Hace mucho tiempo, en el corazón del mundo, la tierra estaba en calma, pero los vientos traían historias de vida y muerte, de cambio y paz. La tortuga, antigua y sabia, cargaba con el peso del mundo sobre su lomo. Se decía que había presenciado el nacimiento de las estrellas y la caída de los imperios, pues vivía a través de los ciclos de la vida, sin prisas, siempre firme.
Los ancianos creían que el caparazón de la tortuga contenía la sabiduría de la tierra; cada marca y espiral en su lomo contaba una historia de equilibrio. La tortuga sabía que el tiempo se mueve en espirales, no en líneas. Así como las
estaciones regresan, la tortuga, lenta pero firme, siempre encontraba el camino de regreso al mismo lugar.En las historias transmitidas por los ancestros, la tortuga era un
símbolo de resistencia y sabiduría. Cuando llegaban las tormentas, no huía. Se
hundía en la tierra, esperaba a que los vientos se calmaran y emergía con el
regreso del sol. El viaje de la tortuga recordó a la gente que el crecimiento
lleva tiempo, que cada paso, por pequeño que sea, forma parte de un círculo
ininterrumpido. No importa la velocidad, sino la profundidad con la que uno se
arraiga en la tierra.
Así, la tortuga se convirtió en un símbolo de resiliencia, enseñando que
todo camino, por tortuoso que sea, conduce al equilibrio y la paz.
Pueblo Navajo
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