Nuestra civilización se ha alejado tanto de los verdaderos valores humanos que las decisiones más importantes a nivel global se toman teniendo en cuenta la ganancia material disfrazada de bien común. Esto produce la sensación de que el mal domina el mundo y nos hace pensar que la conciencia humana se ha oscurecido. Pero no es verdad. Creo firmemente que hoy, más que en ningún otro tiempo de nuestra historia, hay mucha más luz, muchas más conciencias despiertas y conscientes de su divinidad o que están en el proceso de despertar. Lo que ha sucedido es que las fuerzas involutivas, ésas que van en contracorriente de la evolución de la conciencia humana se han concentrado y han tomado el poder material del mundo. Pero no son mayoría.
El Maestro Tibetano afirmó a finales de la segunda
guerra mundial, que la próxima se liberaría en el plano mental y creo que ya
estamos en ella. Esto me llevó a pensar que, así como la Jerarquía Espiritual
de nuestro mundo obedece a un Plan de Luz y de Amor, hay otra Jerarquía que se
le opone. Y es importante ir descubriendo sus formas para no ser parte de un
movimiento involutivo contrario a la naturaleza de nuestras almas.
Según el Maestro Tibetano, la verdadera naturaleza
de lo que El llamó el “Mal Cósmico”, tiene su principal expresión en cuatro
pilares: el pensamiento erróneo, los falsos valores, el egoísmo materialista y
el sentimiento de aislamiento separatista. Son el contrapeso que mantiene
abierta la puerta en donde se halla el mal y fue lo que precipitó en el mundo
los horrores de la guerra. No creo que tengamos problemas en identificarlos
como cualidades de nuestro mundo actual. Son cuatro pilares que siguen en el mundo
sin que apenas se sienta alguna oposición.
A esto le sumamos la confusión que se deriva de la
enorme información que día a día llega, muchas veces contradictoria, que está
muy por encima de nuestra capacidad de absorber. No saber que es verdad o que
es mentira nos hace escépticos y esa indiferencia hace que la vida se viva
desprovista de sentido. El miedo se difunde a través de los medios de
comunicación todos los días y el miedo paraliza el razonamiento. ¿Ingeniería
social?
El sentimiento de aislamiento separatista lo vivió
dramáticamente la humanidad cuando no pudo ni siquiera estar al lado de sus
seres queridos al momento de la muerte, ¿recuerdan? Y los vacunados se alejaban
de los no vacunados, aunque fueran sus hermanos. ¿O es que no nos hemos dado
cuenta que el mundo cambió después de la pandemia?
¿Y qué está pasando con la familia, con la
identidad sexual y con los roles que han sido piedra fundamental de la
sociedad?
La fuerza de creer que lo más importante en la vida
es el dinero ha corrompido las mismas bases de nuestra civilización y nos está
llevando a ese punto de no retorno al que nunca debemos llegar. El materialismo
lo contaminó todo, las instituciones, los gobiernos, la salud, la educación,
todo…
Pero el alma humana, poderosa como es, no se puede
contaminar. Y así, como en estos tiempos de profundos cambios la humanidad
enfrenta al “Morador del Umbral”, compuesto por todos los horrores y errores
cometidos, toda la sombra acumulada a través de los siglos, de la misma manera,
en este inicio de una nueva era también aparece ante nosotros “el Ángel de la
Presencia”.
No se puede combatir el mal porque en el momento
que levantamos la mano para atacarlo nos convertimos en el mal. Jesús, que
inició esta Era que recién termina nos dejó la estrategia para disipar al
Morador y hacer que en su lugar aparezca el Ángel de la presencia: “Ama a tu
enemigo, no juzgues, perdona, ayuda al necesitado.” Todo ser humano tiene algo
de bueno y algo de malo. La estrategia a seguir reclama que permanezcamos
neutrales, que busquemos siempre el bien, que nos enfoquemos en la luz, que no
reforcemos las tinieblas luchando contra ellas sino generando el bien en cada
acto de nuestras vidas.
Vivimos una crisis civilizatoria en la que veremos
morir una civilización que ya dio sus frutos y está en plena
descomposición.
La pregunta que hoy nos tenemos que hacer es:
¿Estoy creando las condiciones en mi pequeña esfera de vida para la aparición
del nuevo mundo o estoy del lado de los que quieren preservar el pensamiento
erróneo, los fasos valores, el egoísmo materialista y la separatividad?
De todos nosotros depende el nuevo tiempo. La
crisis que vivimos es del reino humano, no es ni del reino mineral, vegetal o
animal. Es una crisis de valores. Se nos olvidó el propósito de la existencia,
nos olvidamos de la vida y le dimos prioridad a la forma. Hoy toca desandar el
camino reconociendo que en nuestro mundo interno está la razón de estar aquí,
de tener cuerpo, de que siendo inmortales vivamos la experiencia de la
mortalidad.
Y desde ese mundo interno tan lleno de vida y de
consciencia impregnemos nuestros ambientes y seamos la luz que disipa las
tinieblas. Es nuestra tarea.
Carmen Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario