Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
Hay momentos hermosos en la vida que nos dejan sin palabras, abrumados por un asombro y una inspiración difíciles de expresar con palabras. Podemos ser testigos de un increíble atardecer que nos cautiva, escuchar una canción que nos hace llorar o experimentar el nacimiento de un hijo que nos hace ver la vida con perspectiva. Ese sentimiento es el asombro, y es una de las emociones más poderosas e importantes para nuestro bienestar.
Estudios demuestran que el asombro puede
reforzar el sistema inmune, ralentizar el ritmo cardíaco, aliviar la digestión
y hacer nuestra respiración más profunda. Más allá de los beneficios físicos,
el asombro tiene importantes ventajas espirituales que están ligadas a nuestro
propósito supremo en este mundo.
He aquí tres beneficios espirituales de estar
lleno de asombro todos los días:
1. Nos da un sentido de humildad.
Uno de los efectos más poderosos del asombro es que nos hace humildes. A menudo
estamos tan distraídos y enredados en los desafíos de nuestra propia vida, que
tomarnos un momento para dar un paso atrás y ver el panorama completo puede ser
revelador.
Presenciar algo que nos llena de asombro nos
permite ver más allá de nosotros mismos y experimentar una realidad más amplia.
Esto puede ayudarnos a ver con perspectiva nuestro lugar en el mundo. Nos
muestra que somos una pequeña parte de algo mucho más grande, pero en lugar de
hacernos sentir insignificantes, nos hace sentir conectados. Esto puede ser un
gran control del ego. Las personas que sienten más asombro tienden a ser más
generosas, más amables y tienen un mayor sentido de su necesidad de hacer más
por el mundo.
2. Nos ayuda a comprender la magnitud de lo
que somos capaces.
Experimentar un sentido de asombro nos permite ver la inmensidad de lo que es
posible. Al comprender lo vasto que es todo lo que hay fuera de nosotros,
empezamos a comprender lo vastos que somos también nosotros. Apreciar la
belleza y el poder del mundo que nos rodea nos muestra lo que es posible dentro
de nosotros mismos y disminuye la voz autocrítica de nuestra cabeza que nos
frena.
Somos mucho más grandes que los cuerpos en los
que estamos. Podemos crear y compartir cosas que van mucho más allá de
nosotros. Nuestro impacto no se limita al espacio que ocupamos físicamente. El
asombro nos permite trascender los confines del cuerpo y del ego, y ver que
todo es posible.
3. El asombro nos ayuda a alcanzar nuestro
propósito supremo.
Cuando comprendemos que tenemos un potencial ilimitado, desde un lugar de
verdadera humildad, naturalmente nos lleva a preguntarnos: “¿Qué estoy
destinado a hacer y cómo puedo hacer más?”. El asombro nos pone en el estado de
ánimo adecuado para cumplir el propósito único de nuestra alma.
Sin un sentido de asombro, corremos el riesgo
de tener una falsa imagen de nosotros mismos y de nuestro lugar en el mundo.
Cuando no comprendemos lo poderosos e importantes que somos, nos resulta casi
imposible cumplir nuestro propósito supremo.
En lugar de considerar el asombro como una
herramienta espiritual más, conviértelo en el centro de tu práctica. Es una
poderosa forma de vida que puede ponerte en el camino de descubrir y trabajar
por tu vocación suprema.
El asombro no es tan solo un concepto bello o
interesante, sino un elemento esencial para nuestro bienestar físico, emocional
y espiritual. Incluso momentos simples pueden inspirar asombro: pasear por a un
hermoso árbol o fijarse en alguien que realiza una acción positiva. ¿Cuántas
veces te has sentido asombrado hoy? ¿Sientes una mayor sensación de asombro
cada día? ¿Qué haces para experimentar asombro?
Prueba cosas nuevas. Busca la novedad. Cuanto
más busques estos momentos, más fácil te resultará tenerlos. El asombro conduce
a más asombro.
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