Cuando se ojea por primera vez la magnum opus de H. P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, no se desvelan inmediatamente en la obra las referencias a una sociedad basada en la compasión y en la fraternidad universal. Tal vez el libro pueda ser considerado demasiado erudito, misterioso, o incluso enigmático, por lo cual pocos se apercibirán de que La Doctrina Secreta tiene una relación directa con la práctica de la vida diaria. Estudiar esa obra monumental de Blavatsky, pensar profundamente sobre las tres proposiciones que forman la base de este libro y aplicarlas a la vida cotidiana, conducirá indudablemente a un cambio en la sociedad.
Hoy en día, muchas personas tienen una posición
cínica sobre la idea de una sociedad fraterna. ¿Pero por qué? No hay argumentos
razonables para que no podamos construir una sociedad basada en la fraternidad
universal.
En una sociedad así, todos contribuyen, pues si
existe fraternidad universal – lo que, en nuestra opinión, es un hecho en la
naturaleza – existe también una igualdad absoluta. Obviamente existen
diferencias en el desarrollo. Para nosotros, igualdad no significa que todos
seamos iguales en el sentido en el que “tenemos que pensar, creer, sentir, y
vestir de forma idéntica” sino en que tenemos el mismo origen. En el centro
profundo de nuestros corazones somos solo Uno. La misma vida fluye en cada uno
de nosotros. Claro que en nuestras manifestaciones somos diferentes, y,
felizmente así es, porque esas diferencias tornan a la vida más interesante.
Algunos desarrollan más facultades intelectuales o espirituales que otros. De
hecho, eso es de importancia secundaria.
También hay diferencias entre la raza humana y los
reinos animal, vegetal y mineral, sin embargo, tampoco, esas diferencias son
fundamentales, porque todo lo que vive proviene de la misma fuente. Imaginemos
una sociedad armonizada donde, trabajando juntos, todos irían sacando lo mejor
de sí mismos y donándolo, por así decirlo, en el altar de toda la humanidad.
Habría paz, harmonía dinámica, compasión y felicidad. Las personas no
procurarían riquezas terrenales sino, el desarrollarse espiritualmente.
Tales Sociedades son descritas en las obras
sánscritas antiguas por referencia a la era de Satya Yuga, a la Edad de Oro. En
las escrituras griegas y romanas, esa edad está referida como el tiempo de
Saturno. La sociedad ideal también es descrita en los “Actos de los Apóstoles”,
cuando cada uno se entregaba para beneficiar al todo.
Tal vez el lector esté pensando: “¿Mi amigo, vivió
en los últimos años debajo de una piedra? ¿No lee jamás? ¿No sabe que hay
guerras, y millares de refugiados, que los países construyen muros para
proteger sus fronteras y que millones de personas están deprimidas? Está en
verdad describiendo una utopía.”
Sí, se todo eso, y todavía creo que no describí una
utopía. Espero mostrar que la Fraternidad Universal es un ideal realista. Y
para evidenciar eso, precisamos de las tres proposiciones fundamentales de La
Doctrina Secreta.
- Barend Voorham
S. T. de Point Loma
Revista Biosofía
Portugal
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