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28 de junio de 2022

Los Diez Estadios de la Conciencia Espiritual

Foto del Autor: Gorinnoto (Okuno-in. Koyasan)

En el año 830, cinco años antes de su fallecimiento, Kukai redactó una de las obras más importantes en la tradición del budismo esotérico: “Los diez estadios en el desarrollo de la mente” (Jujūshin Ron). Esta obra que se puede considerar como el reflejo de la madurez en su pensamiento y fue después resumida por el mismo en otro texto titulado “La llave preciosa del tesoro secreto” (Hizō Hōyaku).

Según Kukai, a lo largo de la historia de la humanidad han surgido

diversas creencias religiosas que vienen a representar numerosas opiniones y teorías que reclaman ser el “camino final” en la enseñanza espiritual.

Para Kukai, todas esas creencias, en verdad, no eran más que las diferentes enseñanzas transmitidas a la humanidad por el gran Buda Universal (Mahavairocana) en un acto de compasión para ofrecer una guía y dirección al mundo, ya que habían perdido el camino.

La enseñanza tuvo que ser gradual y diferenciada, adaptándose a las necesidades de cada época y el nivel de comprensión de los receptores que las recibían. De este modo, para Kukai todas las creencias religiosas podían actuar como excelentes medicinas si son aplicadas correctamente de acuerdo al nivel de comprensión del que las recibe.

Bajo esta perspectiva, Kukai elaboró una jerarquización ascendente de diez estadios que definían el proceso de evolución de la conciencia religiosa hacia la iluminación. Diez etapas que asoció con los caminos espirituales a las que tuvo acceso en su época.

En los tiempos modernos, podemos identificar este mismo concepto dentro de otros contextos psicológicos. Por ejemplo, Jean William Fritz Piaget (1896-1980) elaboró en los años 30 una clasificación ascendente de los estadios por los que evoluciona el desarrollo de la inteligencia en el niño, igual que Lawrence Kohlberg (1927-1987), desarrolló en los años 70 la secuencia de estadios por las que evoluciona el juicio moral en las personas.

Para estos académicos, cada estadio representa un modo consciente y distintivo de aprehensión de lo real y una forma cualitativamente diferente de pensar y de resolver los mismos problemas. En cada estadio todas las creencias del individuo están organizadas alrededor de esa particular forma de pensar. Cada estadio supone también una integración jerárquica de lo que había antes, de modo que, los estadios superiores no reemplazan a los inferiores, sino que los reintegran. 

ESTADIOS DE LA CONCIENCIA

El Primer Estadio corresponde a la mente del hombre vulgar atrapado en sus deseos. Es el hombre ignorante, ordinario, atrapado en su maldad sin desarrollar su potencial espiritual. Solo actúa dejándose llevar por sus instintos y su ego como un animal.

Es la persona que no distingue entre el bien y el mal y que no cree la ley de la causa y el efecto. Esta persona crea karma y recibe sus frutos, cayendo en la rueda de la transmigración con sus mil transformaciones.

Si mira atrás, el pasado es oscuro al no ver su comienzo, si mira hacia delante, todo es vago y el final inconcebible. Aunque esté en presencia de lo más sagrado es tan ignorante como una oveja que ha perdido su camino.

En la vida en pareja simplemente se siente atraído hacia otra persona como partículas magnéticas que actúan sin más. Su amor cambia constantemente porque no conoce el origen de su amor. 

Son personas capaces de matar animales y que no están satisfechas con nada estando siempre atrapadas en sus emociones negativas (enfado, codicia, lujuria…). Sólo buscan el beneficio automático e inmediato sin medir sus consecuencias.

Consideran que al morir todo se acaba sin más o que todo es cuestión de predestinación cayendo presa del determinismo.

Como no perciben la verdadera naturaleza del ego viven bajo el yugo del “yo” y lo “mío”, y centran sus acciones en mejorar su vida material. Caen en los tres venenos: avaricia (gula), enfado y engaño (espejismo); y los cinco deseos de: propiedad, sexo, comida, fama y descanso.

Este estadio no es asociado a ningún camino espiritual pues la persona todavía no tiene conciencia. Es simplemente como un animal arrastrado por sus instintos.

El Segundo Estadio corresponde a la mente ignorante y pueril. La persona, influida por agentes externos, de repente toma conciencia de la importancia de moderar su conducta para vivir en armonía en sociedad. Surge así un sentimiento de empatía, como una semilla que germina cuando encuentra las condiciones adecuadas.

Es un proceso natural, igual que el árbol sin hojas en invierno florece cuando llega la primavera o el hielo en verano se derrite y fluye. Con las condiciones son las adecuadas la semilla germina y cuando el tiempo llega da sus frutos.

