“No es mirando a la luz como se
vuelve uno luminoso, sino hundiéndose en su propia oscuridad” Carl G. Jung
Una sombra es una región de
oscuridad donde la luz es obstaculizada. Todos nacemos completos, pero la cultura
y la educación nos exigen que sólo expresemos parte de nuestra naturaleza y
despreciemos otras facetas de nuestro patrimonio humano.
A un nivel psicológico, la sombra es
todo lo que hemos arrojado al inconciente por temor a ser rechazados por las personas
que desempeñaron un papel determinante en nuestra formación. Temimos perder su
afecto decepcionándolas o creándoles malestar a causa de nuestros
comportamientos o de algunos aspectos de nuestra personalidad. A temprana edad,
aprendimos a distinguir lo que era o no aceptable a sus ojos y para agradarles
nos apresuramos a relegar grandes porciones de nosotros mismos a los sótanos
del inconciente, en nuestro afán por eludir la desaprobación de las personas a
las que amábamos o de las que dependíamos.
Sensibles a la apreciación de los otros, nos mostramos amables, correctos, educados y responsables. Y para lograr este cometido tuvimos que rechazar todo aquello que pareciera vergonzoso o reprensible. Por una gran necesidad de afecto y aceptación nos adaptamos a las exigencias, las reglas y las leyes de nuestro medio. De esta forma, poco a poco se fue construyendo en el fondo de nosotros mismos un mundo subterráneo hecho de represiones y rechazos acumulados.
Sensibles a la apreciación de los otros, nos mostramos amables, correctos, educados y responsables. Y para lograr este cometido tuvimos que rechazar todo aquello que pareciera vergonzoso o reprensible. Por una gran necesidad de afecto y aceptación nos adaptamos a las exigencias, las reglas y las leyes de nuestro medio. De esta forma, poco a poco se fue construyendo en el fondo de nosotros mismos un mundo subterráneo hecho de represiones y rechazos acumulados.
Es así como la retroalimentación
continúa de nuestros padres, maestros y amigos va modelando la forma en que nos
presentamos ante el mundo en un desesperado esfuerzo por sentirnos seguros,
aceptados y queridos. De esta manera, el ego y la sombra van creándose
simultáneamente dentro de cada uno de nosotros, en una danza hasta conformar
nuestra personalidad, que es la entidad o el conjunto de características con la
que nos presentamos y expresamos ante la sociedad.
De acuerdo con Carl Gustav Jung la
sombra psicológica está constituida por el conjunto de frustraciones,
experiencias vergonzosas y dolorosas, temores, inseguridades y agresividad que
se alojan en el inconsciente del ser humano. La sombra contiene todo lo
negativo de la personalidad que el yo, que es el centro rector de la parte
consciente, no está siempre en condiciones de asumir y que por lo mismo puede
llegar a frenar la manifestación de nuestra auténtica forma de ser y de sentir.
Para poder entenderla mejor,
imagínese a la sombra como una reacción igual y opuesta al rostro que mostramos
al mundo. Si somos extrovertidos y sociables, la sombra será introvertida y
reservada. Siempre y cuando podamos incluir ambos polos de esta dicotomía en
nuestra conducta, la sombra se parecerá más a nuestra personalidad consciente y
nosotros estaremos más y mejor integrados.
Podríamos decir que todo lo que
admiramos o rechazamos en otros existe en nuestro interior. La sombra que
todavía no ha sido integrada en la conciencia origina una multitud de
proyecciones en las que acusamos a los demás de defectos, cualidades e impulsos
que anidan en nuestro interior y que no nos gusta reconocer, tales como el
egoísmo, la negligencia, la ambición desmedida, la pereza, el apetito sexual,
etc.
Normalmente cuando la persona no
puede asumir esas características en sí misma, las atribuye a los demás, esto
es que las proyecta en los otros. Así podemos ver reflejados nuestros propios
defectos o limitaciones, en las actitudes negativas que adoptamos hacia los que
nos rodean. Cuando los prejuicios y la crítica exacerbada nos impiden relacionarnos
con los vecinos, con las personas de otras ideologías o religiones, con las
otras razas, con los extranjeros, con otros partidos políticos, está
funcionando la sombra como una parte no integrada de la conciencia.
Es solamente después de haber alcanzado
una autodefinición aceptada por el mundo exterior cuando aparece la sombra para
exigir una totalidad. Y no se limita a tomar una posición igual y opuesta a
nuestra personalidad exterior, sino que asume una posición de contrapeso
alrededor de un centro representado por la persona que estamos destinados a
ser. No hacia la perfección, sino hacia la plenitud.
El primer paso del encuentro con la
sombra se origina en una necesidad de cambio que surge de una crisis personal.
En esas circunstancias el individuo experimenta vivencias de estancamiento,
depresión, falta de sentido de la existencia y en las que se siente
frecuentemente angustiado, aislado o incomprendido. Es el momento de
enfrentarse consigo mismo, de preguntarse que papel juegan sus actuaciones con
respecto a sus valores, su forma de ser, y cómo está afrontando las
dificultades que está viviendo. Esta proceso es difícil de realizarlo en
soledad, ya que se necesita la comprensión o empatía con el otro, un amigo, un
profesional de la psicología, un grupo de apoyo pueden ser de utilidad a crear
el espacio psicológico adecuado para comenzar el proceso de transformación e
integración de la sombra.
Para erradicar el odio, la guerra y
la destrucción debemos comenzar por asumir nuestros propios odios y resentimientos,
esto implica despejar el camino hacia la autenticidad. Hacia lo que realmente
soy que en última instancia, es una búsqueda espiritual, una búsqueda de la
trascendencia del ser humano.
El narcisismo generalizado que
caracteriza al hombre moderno dificulta enormemente el encuentro con este lado
oscuro y reprimido de la personalidad. Dentro de esta concepción energética de
la psique, la sombra puede invadir la consciencia inesperadamente llevando al
sujeto a comportamientos de violencia inusitada, ansiedad descontrolada u otros
tipos de actuaciones no habituales en las que se da una transformación en el
polo opuesto de su forma de ser.
La novela de Robert Louis Stevenson,
Dr. Jekil y Mr Hyde describe magistralmente esta transformación. Dr. Jekyl es
un científico honorable y bondadoso que crea una sustancia mágica que separa
todo lo negativo de lo positivo de su personalidad dando origen a Mr. Hyde un
personaje malvado que disfruta de la vida cediendo a sus más bajos instintos.
Cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde, una persona
afable en la vida cotidiana y otra entidad oculta y tenebrosa que permanece
amordazada la mayor parte del tiempo. Bajo la máscara de nuestro Yo consciente
descansan ocultas todo tipo de emociones y conductas negativas.
Que la sombra se convierta en
nuestro amigo o en nuestro enemigo depende en gran parte de nosotros mismos. La
sombra se hace hostil sólo cuando es negada o mal comprendida, por lo que no es
necesariamente un enemigo, de hecho es exactamente igual a cualquier ser humano
con el cual tenemos que entendernos, a veces cediendo, a veces resistiendo, a
veces mostrando amor, según lo requiera la situación.
Exteriormente podemos ser personas
limitadas con una identidad limitada; pero interiormente contenemos el
universo. Y se trata de un universo organizado y que tiene un propósito.
Aceptar y hacer honor a nuestra propia sombra es una importante misión, porque
gracias a ello se desarrolla la consciencia y se alcanza la plenitud y la
totalidad de nuestro ser.
Centro Holística Hayden
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011-15-5759-2868
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