“Cuando el sol cambia de posición, inicia una nueva estación. El aliento de la primavera seduce incluso a las hojas temblorosas”.
El
Tao está en todas partes. Los verdaderos desentonados somos nosotros. El Tao
sigue su propio camino. Somos nosotros los que nos apartamos de su senda (o nos
interponemos en su camino).
Cada
acción del Tao tiene una certeza. Nosotros, sin embargo, sumidos en el placer y
la comodidad, somos incapaces de ver más allá de nuestra nariz.
El Tao no tiene conciencia, pero aún así es lo más elevado. Nosotros, en cambio, nos esforzamos por empujar los límites de nuestros pensamientos.
Entonces,
nuestro principal objetivo debería ser alinearnos con su música. Debemos
convertirnos en el instrumento más perfecto, afinándonos a nosotros mismos como
si fuéramos una bella arpa con gran habilidad. Si estamos lejos de la
perfección, ¿cómo podremos estar en armonía con la música universal? Una vez
que el ser humano ha acostumbrado sus oídos a esta música extraordinaria,
también queda abierto a las riquezas que el Tao tiene para ofrecer. Debemos
seguir ese sonido sin dudar a donde sea que nos lleve. Al igual que un músico
que despliega su talento abiertamente, o que se funde en el ritmo
extraordinario y creciente de la orquesta, los seguidores del Tao también
encuentran en esta música tanto un aspecto humano como una armonía universal.
Cuando
el sol empieza a calentar de nuevo, significa que la primavera está llegando.
Cuando el clima se vuelve cálido, el mundo entero parece entrar en una fiesta.
La naturaleza recibe un aliento renovado. Incluso las hojas que tiemblan con el
viento comienzan a adaptarse al ritmo de la primavera. Así como los seguidores
del Tao, vuelve tu rostro al sol. Vuelve tu rostro hacia el Tao; ¿No es esto lo
que todos deberíamos hacer?
Fuente:
Escuela Claridad
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