CARTA A LOS GRUPOS
Mes de Piscis 2019
Nuestro mundo cambia a
pasos agigantados y el gran protagonista de este momento histórico es el ser
humano. Entonces se me antoja una imagen. Lo veo parado al borde de un
precipicio consciente de que el próximo paso a dar requiere que aprenda a
volar. La pregunta es: ¿Se quedará paralizado por el miedo y decidirá repetir
su historia o se lanzará al abismo de lo desconocido y volará hacia los
espacios internos de su Ser?
Ese personaje, eres tú,
soy yo, somos todos.
Vivimos una situación
crítica que requiere de nosotros la puesta en práctica de todo lo aprendido.
Toda la enseñanza que contienen los innumerables escritos inspirados por los
Maestros nos atrae y la estudiamos pero a veces, no la llegamos a manifestar en
nuestra vida diaria. El conocer implica la incorporación de una verdad a la
conciencia y no sólo al intelecto. Y es la conciencia la que determina la
conducta, la conciencia que incluye al corazón.
La Nueva Era no es un
milagro, es una oportunidad. Y las oportunidades se toman o se dejan pasar…
Una ola de odio, racismo,
separación y rechazo inunda el mundo y uno se pregunta, ¿de dónde sale tanto
odio? Te aseguro que cuando odias a tu enemigo terminas pareciéndotele. Como
los que abogan por la democracia y la quieren imponer a la fuerza. O los
que bombardean, invaden y matan a pueblos enteros para llevarles la libertad…
Alguien dijo que en tiempos de transición la locura se desata. Tenía razón.
Es tan fácil amar a un
amigo, pero Cristo nos dijo: Ama a tus enemigos. Si la
enseñanza de que todos somos uno estuviera arraigada en nuestra
conciencia, no sería difícil amar a quien te adversa o se presenta como tu
enemigo. Ya llevamos dos mil años en esto… y nada de aprender. El mensaje
fundamental del Cristo, la Unidad, todavía no ha calado en la conciencia
humana.
La Madre nos une a todos,
Ella es la sustancia de todos los mundos, desde los más sutiles hasta el físico
más denso. Es la sustancia inteligente, la energía que todo lo compenetra, el
sonido creador, la gran gestadora de mundos. Cuando ella nos devele su rostro
veremos al espíritu inmortal oculto en la materia. Y por fin comprenderemos que
en lo más denso de la materia también está Dios. Que esta división tan cruel
entre cielo y tierra es una invención del intelecto humano que al no poder captar
la gloria de los planos superiores, vivió separado de esa gloria que es también
suya. Pero en la gran unidad de la vida, todo está conectado. No hay arriba ni
abajo, todo es simultáneo, no local, y presente. Todo está aquí.
Si bien pensamos,
hablamos y hasta poetizamos esta gran verdad, sin embargo es difícil percibirla
plenamente. Con la ayuda de la Madre, Su belleza y esplendor expresándose en la
Naturaleza de nuestro planeta, podemos encontrar, poquito a poquito, partículas
del espíritu en el mundo material que nos acercan a esta gran verdad. Y viene a
mi mente el Maestro Omraam Mikhael Aivanhov y su empeño en espiritualizar la
vida diaria. Nos enseñó como interactuar con la naturaleza y sus innumerables
criaturas, como comer, como bañarnos, como despertarnos, como dar la mano, como
mirar, como sonreír, como dormir. Si, espiritualizar la vida diaria. Y luego el
Maestro Saint Germain y su Rayo Violeta, Svaraj, el autogobierno, el ritmo y el
ritual, claves que nos capacitan para percibir esos otros mundos o dimensiones
que tiene la vida, el gran tejido universal.
Espiritualizar la materia
y materializar el espíritu, dos movimientos simultáneos que nos permiten fluir
en la síntesis de la vida. El Padre Celestial y la Madre Divina, en
profunda unión.
Navegando por el Río
Churún, en el Parque Nacional Canaima, en Venezuela, después de haber estado
mirando por largo rato la caída de agua más alta del mundo, el Salto Ángel,
(979m.) me di cuenta que la energía desplegada en ese lugar tan especial, que
sobrecoge con tanta fuerza al espíritu humano, se debe a que en ella la
Naturaleza está expresando el doble y simultaneo movimiento de la vida. La
montaña que asciende y el agua que desciende; lugar de síntesis, puertas a lo
eterno.
La Madre tiene la clave
del porqué estamos aquí en la Tierra. Ella nos puede develar el misterio y
mostrarnos a Dios en todo. Búscala en la naturaleza que nos rodea y si estás
atento podrás escuchar su mensaje de amor. Es tiempo de poner en práctica todo
lo aprendido, llevarlo al corazón y convertirlo en la respuesta natural que le
damos a la vida.
Que puedas percibirla en
el esplendor de un cielo azul, en las flores, en un rayo de sol y en toda esa
belleza desplegada en este hermoso planeta azul.
Es mi deseo para ti. Desde lo profundo del corazón,
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