Centro Holística Hayden

Escuela de Autoconocimiento personal y espiritual

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A través de estas herramientas te encuentras con tu verdadero Ser...aqui estamos....esperando darte la mano.........

14 de septiembre de 2011

Revelaciones

Revelación  1

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Por qué cada uno tomamos distintos senderos en esta vida, y, sin embargo, estamos llamados a entendernos y a aceptarnos? ¿Cuántos interrogantes quedan todavía en tu crepúsculo interior? ¿Quién te desvelará el telón de la sabiduría? ¿Quién compondrá el rompecabezas de tu vida? ¿Quién encenderá la llama en la selva negra de tu ignorancia? ¿Dónde estará ese faro que corrija el rumbo de la embarcación perdida, en el océano turbulento de tu mente? ¿Quién te tomará en su regazo cuando pierdas la órbita de tu existir? ¿Quién guiará tus pasos cuando deje de latir ese corazón desolado?


El propósito de esta vida es unirse al Todo, fundirse con el Yo universal que reside dentro de nosotros.
Ustedes son tres personas. La que ustedes creen que son; el cuerpo. La que otros creen que son; la mente. La que realmente son; La Divinidad. ¿Desde qué lugar están operando en el mundo?
Somos algo más de lo que creemos, somos inteligencia más allá de nuestra forma, como la rosa es la inteligencia que proporciona la fragancia y el aspecto de la flor. No podemos crear una rosa. Necesitamos la fuerza vital de la forma que denominamos rosa. De igual manera, necesitamos tocar la inteligencia o la fuerza divina que subyace a la forma y que somos nosotros mismos, y la de aquellos con los que estamos relacionados.

El ser humano busca incesantemente su felicidad por este mundo, en los bienes materiales o en las personas; pero no nos damos cuenta que reside dentro de nosotros. El individuo es un ser espiritual por naturaleza y hasta que no desarrollemos nuestra capacidad interior, iremos vagando por este mundo de ilusión sin hallar la respuesta que nuestro corazón desea con anhelo. 

El destino del hombre es relacionarse con el poder que nos ha creado y realizarlo. Este poder es la forma de energía más excelsa y superior que existe, ya que no puede crearse ni destruirse, por consiguiente es eterna. La sustancia primordial del ser humano es inmortal, y por lo tanto perdura inalterable dentro de nosotros. Esta esencia última, permanece invariable aunque nuestro cuerpo se deteriore y nuestro cerebro evolucione. Este motor primordial, es el que hace que respiremos, que nos movamos, que riamos, que nuestro corazón palpite; en definitiva: es lo que diferencia a un cuerpo vivo de otro muerto. 

Podemos llegar a relacionarnos con esa vida, aliento, mientras estamos en un cuerpo vivo, no hace falta que nos muramos, como dicen algunas Religiones. Pero, para ir adentro de nosotros y vincularnos con la vibración primordial -que hace que respiremos-, necesitamos un método, una fórmula que nos permita profundizar en nuestro interior y sentir nuestra esencia, verla, gustarla y escucharla. El destino del hombre es fundirse con la energía primordial; al igual que la meta de un río es diluirse en el océano. 

Por lo tanto, para ello necesitamos un Guía que nos enseñe esta gran verdad, y que nos guíe por los senderos escondidos de nuestro interior, y así descubrir definitivamente el tesoro oculto en nuestro corazón. Es vital para nosotros relacionarnos con la energía suprema que nos da la vida, ya que para eso estamos en este mundo. Toda la Creación ha sido diseñada para armonizar con esta vida interior, por consiguiente hemos de hallar en esta existencia -no después de muertos-, el verdadero guía para esta hermosa tarea de sondear dentro de nosotros.
Toda esta inmaculada Naturaleza está esperando el momento en que el hombre descubra su verdadera realidad; entonces el individuo vivirá en armonía con su entorno, realizando el propósito por el cual ha sido traído a este Paraíso Terrenal, y sincronizarse con el Reino de los Cielos, que se encuentra dentro de ese cuerpo perfecto. 

Dios es una fuente que brota. Y como ha hecho al hombre a su imagen – un microcosmos creado a imagen del macrocosmos – nosotros también tenemos en nosotros una fuente que espera las condiciones oportunas para brotar y fluir. Si por el pensamiento, por la oración logramos unirnos a la Fuente celestial, haremos brotar el agua de nuestra propia fuente, y todas nuestras células serán regadas, vivificadas por esta agua divina que las atravesará. Gracias a esta fuente que es el amor, que es la vida, que es la luz, nos convertiremos en un instrumento perfecto entre las manos del Cielo. Y entonces será cuando seremos capaces de cumplir el programa que nos dio el Maestro en esta fórmula tan hermosa y profunda: “Tengan el corazón puro como el cristal, el intelecto luminoso como el sol, al alma vasta como el universo, el espíritu poderoso como Dios y unido a Dios”. 

