dinámico en
el que las luminarias forman un triángulo de ambivalencia con Urano y el Nodo
Norte en Tauro, acompañado por dos figuras lineales que buscan nuevos
horizontes.
Destaca Plutón sin aspectos, al final del signo de
Capricornio, como si esta Luna llena le acompañara en el anuncio de su próximo
cambio de signo (recuerda, Plutón entra en Acuario el 23 de marzo, justo
después del Equinoccio de marzo).
Este plenilunio activa la voluntad que lidia con los retos
externos, y cuya motivación es poner luz sobre las polaridades entre la mente y
las emociones; dos visiones distintas pero no siempre antagónicas.
A nivel personal, se nos presentan dos formas de enfocar las
situaciones relacionadas con los ejes de casas que activa el plenilunio en
nuestra carta.
El eje Capricornio/Cáncer
También conocido como «el eje de individualización»,
corresponde a la capacidad de desarrollar nuestras propias cualidades.
Dentro de la dinámica de los signos, en la experiencia de
Capricornio también se activan las fuerzas opuestas del signo de Cáncer: en el
proceso de encuentro con uno mismo, el ser humano tiene que gestionar los retos
de la polaridad que surgen entre el colectivo y la individualidad, dos polos
que pueden llegar a unirse desde el interior de uno.
Esto significa que, una vez que el individuo ha alcanzado el
punto más alto de la experiencia de sí mismo (Capricornio), aparece el deber de
regresar a La Humanidad, es decir, a volver a unirse al colectivo (Cáncer), identificando
así los dos extremos del eje de la individualización.
Sin abandonar el compromiso con uno mismo, uno puede estar
presente y seguir disfrutando de todas y cada una de las actividades en su
círculo familiar, laboral y social. Enraizado con los pies en el suelo y al
mismo tiempo desarrollando su propia creatividad.
Durante la luna llena de Capricornio podemos percibir un
impulso intenso que estimula la interiorización y la reflexión interna. De
algún modo, nos ofrece una oportunidad de renacimiento espiritual, la misma que
inicia al Ser Humano a los misterios de la vida.
Dos apuntes más sobre la carta de este Plenilunio: el toque de
Urano puede originar desenlaces inesperados y pon atención para activar la
voluntad transformadora de la motivación que, a un nivel más sutil, trabaja
Plutón.
¿Qué casas en tu carta activa esta Luna Llena? ¿Dónde se
encuentran Urano y Plutón? Ahí, como siempre, tendrás las claves.
Hércules y la liberación
de Prometeo
Comprendamos un poco más a Capricornio desde el mito, desde el
décimo trabajo encomendado a Hércules: rescatar del inframundo a Prometeo,
encadenado a una gran roca mientras un buitre devoraba su hígado cada día
(porque al ser inmortal, se regeneraba) y custodiado por Cerbero, un monstruoso
perro guardián de tres cabezas con serpientes enroscadas en sus cuellos al que
debía enfrentarse.
Su falta: haber robado el fuego al cielo, a los Dioses.
Conocida su nueva tarea, Hércules desciende al inframundo
emprendiendo un viaje costoso y solitario, guiado en los momentos más duros por
Atenea (la Diosa de la sabiduría) y recordando las palabras de El Gran Maestro:
«La luz de la vida debe ahora resplandecer dentro de un mundo de oscuridad».
Cruzó entonces el lago Estigia (el que deben de cruzar las
almas de los muertos de camino al Hades) junto al barquero Caronte, se encontró
con Medusa y, a través de sendas laberínticas llegó a la sala del Rey Hades, al
que expuso su propósito de liberar a Prometeo, que accedió con una condición:
vencer a Cerbero con sus propias manos desnudas, sin arma alguna.
Y así lo hizo, lanzándose sobre su cabeza central y,
estrechándole por su garganta, contenerle, hasta el punto de apaciguar su
fuerza.
Hércules pudo entonces romper las cadenas que aprisionaban a
Prometeo, liberarlo y regresar con su trabajo cumplido.
Así es como el grabador alemán Sebald Beham inmortalizó la
escena en 1545.
Profundizando el mito...
El encadenamiento de Prometeo simboliza nuestra alma cautiva
del perro Cerbero, que representa nuestra personalidad, esa identificación
plena con el mundo material, el deseo y las ilusiones.
Por otro lado, el buitre que devora a diario su hígado, es el
mito de los que viven dormidos y que fundamentalmente viven a través del mundo
emocional, éste les envuelve y afecta su día a día a través de su plexo solar.
En cualquier caso, una parte importante de la Humanidad ha
comenzado ya un proceso de autodescubrimiento, autoconciencia, autorrealización
y descenso a su inframundo particular, y lo hace desde un proceso de
interiorización que es posible gracias a la luz de la atención plena momento a
momento (en el mito, ese acompañamiento de los Dioses en el descenso al inframundo
de Hércules).
El mensaje es claro: si nos permitimos guiarnos por ese estado
de atención plena, de serena expectación, durante este viaje a nuestro más
profundo interior, los retos externos desaparecen (tal como le sucede a
Hércules con Caronte y el encuentro con la Medusa, que al final son hechos
irrelevantes).
Y otro apunte más, casi igual de importante, es la manera cómo
Hércules vence a Cerbero, que lo hace con sus manos desnudas y, por tanto,
sirviéndose únicamente de su Yo superior, lanzándose además sobre la cabeza
intermedia, la del deseo, aquella que de hecho gobierna la personalidad.
Capricornio define este camino de liberación como el ascenso
de la cabra a lo alto de la montaña. Un ascenso gradual que culmina en la cima
de la autoconciencia.
Cuando el verdadero sentido de la realidad reemplaza tanto a
la ambición terrenal como a la ambición espiritual, el hombre puede decir:
«Estoy perdido en la luz suprema, pero vuelvo mi espalda a la luz» que es el
pensamiento semilla de Capricornio.
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