Si bien
el proceso mental o intelectual nos permite conocer, hay otra forma diferente
de conocer cuando trascendiendo el pensamiento, tenemos una vivencia y
sentimos. La información recibida queda grabada como experiencia y no como mera
información.
Es importante
reconocer la gran diferencia entre el sentir y la emoción. Son dos cosas muy
distintas porque mientras una te da información la otra te la tapa. El sentir
requiere un proceso previo mental y luego un cese de pensamiento. La emoción,
en cambio, nubla la percepción. La única forma de manejar la emoción es
pensando. Las aguas emocionales se aquietan y no enturbian la percepción cuando
el Pensador las mira.
El sentir
es una forma de conocer que es propia del corazón. La información no sólo
resuena en la cabeza sino que recorre todo el cuerpo. He reflexionado mucho en
este proceso y creo firmemente que cuando sucede es porque algo de la Luz del
Alma ha
penetrado su instrumento. Y entonces sobreviene una certeza profunda
acompañada de una paz y también de gozo. No se trata de negar el proceso de
aprendizaje a través del estudio sino de señalar que hay otra forma de conocer,
que inclusive nos puede ayudar a tener un mejor entendimiento intelectual
porque desencadena procesos en el cerebro que aumentan su poder de percibir.
Para
poder sentir así hay que estar en equilibrio. Estar en equilibrio es estar en
el presente percibiendo el momento que se vive y no escapando al pasado a
través de los recuerdos o al futuro, a través de las proyecciones. Y ahí está
precisamente el reto. No sabemos estar en el presente.
¡Cuántas
cosas llenas de vida y de luz nos pasan desapercibidas simplemente porque
nuestra mente se mudó a otra parte y no está presente!
Después
de tantos años, ahora entiendo lo que pasaba cuando por primera vez estudié
el Tratado Sobre Fuego Cósmico, dictado por el Maestro D.K. a Alice
Bailey. Como era el primer libro del Maestro que leía tenía muy poca
información como base para entenderlo, pero la lectura ejercía en mí una
atracción tan grande que al concentrarme tanto empezaba a percibir, ya no por
el intelecto sino por esa otra forma de percibir que llamo sentir. Viajaba por
el Universo. Inclusive hacía preguntas al aire y sus respuestas, luego de un
tiempo, como flechas de luz llegaban a mi mente.
Se
estudia, se busca entender, pero hay un momento en el que hay que soltar y no
quedarse atrapado tratando de entender. En ese momento se respira profundo y uno se
deja ir. Debido a la fuerza magnética que contiene esa enseñanza queda
uno, por un instante, sumergido de lleno en el presente. No hay pensamientos.
Entonces viene el sentir. Uno ya no piensa, siente las cosas, las toca, no con
las manos sino con la propia energía. Y se establece una comunión.
Recuerdo
que cuando buscaba entender el tema álgido de las cadenas de mundos y sus
globos, las rondas y las razas, tuve un sueño a una ensoñación. Da igual. Me vi
en un cuarto en donde estaban representadas las cadenas de mundos con globos
que flotaban en el espacio. Uno recibía información simplemente colocando las
manos en el globo elegido por medio del tacto.
El tacto
no sólo es tocar en el plano físico. En el plano astral es sicometría, en el
plano mental sicometría planetaria, en el plano búdico es curación y en el
plano átmico, servicio. Es el sentido del Segundo Rayo de Amor Sabiduría
Cuando te
colocas en el presente tocas no sólo con tu piel sino con tu piel invisible, tu
aura, tu energía. Tu presencia se convierte una fuente de bendiciones porque al
tocar todo a tu alrededor dejas esa impronta de luz que contiene el tiempo
presente y enriqueces la vida.
Busca ese
sentir, más allá de los procesos mentales y conocerás otra dimensión de las
cosas. Conocerás mejor a tus familiares, a tus amigos, a tus hijos. Conocerás
mejor la enseñanza y sus misterios. Descubrirás la belleza que te rodea en lo
cotidiano y podrás ofrecerte a tus seres queridos plenamente porque estarás
realmente con ellos.
Yo estoy
aquí para ustedes con amor,
Carmen
Santiago
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