En esta etapa, la persona empieza a desarrollar las virtudes de la caridad, la bondad y el deseo de evitar las cosas incorrectas. Aprende las virtudes y las buenas acciones: no matar, no robar, no cometer adulterio, no mentir, no utilizar palabras exageradas, no equivocarse, no enfadarse, no calumniar, no codiciar. Empieza a tratar a los demás como quiere que le traten a él y a compartir con los demás. Primero uno intenta hacer buenas acciones para él, luego para la familia y finalmente para los desconocidos.

Dentro de las enseñanzas espirituales, Kukai ubicó aquí a aquellas personas que siguen el camino de la moral o la ética, y por tanto, al confucianismo y sus enseñanzas sobre la piedad filial y las cinco virtudes cardinales:benevolencia, justicia, decoro, sabiduría y sinceridad.

Cuando la persona respeta las cinco virtudes cardinales, las estaciones y los cinco elementos entran en armonía. La sociedad consigue la paz y florece. Es el camino ideal para el que quiera promover su ascenso social, su fama y engrandecer el nombre de su familia. La clave es evitar las tendencias negativas y potenciar las positivas, un primer estadio para liberar del sufrimiento y ganar la gracia.

El Tercer Estadio corresponde a una mente infantil y miedosa. Engloba a todas aquellas enseñanzas que: 1) nos hacen conscientes de los males y la impureza de este mundo; 2) nos muestran que la existencia es dolorosa, vulgar y llena de obstáculos; 3) nos revelan que el reino espiritual es puro, exquisito y libre de impedimentos; y 4) fomentan la búsqueda de méritos para ganar o renacer en el Cielo con el fin de alcanzar la paz. Pero también Kukai incluye aquí todas enseñanzas que llevan a uno a escindirse del mundo y buscan alcanzar una larga existencia o la inmortalidad.

Todas estas enseñanzas no entienden que todo es perecedero. Simplemente creen que todo ha sido hecho por un creador sin entender que la realidad es eterna, sin principio ni fin. Son así creencias ancladas en un ego, porque mantienen la idea de un “yo” que se salva y sobrevive. Su reto es tomar conciencia de que todo es vacío.

Para Kukai este estadio es como un niño apegado a su madre. En el fondo son personas presas del miedo que al no haber alcanzado la gracia del nirvana, actúan como un infante.

Kukai incluyó aquí las enseñanzas del taoísmo que buscan la longevidad, la inmortalidad y la renuncia del mundo; a los seguidores del Hinayana y los bodhisattvas mahayana que se convierten en los reyes de los 10 cielos; a los budas y bodhisattvas que asumen diferentes formas para salvar a otros y que se transforman en reyes en los diferentes cielos; e incluso al hinduismo en todas aquellas escuelas que prometen un renacimiento en el Cielo.

El Cuarto Estadio corresponde a una mente que reconoce que el ego sólo es el resultado de la interacción de aspectos psicológicos y que por tanto no hay un “yo” permanente.

Son todas las doctrinas que nos informan que si se investiga en el interior no se puede encontrar un “yo” y que si este surge es debido simplemente a la actividad de los cinco constituyentes psicológicos (forma, sensación, concepción, volición y conciencia).

Son enseñanzas que proponen prácticas de emancipación de la realidad y de los objetos externos animando a meditar sobre: la impureza de las cosas; las formas puras pero sin establecer ninguna conexión con ellas; el espacio infinito; la conciencia sin límites; el estado de no ser; el estado sin pensamientos, y a alcanzar un estado de completa cesación de toda actividad mental.

Aquí también se incluyen las enseñanzas que prometen la adquisición de los poderes sobrenaturales alcanzados con la práctica yóguica: capacidad sobrenatural de actuar, ver y escuchar, de leer la mente de los demás, de conocer los estados finales de existencia, de conocer el pasado y el futuro, de volar y de estar libre de contrariedades.

Del mismo modo, también abarca a las tradiciones de la mano izquierda que imaginan a las mujeres como cadáveres, que meditan sobre esqueletos en los cementerios, que mendigan la comida y que van sin ropa o que visten con colores que representan el luto.

Para Kukai son enseñanzas que siguen atrapadas en el mundo de los objetos al creer que son captados por los sentidos y la mente, y que simplemente intentan purificar ambos mediante la meditación. Su problema es que todavía creen en la existencia de sujeto y objeto como reales al definir sus características.

El Quinto Estadio corresponde a una mente libre de la semilla de las causas que gobiernan el karma. Aquí se hayan las enseñanzas que muestran el camino para superar las doce conexiones entre causa-efecto: ignorancia, volición, conciencia, nombre y forma, órganos sensoriales, contacto, sensación, ansia de algo, codicia, fases del ser: nacimiento, vejez y muerte, y que ayudan a extirpar la ignorancia.

