¿Tienes algún amigo que siempre parece tener algo de qué quejarse? Siempre
parece tener un sinfín de problemas a mano. Después de conversar con él, ¿te
sientes sin energía? O de pronto sientes que tienes cosas de las que también
podrías quejarte fácilmente.
Has
entrado en la Zona de Negatividad.
En el ajetreo constante de nuestra vida cotidiana, la negatividad puede colarse y echar raíces de este modo, a menudo desapercibida hasta que se ha convertido en algo incontrolable. Una queja aparentemente inocente por lo general conduce a más quejas, y crea un ciclo de
retroalimentación negativa que puede ser difícil de romper. Es un fenómeno que tiene su origen en la forma en que funciona nuestro cerebro. Cuando nos centramos en los aspectos negativos y expresamos quejas, se refuerzan las vías neuronales asociadas con el pensamiento negativo. Con el tiempo, esto hace que sea más fácil caer en patrones de queja a medida que el cerebro se vuelve más hábil para identificar y amplificar los estímulos negativos.Volviendo
a ese amigo que se queja, cuando nos quejamos, es fácil ver cómo puede alentar
a otros a compartir sus quejas, lo que fomenta una atmósfera colectiva de
insatisfacción. ¡Esta negatividad compartida puede perpetuar y amplificar los
sentimientos de frustración y descontento entre todos los participantes!
Entonces,
¿cómo podemos detener un ciclo negativo y salir de esta zona de negatividad?
Cuando sientas que se avecina una queja o frustración, hazte estas preguntas:
1.
¿Estoy siendo proactivo o simplemente negativo?
Uno
de los primeros pasos para deshacerse de la negatividad es tomar conciencia de
su presencia, pero no podemos hacer esto cuando nos aferramos a ella. Es fácil
pensar que, al quejarnos, estamos abordando un problema, pero a menos que nos
detengamos a ver nuestra queja e identifiquemos lo que hay detrás,
inconscientemente perpetuaremos la negatividad… y el problema no se abordará.
Arrojar luz a nuestros problemas es el primer paso para erradicarlos.
2.
¿De qué tengo miedo?
Detrás
de cualquier negatividad se encuentra al final el miedo, que actúa como una
fuerza motora fundamental para muchas emociones y pensamientos negativos.
Cuando experimentamos negatividad, a menudo es una manifestación de miedos más
profundos: miedo al fracaso, miedo al rechazo, miedo a lo desconocido. Este
miedo subyacente puede distorsionar nuestra percepción de la realidad, haciendo
que los desafíos parezcan insuperables y las experiencias más desalentadoras de
lo que realmente son.
Entender
que el miedo está en la raíz de la limitación puede ser increíblemente
liberador. Nos permite abordar el problema central en lugar de solo tratar los
síntomas. La próxima vez que te encuentres en un ciclo de negatividad, fíjate
si el miedo se está cociendo a fuego lento justo debajo de la superficie.
3.
¿Cómo puedo ver esto de forma distinta?
El
miedo y la incomodidad surgen únicamente como una forma de ayudarnos a crecer:
el crecimiento positivo ocurre cuando reconocemos estos sentimientos, los
abordamos y elegimos una perspectiva diferente. He escrito extensamente sobre
el miedo, y enfrentar nuestros miedos es el camino más rápido hacia el
crecimiento. Cuando la negatividad comienza a impregnar tu experiencia, tomar
conciencia e identificar el miedo es clave, el siguiente paso es cambiar tu
conciencia.
Tomemos
la clásica frase negativa: “No puedo con esto”. Cuando surja un pensamiento
como este, dale la vuelta de inmediato y pregúntate: “¿Y si puedo?” o “¿Qué
puedo aprender de esta experiencia, independientemente del resultado?”. Se
siente más ligero, ¿no? Hay un cambio instantáneo de la negatividad a la
expansión y la posibilidad.
4.
¿Puedo aceptar las cosas que no puedo cambiar y cambiar las cosas que sí puedo?
Este
mantra clásico de Alcohólicos Anónimos puede parecer trillado, pero la
negatividad crece cuando nos enfocamos en cosas que nos desagradan pero que, en
definitiva, no estamos en condiciones de cambiar. Replantear nuestros
pensamientos no consiste en ignorar la realidad o fingir que todo es perfecto.
Consiste en elegir enfocarnos en los aspectos de una situación que te empoderan
en lugar de aquellos que te arrastran hacia abajo. Este cambio mental puede ser
increíblemente liberador y puede abrir nuevas posibilidades de alegría y
plenitud.
La
negatividad es un ancla pesada que nos agobia y nos impide experimentar
plenamente las alegrías y oportunidades de la vida. Nubla nuestro juicio,
afecta nuestras relaciones y disminuye nuestra sensación general de bienestar.
Ésta, muy literalmente, nos bloquea la Luz. Lo que resulta en un aumento del
estrés, la ansiedad e incluso problemas de salud física. Al deshacernos de la
negatividad, nos liberamos para vivir de manera más plena y auténtica. Creamos
un espacio para que la energía positiva fluya hacia nuestra vida, lo que mejora
nuestra salud mental, emocional y física. Abandonar la negatividad no solo se
trata de evitar la incomodidad; se trata de acoger una calidad de vida superior
en la que puedan florecer el crecimiento, la transformación y la alegría.
Y
en cuanto a ese amigo quejumbroso, todos merecen un hombro para llorar y un
amigo de confianza para desahogarse, pero si ese es el resultado de la mayoría
de las interacciones, ve si puedes comenzar a cambiar conscientemente la
conversación. El mundo está lleno de ideas fascinantes e inspiración. ¡Y la
positividad se propaga con la misma efectividad que la negatividad!
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