Centro Holística Hayden

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10 de septiembre de 2011

Luna Llena de Virgo

Este mes hemos sido llamados para meditar sobre Virgo, el sexto signo del zodíaco, una de cuyas nota-clave es "Y la Palabra dice: Que la materia, gobierne".
Virgo es la materia, el hogar, al cual desciende el alma para tener experiencias. La tarea inicial en Virgo
, como la del hombre que encarna es aprender a gobernar el mundo físico, aprender las lecciones que sólo este último puede darnos.
La cábala nos enseña que cada signo del zodíaco está unido a un significado, a una palabra-clave y que el significado de Virgo es Hacer.
Aquí "hacer" significa trabajar, actuar concretamente, poner en práctica. Está unido al esfuerzo, al cansancio, al aprendizaje. Es aprender a amar el trabajo cotidiano, a veces repetitivo, aburrido, a veces humilde y efectuarlo lo mejor posible. Es aprender la disciplina y la responsabilidad.
Todo esto –esfuerzo, cansancio– está estrechamente ligado al mundo físico, como bien sabemos. Éste es nuestro mundo, aunque sea ese en el cual estemos temporalmente exiliados con el fin de aprender importantes lecciones, duras lecciones, aunque sea, para nosotros, extraño y (esté) lejos de nuestra verdadera naturaleza.
Por otra parte, se trata de una experiencia que hemos elegido tener libremente, en un pasado muy lejano, y sabemos que lo que recogeremos de ella será verdaderamente precioso.
La tarea, en Virgo, no es sin embargo detenerse en el plano físico, un error que se comete muy a menudo: así el individuo poco evolucionado corre el riesgo de focalizarse excesivamente en este nivel, al punto que olvida su origen divino.
Por esta razón, en las antiguas Escuelas de Misterios, se recomendaba a los que recibían la iniciación, no beber de la fuente del olvido tan pronto como hubieran pasado el umbral del infierno, sino de la (fuente) de la memoria y recitar al guardián de esta fuente la fórmula: "Soy hijo de la Tierra y del Cielo Estrellado, pero mi origen es celestial".
Virgo es el símbolo de la Madre divina, es Isis, Maria, la Shekinah de los cabalistas, lo Divino en la Tierra. Es la Madre-Materia que, desde hace Eones, guarda y nutre la Chispa divina en ella misma, el Hijo, el alma y finalmente, cuando llega el momento le da nacimiento. Es solamente después de haber cumplido esta tarea cuando puede regresar allí de donde ha venido, al Cielo.
De la misma manera cada ser humano debe guardar y nutrir en él mismo su naturaleza espiritual durante numerosas vidas, hasta que esté preparado para dar nacimiento al Cristo, la conciencia crística, el alma. Es solamente después de haber cumplido aquello por lo que ha bajado a la Tierra, cuando puede volver a subir al Cielo, regresar a la casa del Padre.
Justamente, en Virgo, es donde comienza este proceso de ascenso hacia nuestra patria espiritual. El maestro exotérico de este signo, Mercurio, mensajero de los dioses y medio de conexión entre la Madre-Materia y el Padre-Espíritu, es el que impulsa al ser humano a relacionarse con lo Alto.
Mercurio, el Hijo, es la mente, el pensamiento. El "hacer" de los cabalistas está relacionado con el pensamiento, el trabajo bien efectuado puede convertirse en una fuente de aprendizaje y de sabiduría.

El trabajo, en las primeras fases concentrado en el mundo físico, orientado únicamente hacia el exterior, debe ser con el tiempo igualmente interior, un trabajo orientado hacia sí para conocerse y rectificar los aspectos negativos. En efecto, en Virgo es donde somos impulsados a trabajar en nosotros mismos para corregimos, purificamos, para redimir al yo inferior. Ésta es la tarea específica de este signo del zodíaco.
No es por casualidad que Virgo está relacionado con el concepto de Curación.
Vivimos en el mundo físico pero somos almas inmortales. En Virgo -la Madre que nutre el alma, que siente al Hijo en ella- Materia y Espíritu, cuerpo y alma están estrechamente ligados. Esto es justamente lo que hace de este signo el más capacitado para curar el mal.
El "hacer" debe ser en los últimos estadios, rectificar, curar, redimir. Curar de todos los errores y las negatividades acumuladas durante milenios y que vienen de una falsa identificación con la forma. La mayor identificación con el mundo material se ha producido en Virgo -cosa justa y necesaria en el pasado- y es pues en este signo donde debe resolverse el problema.
El héroe divino, Hércules, frente a su sexto trabajo, debe apoderarse del cinturón de Hipólita, la reina de las Amazonas. El cinturón es el símbolo de la unión entre masculino y femenino, del Espíritu y de la Materia, y también del Niño divino que la Madre lleva en su seno. Apoderarse del cinturón de las Amazonas, una civilización lunar, significa en realidad apoderarse de la Materia, de su propia naturaleza inferior, afirmando así la supremacía del Espíritu. Éste es el verdadero significado del sexto trabajo. Pero como sabemos, cumpliendo su tarea el héroe comete una falta: mata a Hipólita. Reprendido por su Instructor, Hércules consigue después reparar el mal cometido arriesgando su propia vida para salvar la de Hesione. Para el héroe divino no se trataba de una tarea fácil, así como no es fácil para la humanidad aprender a dominar la personalidad y realizar la unión con el alma.
El cuarto rayo, que predomina en la humanidad y en el signo de Virgo (por la Luna), nos impulsa hacia la armonía, pero esta última es un ideal muy elevado, al cual no se puede llegar más que después de serios conflictos. Como sabemos, Hércules comprendió después y remedió su falta; la humanidad, el discípulo mundial, podrá hacer lo mismo.
Dominar la materia no significa combatirla o matarla. Durante los últimos dos mil años, la humanidad, condicionada por el dualismo de Piscis, ha separado de modo rígido el Espíritu y la Materia, relegando esta última entre las cosas viles y culpables, olvidando así que es tan divina y santa como el Espíritu, y que su función es fundamentalmente importante.
La humanidad de la era de Acuario cumplirá el objetivo de Virgo, que es purificar, redimir el yo inferior, la Materia que se ha mancillado únicamente porque ha descendido a un nivel muy bajo, y realizar al fin la unión del Espíritu y de la Materia, dando nacimiento al Cristo.
La Madre del Mundo se acercará entonces cada vez más a la humanidad y lo femenino (hasta ahora rebajado y relegado a una posición subordinada) podrá al fin desempeñar su función de salvación, y la Materia redimida será glorificada.
Así el Reino de los Cielos podrá ser llevado a la Tierra. Virgo podrá al fin subir al Cielo. Y el discípulo mundial podrá afirmar

"Soy la Madre y el Niño. Soy Dios. Soy materia".

Toñy Polo

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