Los seguidores de estas enseñanzas son ascetas que viven solos o en grupo separados del mundo, y la caída de las flores les recuerdan la transitoriedad de los fenómenos. Guardan estricto silencio y se encomiendan a la práctica de la concentración con el fin de superar la ignorancia y las semillas del karma. Aunque ayudan a los demás con los poderes que adquieren, su preocupación es superar “su” sufrimiento y alcanzar la liberación.

Tienen una gran calma mental y experimentan el samadhi de la indiferencia hacia todas las cosas. Pero estos practicantes, como a los del estadio anterior, aunque han eliminado la idea del ego siguen atados a la idea del dharma, siguen creyendo que los cinco constituyentes psicológicos son reales.

Al extinguir cuerpo y mente creen que entran en el nirvana, un estado asociado a un espacio de serenidad y tranquilidad. En este estadio y el anterior se pierden todos los méritos del bodhisattva. Aquí incluye a la escuela Pratyekabuddha Hinayana.

El Sexto Estadio se asocia a la mente budista mahayana que se preocupa empáticamente por la salvación de los demás. Para Kukai representa el primer nivel de la gran compasión.

Aquí se incluye a todas las enseñanzas que aun siendo conscientes de que todos los fenómenos son ilusorios y una creación mental, irradian compasión incondicional hacia todos los seres. Kukai ubicó aquí a las escuelas Yogācāra, reconocida como la escuela Hossō en Japón.

En esta etapa, el practicante rompe todos los lazos que la atan a la realidad al realizar los dos vacíos: 1) rechazo del ego individual y de los constituyentes psicológicos, como una naturaleza no substancial; y 2) rechazo de las tres naturalezas de la existencia (la existencia producida por la imaginación, la existencia que surge de un origen dependiente (por no tener una naturaleza propia) y la perfecta existencia.

En estas enseñanzas se fomentan la empatía, la compasión, la alegría ante las consecuciones de los demás, la ecuanimidad, la caridad, las palabras amables y los actos beneficiosos para socorrer a todos por igual.

Renacen constantemente siguiendo sus cuatro votos: por innumerables seres vivos que haya, hago el voto de salvarlos a todos; por muchas impurezas que encuentre, hago el voto de extinguirlas todas; por muchas doctrinas budistas que haya hago el voto de estudiarlas todas; y la voluntad de realizar una iluminación insuperada. El resultado final es que encuentran un estado de paz genuina.

El problema de este estadio es que considera que no todos los seres pueden alcanzar la iluminación y que se necesitan muchas vidas para conseguir la liberación, ya que sigue una enseñanza progresiva. Todavía no han alcanzado el último estadio mental, tan sólo han eliminado las ilusiones que existen fuera de la mente.

El Séptimo Estadio corresponde a una mente que toma conciencia de que es no-nacida, y que instalándose en el vacío, se vuelve serena y llena de gracia.

Estas enseñanzas meditan sobre la mente original desde el camino de las ocho negaciones: no nacido, imperecedero, incesante, inconstante, no idéntico, no diferente, no va y no viene. Aquí ubicó Kukai a la escuela Mādhyamika Mahayana.

La unidad engloba en su interior a todos los fenómenos, el gran océano profundo y sereno contiene en una gota miles de seres, el Uno es la madre de los diez mil seres. Aquí se entiende que aquello que es absolutamente vacío, no está vacío, sino que es algo que manifiesta en una gran variedad de fenómenos y no está fijo. Materia y vacío son lo mismo. La relación entre vacío y materia es la misma que la del océano y las olas o entre el oro y las joyas de oro, por eso el término

En esta vía todo se extingue fácilmente y deja de haber distinción de clases. Samsara al ser igual que Nirvana, la ignorancia es igual a la iluminación, y por tanto, no hace falta ni eliminar la ignorancia ni buscar la iluminación.

La iluminación se hace instantánea, porque esta deja de ser aquí algo que deba adquirirse con disciplina. Reconoce que intrínsecamente todos tenemos atributos perfectos y una sabiduría original.

Se toma conciencia de que la propia naturaleza de la mente es no nacida y desaparece la dualidad sujeto y objeto. La mente es inalcanzable en el tiempo porque la mente es no nacida.

El Octavo Estadio corresponde a una mente que está verdaderamente en armonía con la Única Vía. Aquella que reconoce que la mente es una y originalmente pura y que objeto y sujeto se inter penetran.