El Amor Divino siempre ha satisfecho toda necesidad humana y siempre lo hará... pero lo hará a través del espejo de la realidad… puesto que no es una abstracción.
Aquél que desea experimentar las realidades espirituales, debe poner por un instante su intelecto a dormir. Los sabios de la India tienen razón cuando dicen que el intelecto es el asesino de la realidad. Con el intelecto se pueden acumular muchos conocimientos y razonar sin fin, pero permanecemos en la superficie. Es el corazón quién está capacitado para conocer la realidad. Pero con la condición de comprender que este corazón no es el corazón físico. Cuando los Iniciados hablan de la “inteligencia del corazón” se refieren en realidad al alma, sólo ella posee la facultad de percibir la esencia de los seres y de las cosas.

Revelación 2

¿A dónde les llevará la práctica de la filosofía, de la ciencia y del arte, si primero no están bien alimentados y vivos? Lo que importa ante todo, es alimentarse, estar vivo, y después podrán practicar todas las disciplinas que les apetezcan, si tienen el tiempo y las capacidades. En las universidades y academias se imparten muchos conocimientos a los estudiantes, pero no se les alimenta. He aquí por qué sus piernas flaquean, su corazón está vacío y hay niebla ante sus ojos. En la escuela de los grandes Iniciados, por el contrario, se alimenta bien a los estudiantes, y cuando se han vuelto fuertes y robustos, se les da un arado, se les explica cómo arar la tierra y se les pone a trabajar. Dirán: “¿Qué? ¿Una tierra para arar? ¿Qué tierra?”. La que cada uno posee: su cabeza. 
 Aquellos que saben labrar y plantar buenas semillas en su propia tierra, comerán hasta la saciedad toda su vida. Los otros sólo verán cómo crecen cardos, espinas y zarzas que no sólo no les serán útiles, sino que les perjudicarán y perjudicarán a su entorno. 

La mayoría de la gente no es mala ni mal intencionada, muchos incluso desean sinceramente ser útiles a los demás. Pero los buenos sentimientos y las buenas intenciones no bastan para hacer realmente el bien. Aquél que quiere ayudar a los demás, debe comenzar liberándose de todos los elementos que, en él, se oponen a este bien que quiere realizar. El bien y el mal están, en efecto, tan íntimamente entrelazados en cada ser que a menudo fuerzas oscuras logran aprovecharse de su buena voluntad. Y entonces, cuando está convencido de ser útil a los demás, toda clase de elementos contrarios al bien se mezclan con sus acciones, y las personas que deberían beneficiarse sólo son, finalmente, unas víctimas. Por esto, mediante un trabajo paciente llevado a cabo cada día, cada hora, deben intentar reducir los estados interiores que puedan servir de imanes a las fuerzas negativas, y por el contrario intensificar los estados que atraen hacia ustedes las corrientes celestiales. Cuando logren cerrar la puerta a las fuerzas oscuras, serán realmente capaces de ayudar a los demás. 

A menudo se hace hincapié sobre el egoísmo de tantas personas que permanecen insensibles ante los sufrimientos de los demás. Sin embargo, no faltan personas que sienten espontáneamente estos sufrimientos y estas desgracias y deciden intervenir. Entonces se lanzan: hablan, toman iniciativas. Pero he aquí que ignoran que hacer el bien requiere toda una ciencia. Alguien está ahogándose y se lanzan al agua para salvarle. Si no saben que lo primero que hará es agarrarse a sus brazos, y por tanto paralizarles, ambos morirán. Quizás dirán que saben esto. Sí, pero este ejemplo debe ser interpretado y extendido a muchos otros casos de la vida. 

Cualesquiera que sean las circunstancias, primero hay que pensar en mantener la libertad de nuestros miembros, es decir no dejarse paralizar por las exigencias de aquellos a quienes deseamos ayudar, sino nos hundiremos con ellos. ¡Cuántas personas han sido víctimas del bien que deseaban hacer! Después se encerraron en sí mismas e incluso toda su vida se lamentaron de haber tratado de ayudar a los demás. Debemos sin embargo continuar deseando hacer el bien, pero a condición de saber cómo hacerlo. Es decir mantener nuestros miembros, o más exactamente, nuestros brazos libres.

¿Puede el ciego guiar al ciego? Como dijo el Maestro Jesús: ¿acaso “no caerán ambos en el hoyo”?
Loka Samastha Sukhino Bhavanthu

“Cuando ya no puedas más amar
No te olvides del amor,
Olvídate de ti”
- Nember Ibn el Barud-

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