Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
A menudo nos etiquetamos a nosotros mismos y a la gente que nos rodea en términos de blanco y negro: como “buenos” o “malos”. Solemos considerarnos como personas mayoritariamente “buenas”, aunque de vez en cuando cometamos algunos errores, mientras que a los que muestran un comportamiento con el que no estamos de acuerdo les asignamos la etiqueta de “malos”. En realidad, todos tenemos tendencias positivas y negativas en nuestro interior. Esta dualidad es una parte necesaria de nuestra vida que nos da el poder del libre albedrío.
Reconocer los aspectos negativos de nosotros mismos puede
hacernos sentir desalentados o deprimidos. Pero la sabiduría de la Kabbalah
enseña que el propósito de nuestro trabajo espiritual es descubrir y
transformar esa negatividad como medio para alcanzar una vida más feliz y
plena.
He aquí tres maneras de transformar tu negatividad:
1. Evita compararte con los demás.
Cuando nos comparamos con los demás, dejamos de vernos con
claridad. Por un lado, podemos pensar que tenemos mejor carácter que otra
persona, así que juzgamos sus acciones o las menospreciamos. Esto nos ciega
ante nuestra propia negatividad. Por otro lado, a veces sentimos que no estamos
a la altura de los demás y acabamos juzgándonos con demasiada severidad.
Hay un delicado equilibrio de positividad y negatividad en
cada uno de nosotros. Todos somos capaces de inclinar la balanza en cualquiera
de los dos sentidos, por muy espirituales que seamos. Esto debería inspirarnos
a elegir nuestras palabras y acciones con más cuidado y comprender que, cuando
otros caen, no es porque sean malas personas. Todos tenemos el potencial de
hacer algo negativo, sin importar lo espirituales que seamos. La otra cara de
la moneda es que, incluso después de haber hecho lo peor del mundo, al
siguiente segundo podemos convertirnos en las personas más elevadas del mundo.
Compárate solo con lo que eres hoy y con lo que todavía
tienes que llegar a ser. Ten presente que eres capaz de emitir una gran Luz u
oscuridad en cualquier momento, sin importar lo espiritual que seas.
2. Emociónate al ver tu negatividad; significa que estás en
el camino correcto.
Solemos pensar que ser espiritual significa que no tenemos
mucha negatividad en nuestro interior. Las personas espirituales verán algo
desagradable en sí mismos y pensarán que han caído. Pueden intentar ocultarlo,
negarlo o evitarlo por completo. En realidad, cuanto más espiritual te vuelves,
con más claridad comienzas a ver tu negatividad. La mayor indicación de que
estás en un camino espiritual es que estás encontrando cada vez más aspectos de
ti mismo que necesitan ser transformados.
Si no encuentras aspectos de ti mismo en los que debas
trabajar, significa que no estás profundizando lo suficiente. Nuestra
negatividad siempre está ahí, pero solo podemos verla cuando nos dedicamos a
nuestro crecimiento personal.
Emociónate cuando veas algo que antes no veías y que amerita
atención y cambio. No tengas miedo de tu oscuridad. No huyas de ella ni la
encubras. Date cuenta de que te has quitado las anteojeras y ahora puedes verte
con más claridad. El descubrimiento de la negatividad interior es un
reconocimiento muy positivo. Es el combustible que impulsará tu crecimiento y
tus bendiciones.
3. Busca formas positivas de usar tus rasgos negativos.
Es tanto posible como necesario que usemos nuestros rasgos
negativos para el bien. Tus defectos contienen tu mayor Luz y potencial. Tu
oscuridad es donde está la parte emocionante de la vida, las verdaderas
bendiciones. El propósito de nuestra vida es ir a los lugares oscuros y elevar
las chispas de Luz que existen allí; eso es lo que atiza nuestras bendiciones,
crecimiento y felicidad. No se trata de destruir las partes de nosotros mismos
que son negativas, sino de transformarlas en algo positivo.
No es nuestro trabajo ser siempre buenos o erradicar
nuestras peores cualidades, sino encontrar las partes de nosotros que están
profundamente enterradas y revelar la Luz que hay en ellas. Nuestra oscuridad
es el lugar donde se esconden nuestras bendiciones. Es como un tesoro
enterrado.
Dedica tiempo cada día a transformar las cosas que crees que
son lo peor de ti. Por ejemplo, si eres demasiado competitivo y tiendes a
compararte con los demás, trabaja para ser competitivo contigo mismo y
compararte con quien quieres llegar a ser. Toma todas las cosas que parecen
características negativas, vuélvelas hacia dentro y úsalas para algo poderoso y
motivador.
Cada día es una batalla interna entre fuerzas positivas y
negativas. Todos tenemos oscuridad y Luz dentro de nosotros. Nuestra decisión
es: ¿qué alimentaremos? Nuestras acciones, palabras y entorno nos empujan hacia
la positividad o la negatividad. Es un equilibrio que requiere una
introspección constante y un trabajo espiritual. No se trata de acoger nuestra
Luz y ocultar nuestra oscuridad, sino de encontrar las partes más oscuras de
nosotros mismos, enfrentarlas y trabajar para transformarlas.
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