Las características de la iluminación son como las del espacio vacío, no hay nadie que lo entienda o pueda explicarlo, porque la iluminación no tiene signos. La mente original no tiene nada que ver con la naturaleza del mundo del deseo, ni con el mundo de las formas ni con el mundo de las no-formas, no entra dentro del reino de los sentidos o la mente no hay nada que ver o no ver.

Hay que reconocer que la mente no puede identificarse en los fenómenos condicionados causales. No tiene signos, es como el espacio vacío. Cuando todos los pensamientos determinantes están exhaustos, uno encontrará a Mahavairocana.

Aquí Kukai incluyó las enseñanzas que muestran el samadhi de Avalokitesvara, es decir, la escuela japonesa Tendai.

El Noveno Estadio corresponde a la profunda mente exotérica que es consciente de su naturaleza inmutable.

En la enseñanza exotérica, Buda enseñó que el tiempo infinito está en un segundo y que en un segundo está el tiempo infinito, que todo está en uno y en uno está todo, que lo universal está en lo particular y que en lo particular está lo universal. De este modo, practicar una acción es practicar todas las acciones.

En la enseñanza esotérica, sin embargo, Mahavairocana enseña que la mente está libre del sentido de la percepción y sus objetos, y que sin signos y sin objetos es como el espacio vacío, libre del mundo del ser y del no ser, de lo condicionado, de los órganos de los sentidos y de la mente.

Grande es aquel que comprende que todo es una unidad y entiende que todo está interrelacionado. El estado de interdependencia de todos los fenómenos es visto desde diez puntos de vista:

1) Todo está en un estado de coexistencia simultánea.

2) Todos los seres se influyen entre ellos sin obstáculos.

3) Uno y muchos se influyen mutuamente sin perder sus identidades.

4) Todo está en el uno y en el uno está todo.

5) Lo oculto y lo manifestado constituyen parte del todo.

6) Lo grosero y la materia sutil se influyen mudamente.

7) Todas las cosas reflejan y se corresponden mutuamente.

8) Todas las cosas son símbolos que representan a su vez a otras cosas.

9) Las nociones pasado, presente y futuro están interconectadas.

10) Cualquier cosa puede ser el centro o pivote del resto de cosas.

Kukai ubicó en este estadio las enseñanzas de la escuela mahayana Huayen, identificada en Japón bajo el nombre de Kegon.

El Décimo Estadio corresponde a una mente gloriosa, la más secreta y sagrada. Cuando la mente ha eliminado el polvo, el Shingon abre el tesoro.

Este estadio corresponde a las enseñanzas que eliminan completamente su mente haciendo visible la gloria del mandala diamante o de la sabiduría. La que muestran la esencia, atributos y funciones de la Mente Unidad. El secreto de todos los secretos, la iluminación suprema.

Todos los budas y sus atributos, tan numerosos como partículas de polvo, están en nuestra mente. Todas las deidades representadas en los mandalas del reino matriz y diamante y todos los mantras que representan las 10.000 imágenes del universo son uno y todo a la vez, pero también son nuestro cuerpo. Sabiendo esto, estas enseñanzas enseñan que se puede alcanzar la budeidad en esta vida y con este cuerpo.

Todos los seres vivientes son bodhisattvas innatamente, pero lo han olvidado. En la meditación uno comprende que la Mente es serena y pura como la luna llena cuyos rayos se extienden por el espacio sin ninguna discriminación.

La elección de la imagen de la luna en el Shingon obedece según Kukai a un propósito simbólico: Hay dieciséis fases lunares, análogas a los dieciséis grandes bodhisattvas comenzando por Vajrasattva y terminado por Vajramsuti, según el Sutra Vajrasekhara. Son los dieciséis significados del vacío, empezando por el “vacío de la propia alma” y terminando por el “vacío del no ser y del ser” del Sutra Mahaprajña-paramita.

En lo más interior de todos los seres vivientes hay una muestra de la naturaleza pura, que es perfecta en sí misma, una esencia que es sutil, brillante, e incambiable. Es como la luna del día 16 a mitad de mes, cuando se encuentra con el sol y su brillo es reducido por los rayos del sol. Después de la luna nueva, la luna incremente su brillantez día a día hasta que finalmente alcanza la perfección sin obstáculos.

Los practicantes de esta vía deben alcanzar la maestría de los Tres Misterios, el misterio del cuerpo (los mudras y la capacidad de invocar la presencia de objetos sagrados de meditación); el misterio de la palabra (el uso del mantra); y el misterio de la mente (la absorción meditativa del yoga, manteniendo la mente en un estado de brillantez, pura, como la luna llena).

Referencias bibliográficas

Hakeda Y.S. (1972). Kukai. Major Words. Translated, with an account of his life and a study of this though, New York-London: Columbia Universit

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