Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
Los niños están llenos de deseo. Gritan y hacen berrinches cuando quieren algo,
sin ningún tipo de reservas. A medida que crecemos, se instala la vergüenza de
desear. Empezamos a sentirnos avergonzados de pedir lo que queremos, con el
temor de que nos haga parecer maleducados o difíciles.
Solemos creer erróneamente que ser espiritual significa que debemos disminuir nuestros deseos. Todos hemos oído que deberíamos ser
felices con una vida simple y no desear nada. Si bien es importante estar agradecidos por las bendiciones que ya tenemos, el deseo en realidad desempeña un papel vital en nuestro crecimiento espiritual. El deseo nos lleva por la vida, motivándonos hacia una transformación positiva. Sin él, nunca cumpliríamos el propósito de nuestra alma. Desde luego, a menudo centramos nuestros deseos en las cosas equivocadas. Entonces ¿cómo sabemos si estamos deseando las cosas correctas?He aquí tres consejos para orientar tus deseos
en la dirección correcta:
1. Entra en contacto con lo que es
verdaderamente importante para ti.
El término deseo suele ser
malinterpretado. Hay una gran diferencia entre querer y desear algo. Podemos
querer una buena comida o incluso que desaparezca un problema, pero esos son
solo deseos superficiales. Los verdaderos deseos son algo mucho más profundo.
Hay que reflexionar sobre ellos para encontrarlos.
Al pensar en lo que desean, las personas
tienden a concentrarse en lo que les falta en lugar de en lo que realmente
necesitan. Por ejemplo, muchas personas quieren encontrar una pareja porque no
quieren estar solas, pero el deseo a veces proviene de una falta de
satisfacción en otras áreas de su vida. Piensan que necesitan encontrar una
pareja como una panacea para satisfacer todas las cosas sus carencias. Esto a
menudo conduce a expectativas poco realistas de una pareja y a una relación
insatisfactoria.
Tómate el tiempo necesario para entrar en
contacto con tus verdaderos deseos. Conoce lo que quieres, pero desafíate a
saber si lo que quieres es realmente lo que necesitas. Pregúntate: ¿Por qué lo
quieres? ¿Qué harás cuando lo tengas? ¿De dónde viene el deseo y por qué?
Descubrir tus deseos básicos y fundamentales
te pondrá en el camino hacia la verdadera plenitud.
2. Dedica más tiempo a las cosas que en
realidad importan.
Si pasas el día satisfaciendo cien deseos, es
poco probable que encuentres una satisfacción duradera. En cambio, si te
concentras en unos pocos deseos esenciales, es mucho más probable que te
sientas pleno, tengas un deseo creciente y realices lo que tu alma está
destinada a hacer ese día.
Crea una jerarquía de las cosas que deseas.
¿Cuáles son los deseos más importantes que requieren que los asumas con
seriedad e inviertas más en ellos? ¿Cuáles son los deseos que tienes más allá
de lo físico? El deseo de tener una conexión con el Creador es algo que vive y
está arraigado dentro de todos nosotros, nos demos cuenta o no. Es bueno tener
otros deseos también, pero no hay nada que te dé tanta plenitud y paz como los
momentos de conexión con el universo.
3. Cultiva tu deseo de compartir con los
demás.
El deseo suele disminuir a medida que
envejecemos. Tendemos a tener menos energía, dejamos de soñar a lo grande y la
idea de probar algo nuevo nos parece laboriosa. Asumimos que es una progresión
natural del envejecimiento, pero, en realidad, nuestro deseo disminuye porque
hemos estado invirtiendo nuestro tiempo en cosas que son limitadas y no están
arraigadas en la bondad y el compartir. Cuando esas cosas llegan a su fin,
también lo hace nuestro deseo.
Enfocar nuestros deseos en otras personas de
forma desinteresada ayuda a mantener vivo nuestro deseo. Estamos destinados a
tener un mayor deseo cuando tengamos 70 años que cuando tengamos 20, pero se
necesita vivir con esta conciencia y tomar decisiones consistentes sobre dónde
vamos a manifestar nuestro deseo.
No aceptes que el deseo disminuye a medida que
envejecemos. Detente y cuestiona lo que deseas: ¿Es algo bueno para este
momento, hay crecimiento en ello, te sustentará más adelante? Invierte no solo
en tu deseo, sino también toma esa energía y ve cómo puedes difundirla,
ofrecerla y ayudar a otros que tengan deseos. Si estás compartiendo, eso es un
deseo ilimitado, y crece cada vez más. Eso es lo que da vitalidad a la vida.
Mantener el deseo es primordial para una vida
plena. Sin la fuerza del deseo que nos impulsa hacia adelante, permanecemos
inmóviles. Tenemos la responsabilidad de comprender y dirigir adecuadamente
nuestros deseos. Dedica tiempo a descubrir tus deseos esenciales, centra tu
atención en ellos y haz crecer tu deseo al compartirlo con los demás. Puede ser
difícil pedir lo que quieres, pero debes saber que no hay que avergonzarse de
desear. La cantidad de placer que obtenemos de cualquier cosa es proporcional a
la cantidad de deseo que tenemos por ella.
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