La
porción de esta semana se titula Vayejí, que literalmente significa
“y vivió”, y hace referencia específicamente a la vida de Yaakov durante los 17
años que permaneció en Egipto. Se trata realmente de un relato acerca de la
preparación de Yaakov para dejar este mundo. Yaakov sabía que no permanecería
en este mundo por mucho tiempo y se dice que llamó a sus hijos diciéndoles:
“Reúnanse a mi alrededor y les diré qué le ocurrirá a cada uno de ustedes al
Final de los Días, Ajarit Hayamim”. Si el verso es leído de manera
literal, quiere decir que Yaakov le está diciendo a sus hijos, y a nosotros,
cuál será el proceso que cada uno atravesará, así como el proceso que el mundo
atravesará, para poder alcanzar lo que se conoce como la “Corrección Final”.
Sin
embargo, el Zóhar dice que esas palabras (Ajarit Hayamim) “Fin de los
días”, realmente contienen dentro de sí un secreto que nos sigue durante toda
nuestra vida y que es muy importante que entendamos. En la sección de Ki
Tisá, el Zóhar habla acerca de este secreto utilizando una parábola sobre
un rey y su hijo, el príncipe, quien caía continuamente. Por supuesto, nosotros
somos ese príncipe, somos ese individuo que continúa cayendo. El Zóhar
pregunta: ¿qué ocurre cuando un individuo cae continuamente, actuando de manera
egoísta? El rey, o la Luz del Creador, ya no deja que ese individuo esté a su
lado y por ende se cierra la conexión con la Luz del Creador.
Sin
embargo, el rey no envía lejos a su hijo solo, envía a la reina, la madre del
príncipe, para que esté con él. Y a partir de allí, la madre y el hijo, la
reina y el príncipe, deben sufrir juntos cualquier dificultad, cualquier
adversidad y cualquier dolor que provengan de las acciones del príncipe.
El Zóhar
nos está enseñando que en cualquier lugar en el que la combinación de las
palabras Ajarit Hayamim (Fin de los días) aparezca, se está
refiriendo no simplemente a un momento en la historia, sino al secreto de la Shejiná.
Debido a nuestras acciones negativas, nuestra madre, nuestra protectora
celestial (llamada Shejiná) es enviada para que esté con
nosotros.
Es
importante entender cómo trabaja este proceso y cómo está establecido este
sistema.
Conocemos
la ley de causa y efecto y sabemos que cada uno de nosotros, a través de
nuestras acciones negativas y egoístas de esta encarnación y de encarnaciones
previas, atrae para sí todo tipo de separación y oscuridad que tengan que
manifestarse en nuestra vida. Pero la realidad es que no toda la oscuridad, la
negatividad o la separación que hemos despertado está destinada a manifestarse
en nuestra vida. Cada uno de nosotros tiene un aspecto de la Shejiná,
nuestra madre celestial, quien nos rodea y siempre se asegura de que, sin
importar qué hayamos hecho y sin importar qué oscuridad o negatividad hayamos
despertado, nunca recibamos más de lo que podemos manejar (y a veces recibimos
incluso menos de lo que podemos manejar). Por ello, el secreto que Yaakov
reveló a sus hijos en esta porción es que nuestra protectora celestial, nuestra Shejiná,
detiene cualquier forma de negatividad que venga a nuestra vida y que no
podamos manejar.
Lo
anterior es bueno y malo. La buena noticia es que nuestra Shejiná nunca
permitirá el ingreso de negatividad que no podamos manejar a nuestra vida. Por
otro lado, es una mala noticia en el sentido de que nunca experimentamos
completamente la negatividad que hemos despertado y por lo general no tenemos
suficiente empuje ni deseo para cambiar dicha negatividad.
Así que,
¿qué tenemos que hacer?
Primero,
debemos entender esta idea que Yaakov nos revela en este Shabat, el concepto
llamado Ajarit Hayamim, el cual es el secreto de nuestra propia Shejiná personal.
Lo anterior quiere decir que a cualquier lugar que vayamos y cada experiencia
que tengamos (especialmente las negativas) son sólo el 10% del total que
deberíamos experimentar, mientras que la Shejiná sufre el 90%
restante.
La Shejiná evita
que la totalidad de nuestra negatividad se manifieste en nuestra vida, sin
embargo, esa negatividad y ese dolor tienen que irse a algún lado. ¿A dónde se
van? Nuestra protectora celestial las toma y siente el dolor hasta el momento
en el que atravesamos nuestra transformación y purificación, y eliminamos por
completo la negatividad que hemos creado. De tal modo, es importante que
elevemos nuestra conciencia para entender realmente cuánto dolor está
atravesando nuestra protectora, nuestra Shejiná personal.
Al
sentarnos confortablemente sintiendo que todo está bien, debemos saber que no
es así. Nuestra Shejiná, nuestra propia protectora celestial,
siente dolor a causa nuestras acciones.
Debido a
nuestra negatividad y a nuestras acciones egoístas individuales y colectivas,
nuestra Shejiná experimenta dicho
dolor. No te dejes engañar por los sentimientos de comodidad que puedas
experimentar, porque la única razón por la que no atraviesas la totalidad del
dolor que tus propias acciones han generado es debido a Ajarit Hayamim,
nuestra madre celestial que nos rodea y no permite que ninguna oscuridad se
manifieste en su totalidad. Y es crucial que esta verdad, esta realidad, no
evite que cambiemos, que nos purifiquemos y que crezcamos tanto como
necesitamos hacerlo.
Una de
las enseñanzas más importantes que Yaakov nos entregó antes de partir de este
mundo fue: “Debes saber que nunca estás solo. Sabe que tienes un escudo
protector llamado Shejiná a tu alrededor”. Debemos tener
presente que la única razón por la cual no estamos sintiendo el efecto completo
de nuestra negatividad es porque la Shejiná, nuestra madre y
protectora celestial, lo está sintiendo por nosotros. Debemos saber que la
razón por la que nos sentimos cómodos y sólo experimentamos una pequeña
cantidad de dolor y no la totalidad de la oscuridad que hemos despertado, se
debe a que tenemos la energía conocida como Shejiná que está
dispuesta a tomar para sí ese dolor hasta que decidamos que queremos cambiar y
hasta que tengamos el deseo suficiente para transformarnos y eliminar esa
negatividad y esa oscuridad de nuestra vida.
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