Centro Holística Hayden

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29 de noviembre de 2024

PERO NO SON MAYORÍA

Nuestra civilización se ha alejado tanto de los verdaderos valores humanos que las decisiones más importantes a nivel global se toman teniendo en cuenta la ganancia material disfrazada de bien común. Esto produce la sensación de que el mal domina el mundo y nos hace pensar que la conciencia humana se ha oscurecido. Pero no es verdad. Creo firmemente que hoy, más que en ningún otro tiempo de nuestra historia, hay mucha más luz, muchas más conciencias despiertas y conscientes de su divinidad o que están en el proceso de despertar. Lo que ha sucedido es que las fuerzas involutivas, ésas que van en contracorriente de la evolución de la conciencia humana se han concentrado y han tomado el poder material del mundo. Pero no son mayoría.

El Maestro Tibetano afirmó a finales de la segunda guerra mundial, que la próxima se liberaría en el plano mental y creo que ya estamos en ella. Esto me llevó a pensar que, así como la Jerarquía Espiritual de nuestro mundo obedece a un Plan de Luz y de Amor, hay otra Jerarquía que se le opone. Y es importante ir descubriendo sus formas para no ser parte de un movimiento involutivo contrario a la naturaleza de nuestras almas.

Según el Maestro Tibetano, la verdadera naturaleza de lo que El llamó el “Mal Cósmico”, tiene su principal expresión en cuatro pilares: el pensamiento erróneo, los falsos valores, el egoísmo materialista y el sentimiento de aislamiento separatista. Son el contrapeso que mantiene abierta la puerta en donde se halla el mal y fue lo que precipitó en el mundo los horrores de la guerra. No creo que tengamos problemas en identificarlos como cualidades de nuestro mundo actual. Son cuatro pilares que siguen en el mundo sin que apenas se sienta alguna oposición. 

A esto le sumamos la confusión que se deriva de la enorme información que día a día llega, muchas veces contradictoria, que está muy por encima de nuestra capacidad de absorber. No saber que es verdad o que es mentira nos hace escépticos y esa indiferencia hace que la vida se viva desprovista de sentido. El miedo se difunde a través de los medios de comunicación todos los días y el miedo paraliza el razonamiento. ¿Ingeniería social?

El sentimiento de aislamiento separatista lo vivió dramáticamente la humanidad cuando no pudo ni siquiera estar al lado de sus seres queridos al momento de la muerte, ¿recuerdan? Y los vacunados se alejaban de los no vacunados, aunque fueran sus hermanos. ¿O es que no nos hemos dado cuenta que el mundo cambió después de la pandemia?

¿Y qué está pasando con la familia, con la identidad sexual y con los roles que han sido piedra fundamental de la sociedad? 

La fuerza de creer que lo más importante en la vida es el dinero ha corrompido las mismas bases de nuestra civilización y nos está llevando a ese punto de no retorno al que nunca debemos llegar. El materialismo lo contaminó todo, las instituciones, los gobiernos, la salud, la educación, todo…

Pero el alma humana, poderosa como es, no se puede contaminar. Y así, como en estos tiempos de profundos cambios la humanidad enfrenta al “Morador del Umbral”, compuesto por todos los horrores y errores cometidos, toda la sombra acumulada a través de los siglos, de la misma manera, en este inicio de una nueva era también aparece ante nosotros “el Ángel de la Presencia”. 

No se puede combatir el mal porque en el momento que levantamos la mano para atacarlo nos convertimos en el mal. Jesús, que inició esta Era que recién termina nos dejó la estrategia para disipar al Morador y hacer que en su lugar aparezca el Ángel de la presencia: “Ama a tu enemigo, no juzgues, perdona, ayuda al necesitado.” Todo ser humano tiene algo de bueno y algo de malo. La estrategia a seguir reclama que permanezcamos neutrales, que busquemos siempre el bien, que nos enfoquemos en la luz, que no reforcemos las tinieblas luchando contra ellas sino generando el bien en cada acto de nuestras vidas. 

Vivimos una crisis civilizatoria en la que veremos morir una civilización que ya dio sus frutos y está en plena descomposición. 

La pregunta que hoy nos tenemos que hacer es: ¿Estoy creando las condiciones en mi pequeña esfera de vida para la aparición del nuevo mundo o estoy del lado de los que quieren preservar el pensamiento erróneo, los fasos valores, el egoísmo materialista y la separatividad?

De todos nosotros depende el nuevo tiempo. La crisis que vivimos es del reino humano, no es ni del reino mineral, vegetal o animal. Es una crisis de valores. Se nos olvidó el propósito de la existencia, nos olvidamos de la vida y le dimos prioridad a la forma. Hoy toca desandar el camino reconociendo que en nuestro mundo interno está la razón de estar aquí, de tener cuerpo, de que siendo inmortales vivamos la experiencia de la mortalidad. 

Y desde ese mundo interno tan lleno de vida y de consciencia impregnemos nuestros ambientes y seamos la luz que disipa las tinieblas. Es nuestra tarea.

Carmen Santiago 

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