por cristinalaird
La Astrología ve el tiempo no sólo como cantidad
(horas, días), sino como calidad. Cada
momento tiene un «sabor», una firma energética,
como un acorde musical. Nacemos «afinados» con ese acorde cósmico, y la vida toca
sus variaciones sobre ese tema a lo largo del tiempo.
La Astrología no funciona como causa y efecto. No
es que los planetas «provoquen» cosas.
Más bien, vivimos en un campo de resonancia,
donde los cuerpos celestes y la psique humana vibran en sincronía.
Como cuando un diapasón hace vibrar otro sin tocarlo—los planetas quizás no
influyen, sino que resuenan con
La idea de resonancia mórfica de
Rupert Sheldrake (coincidentemente un canceriano) ofrece una pista interesante.
Digo coincidentemente, porque Cáncer y la casa 4 nos hablan de nuestra
resonancia con las memorias ancestrales de nuestra tribu o familia. Un signo
afín a lo que emana de ello.
Si todo lo que ocurre deja una huella en un campo de forma o memoria,
entonces ciertos tránsitos podrían activar memorias ancestrales,
tanto personales como colectivas. Para la Astrología este sería una de las
explicaciones para lo que creemos que emana de las aguas neptunianas, desde
donde emerge la Inspiración, la Imaginación, los temores. El hecho que sea tan
difícil adquirir data al respecto, o «científicos/as» que se atrevan a llevar a
cabo este tipo de investigación, la realidad es que cada vez hay más niños
genios, pianistas que tocan Rachmaninoff a los 3 años como si sus dedos fuesen
movidos por memorias incomprensibles.
Como lo que sentimos cuando Kirón por tránsito toca una herida—no sólo desde lo
psicológico, sino desde un registro vibracional heredado.
Desde este punto de vista, la Astrología también se
basa en patrones repetitivos. Cuando Marte está en cuadratura con Saturno, no
se espera un suceso idéntico en
cada ciclo, pero sí una resonancia arquetípica.
Podríamos decir:
Esos patrones se refuerzan con el tiempo. Cuanto
más ocurren ciertos hechos bajo ciertos aspectos, más fácilmente se manifiestan de nuevo. Los tránsitos
planetarios activan campos mórficos colectivos, y lo hacen no sólo en el
presente, sino tocando memorias ancestrales, culturales y psíquicas.
Cada configuración planetaria lleva la “memoria” de
todos los eventos previos ocurridos bajo ese mismo patrón. Sin ninguna «prueba
científica» sé con certeza que en mis memorias reside el dolor de cada mujer y
hombre en mi pasado ancestral que a menudo se manifiestan como incompresibles
temores o sentidos de precaución, afinidades, pasión por aparente lejanas
culturas, inexplicables para la mente lógica. Aún así es fácil ver en las
cartas astrales de la familia, como ciertos aspectos se repiten en los miembros
de la misma. Por ejemplo un Luna en conjunción a Plutón en el lado femenino o
masculino de la familia. Un Saturno en la casa 9 o en Sagitario, por varias
generaciones, particularmente en familias de inmigrantes. Un Sol cuadratura
Saturno, en varios miembros de la misma familia. ETC.
Jung habló de la sincronicidad:
coincidencias cargadas de significado que revelan una unidad entre el alma y el
cosmos. Desde su punto de vista la Astrología no es Superstición, sino un
lenguaje de arquetipos. Si materia y conciencia están entrelazadas
profundamente, la Astrología sería una forma de escuchar al inconsciente hablar
a través del cielo. Como dice el Padre Nuestro: «Hágase Tu Voluntad así en el
Cielo como en la Tierra»
La Astrología es, ante todo, un lenguaje mitopoético, desde mi punto de vista, siempre
lo ha sido. Tal vez no funcione porque «explique», sino porque invita. Invita a la escucha, a la contemplación, a la
re-memoración y al Misterio, y así nos provoca la pregunta.
En ese sentido, se parece más a un sueño, un poema, una
ceremonia: un espacio donde el Misterio se revela. Un espejo que el
universo nos ofrece. No para predecir o controlar, sino para recordar.
Recordar que estamos entrelazados con el tiempo, la
naturaleza, los mitos y el alma del mundo.
Las imágenes en este blog, muchas de ellas emanan
de ChatGPT con mis «prompts»
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