La física moderna nos ayuda a comprender cómo la creación trabaja conjuntamente en su intrincada y elegante danza de la vida, incluyendo los niveles micro y macro de partículas y ondas de luz, galaxias, agujeros negros y sistemas solares. Sin embargo, es la sabiduría chamánica la que nos ayuda a experimentar el funcionamiento de la creación que es invisible para nuestra ciencia y que aún no comprende.
Comprender nuestra constitución energética
y cómo interactúa con el campo de energía compartido por todos los seres vivos
requiere abandonar dos cosas: las viejas ideas sobre nuestra separación y los
mitos sobre nuestra expulsión del Jardín del Edén. Los chamanes saben que
estamos unificados con el todo, entretejidos en el tapiz de la vida. Cuando
reconocemos la relación que tenemos con el campo y los dones energéticos que
tiene para ofrecernos, nos empoderamos para reclamar esos dones y
transformarnos a nosotros mismos y nuestras vidas. A diferencia de otras
tradiciones, la sabiduría chamánica nos enseña que nunca salimos del Jardín del
Edén. Si cambiamos nuestra percepción, podemos reconocerlo e interactuar de
forma efectiva con el campo energético del que formamos parte e influenciarlo
para que nos ayude a prosperar.
A principios del siglo XX, los
físicos descubrieron que el electrón tiene tanto un estado de partícula como un
estado de campo. De hecho, el electrón es una onda que se transforma en
partícula cuando se intenta medir su posición. Cuando se dispara un electrón
contra una placa de acero con una abertura, el electrón la atraviesa como una
bala, por lo que es evidente que se trata de una partícula. Si la placa de acero
tiene tres ranuras en lugar de un agujero, el electrón pasará a través de las
tres como una ola del océano que se abre camino a través de una valla de
madera, por lo que, obviamente, tiene que ser una onda. Aunque al principio los
científicos se mostraron reacios a reconocer que el electrón tenía tanto un
estado de campo como un estado de partícula, finalmente acabaron aceptando esta
extraña noción.
El comportamiento de los electrones
puede verse como una metáfora: sugiere que todo ser humano tiene un estado de
partícula (un cuerpo) y un estado de campo (que llamaremos cuerpo energético).
Tu cuerpo energético forma parte del campo cuántico en el que se entreteje toda
la realidad, incluida la silla en la que estás sentado, el aire que inhalas y
exhalas en intercambio con las plantas, la tierra y el mar, las libélulas y los
elefantes, el cielo y las estrellas. La separación entre tú y todo lo demás es
un truco de la mente.
Cuando practicas la sanación chamánica,
estás trabajando con la energía – a tu alrededor y dentro de ti – para mejorar
la calidad de tu cuerpo energético. Este campo de energía está impregnado de
sabiduría. Esto significa que lo que ocurre fuera de ti también te afecta, y lo
que ocurre dentro de ti afecta a tu cuerpo y a lo que ocurre en tu mundo. Lo
que vibras, lo creas. Aprendes a trabajar con los centros energéticos de
los siete chakras dentro del campo energético de tu cuerpo. Me gusta
pensar en los chakras como en un disco duro que contiene información: la
historia de la vida de una persona. Limpiar y equilibrar los chakras
elimina los residuos emocionales: sentimientos de ira, miedo o desesperación.
¿Qué es este campo en el que estamos
entretejidos? El lenguaje de la física nos ayuda a comprender lo que se
ha descrito en términos muy esotéricos: vacío para los budistas y éter para los
místicos europeos. Pero los chamanes te dirán que dentro del campo no
sólo existe energía, sino conciencia: la conciencia del Espíritu, que se
caracteriza por el amor y la sabiduría.
¿Estás preparado para vibrar con la
conciencia del Espíritu: amor y sabiduría?
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