Centro Holística Hayden

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6 de enero de 2015

El secreto de tu propia protectora celestial

La porción de esta semana se titula Vayejí, que literalmente significa “y vivió”, y hace referencia específicamente a la vida de Yaakov durante los 17 años que permaneció en Egipto. Se trata realmente de un relato acerca de la preparación de Yaakov para dejar este mundo. Yaakov sabía que no permanecería en este mundo por mucho tiempo y se dice que llamó a sus hijos diciéndoles: “Reúnanse a mi alrededor y les diré qué le ocurrirá a cada uno de ustedes al Final de los Días, Ajarit Hayamim”. Si el verso es leído de manera literal, quiere decir que Yaakov le está diciendo a sus hijos, y a nosotros, cuál será el proceso que cada uno atravesará, así como el proceso que el mundo atravesará, para poder alcanzar lo que se conoce como la “Corrección Final”.   


Sin embargo, el Zóhar dice que esas palabras (Ajarit Hayamim) “Fin de los días”, realmente contienen dentro de sí un secreto que nos sigue durante toda nuestra vida y que es muy importante que entendamos. En la sección de Ki Tisá, el Zóhar habla acerca de este secreto utilizando una parábola sobre un rey y su hijo, el príncipe, quien caía continuamente. Por supuesto, nosotros somos ese príncipe, somos ese individuo que continúa cayendo. El Zóhar pregunta: ¿qué ocurre cuando un individuo cae continuamente, actuando de manera egoísta? El rey, o la Luz del Creador, ya no deja que ese individuo esté a su lado y por ende se cierra la conexión con la Luz del Creador. 

Sin embargo, el rey no envía lejos a su hijo solo, envía a la reina, la madre del príncipe, para que esté con él. Y a partir de allí, la madre y el hijo, la reina y el príncipe, deben sufrir juntos cualquier dificultad, cualquier adversidad y cualquier dolor que provengan de las acciones del príncipe.   

El Zóhar nos está enseñando que en cualquier lugar en el que la combinación de las palabras Ajarit Hayamim (Fin de los días) aparezca, se está refiriendo no simplemente a un momento en la historia, sino al secreto de la Shejiná. Debido a nuestras acciones negativas, nuestra madre, nuestra protectora celestial (llamada Shejiná) es enviada para que esté con nosotros. 

Es importante entender cómo trabaja este proceso y cómo está establecido este sistema. 

Conocemos la ley de causa y efecto y sabemos que cada uno de nosotros, a través de nuestras acciones negativas y egoístas de esta encarnación y de encarnaciones previas, atrae para sí todo tipo de separación y oscuridad que tengan que manifestarse en nuestra vida. Pero la realidad es que no toda la oscuridad, la negatividad o la separación que hemos despertado está destinada a manifestarse en nuestra vida. Cada uno de nosotros tiene un aspecto de la Shejiná, nuestra madre celestial, quien nos rodea y siempre se asegura de que, sin importar qué hayamos hecho y sin importar qué oscuridad o negatividad hayamos despertado, nunca recibamos más de lo que podemos manejar (y a veces recibimos incluso menos de lo que podemos manejar). Por ello, el secreto que Yaakov reveló a sus hijos en esta porción es que nuestra protectora celestial, nuestra Shejiná, detiene cualquier forma de negatividad que venga a nuestra vida y que no podamos manejar.

Lo anterior es bueno y malo. La buena noticia es que nuestra Shejiná nunca permitirá el ingreso de negatividad que no podamos manejar a nuestra vida. Por otro lado, es una mala noticia en el sentido de que nunca experimentamos completamente la negatividad que hemos despertado y por lo general no tenemos suficiente empuje ni deseo para cambiar dicha negatividad.

Así que, ¿qué tenemos que hacer?

Primero, debemos entender esta idea que Yaakov nos revela en este Shabat, el concepto llamado Ajarit Hayamim, el cual es el secreto de nuestra propia Shejiná personal. Lo anterior quiere decir que a cualquier lugar que vayamos y cada experiencia que tengamos (especialmente las negativas) son sólo el 10% del total que deberíamos experimentar, mientras que la Shejiná sufre el 90% restante.

La Shejiná evita que la totalidad de nuestra negatividad se manifieste en nuestra vida, sin embargo, esa negatividad y ese dolor tienen que irse a algún lado. ¿A dónde se van? Nuestra protectora celestial las toma y siente el dolor hasta el momento en el que atravesamos nuestra transformación y purificación, y eliminamos por completo la negatividad que hemos creado. De tal modo, es importante que elevemos nuestra conciencia para entender realmente cuánto dolor está atravesando nuestra protectora, nuestra Shejiná personal.

Al sentarnos confortablemente sintiendo que todo está bien, debemos saber que no es así. Nuestra Shejiná, nuestra propia protectora celestial, siente dolor a causa nuestras acciones.

Debido a nuestra negatividad y a nuestras acciones egoístas individuales y colectivas, nuestra Shejiná  experimenta dicho dolor. No te dejes engañar por los sentimientos de comodidad que puedas experimentar, porque la única razón por la que no atraviesas la totalidad del dolor que tus propias acciones han generado es debido a Ajarit Hayamim, nuestra madre celestial que nos rodea y no permite que ninguna oscuridad se manifieste en su totalidad. Y es crucial que esta verdad, esta realidad, no evite que cambiemos, que nos purifiquemos y que crezcamos tanto como necesitamos hacerlo.

Una de las enseñanzas más importantes que Yaakov nos entregó antes de partir de este mundo fue: “Debes saber que nunca estás solo. Sabe que tienes un escudo protector llamado Shejiná a tu alrededor”. Debemos tener presente que la única razón por la cual no estamos sintiendo el efecto completo de nuestra negatividad es porque la Shejiná, nuestra madre y protectora celestial, lo está sintiendo por nosotros. Debemos saber que la razón por la que nos sentimos cómodos y sólo experimentamos una pequeña cantidad de dolor y no la totalidad de la oscuridad que hemos despertado, se debe a que tenemos la energía conocida como Shejiná que está dispuesta a tomar para sí ese dolor hasta que decidamos que queremos cambiar y hasta que tengamos el deseo suficiente para transformarnos y eliminar esa negatividad y esa oscuridad de nuestra vida.


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