Foto del Autor: Gorinnoto (Okuno-in. Koyasan)
En el año
830, cinco años antes de su fallecimiento, Kukai redactó una
de las obras más importantes en la tradición del budismo esotérico: “Los
diez estadios en el desarrollo de la mente” (Jujūshin Ron).
Esta obra que se puede considerar como el reflejo de la madurez en su
pensamiento y fue después resumida por el mismo en otro texto titulado “La
llave preciosa del tesoro secreto” (Hizō Hōyaku).
Según Kukai, a lo largo de la historia de la humanidad han surgido
diversas creencias religiosas que vienen a representar numerosas opiniones y teorías que reclaman ser el “camino final” en la enseñanza espiritual.Para Kukai,
todas esas creencias, en verdad, no eran más que las diferentes enseñanzas
transmitidas a la humanidad por el gran Buda Universal (Mahavairocana)
en un acto de compasión para ofrecer una guía y dirección al mundo, ya que
habían perdido el camino.
La
enseñanza tuvo que ser gradual y diferenciada, adaptándose a las necesidades de
cada época y el nivel de comprensión de los receptores que las recibían. De
este modo, para Kukai todas las creencias religiosas podían
actuar como excelentes medicinas si son aplicadas correctamente de acuerdo al
nivel de comprensión del que las recibe.
Bajo esta
perspectiva, Kukai elaboró una jerarquización ascendente de
diez estadios que definían el proceso de evolución de la conciencia religiosa
hacia la iluminación. Diez etapas que asoció con los caminos espirituales a las
que tuvo acceso en su época.
En los
tiempos modernos, podemos identificar este mismo concepto dentro de otros
contextos psicológicos. Por ejemplo, Jean William Fritz Piaget (1896-1980)
elaboró en los años 30 una clasificación ascendente de los estadios por los que
evoluciona el desarrollo de la inteligencia en el niño, igual que Lawrence
Kohlberg (1927-1987), desarrolló en los años 70 la secuencia de
estadios por las que evoluciona el juicio moral en las personas.
Para
estos académicos, cada estadio representa un modo consciente y distintivo de
aprehensión de lo real y una forma cualitativamente diferente de pensar y de
resolver los mismos problemas. En cada estadio todas las creencias del
individuo están organizadas alrededor de esa particular forma de pensar. Cada
estadio supone también una integración jerárquica de lo que había antes, de
modo que, los estadios superiores no reemplazan a los inferiores, sino que los
reintegran.
ESTADIOS
DE LA CONCIENCIA
El Primer
Estadio corresponde a la mente del hombre vulgar atrapado en sus
deseos. Es el hombre ignorante, ordinario, atrapado en su maldad sin
desarrollar su potencial espiritual. Solo actúa dejándose llevar por sus
instintos y su ego como un animal.
Es la
persona que no distingue entre el bien y el mal y que no cree la ley de la
causa y el efecto. Esta persona crea karma y recibe sus
frutos, cayendo en la rueda de la transmigración con sus mil transformaciones.
Si mira
atrás, el pasado es oscuro al no ver su comienzo, si mira hacia delante, todo
es vago y el final inconcebible. Aunque esté en presencia de lo más sagrado es
tan ignorante como una oveja que ha perdido su camino.
En la
vida en pareja simplemente se siente atraído hacia otra persona como partículas
magnéticas que actúan sin más. Su amor cambia constantemente porque no conoce
el origen de su amor.
Son
personas capaces de matar animales y que no están satisfechas con nada estando
siempre atrapadas en sus emociones negativas (enfado, codicia, lujuria…). Sólo
buscan el beneficio automático e inmediato sin medir sus consecuencias.
Consideran
que al morir todo se acaba sin más o que todo es cuestión de predestinación
cayendo presa del determinismo.
Como no
perciben la verdadera naturaleza del ego viven bajo el yugo del “yo” y lo
“mío”, y centran sus acciones en mejorar su vida material. Caen en los tres
venenos: avaricia (gula), enfado y engaño (espejismo); y los cinco deseos de:
propiedad, sexo, comida, fama y descanso.
Este
estadio no es asociado a ningún camino espiritual pues la persona todavía no
tiene conciencia. Es simplemente como un animal arrastrado por sus instintos.
El Segundo
Estadio corresponde a la mente ignorante y pueril. La persona,
influida por agentes externos, de repente toma conciencia de la importancia de
moderar su conducta para vivir en armonía en sociedad. Surge así un sentimiento
de empatía, como una semilla que germina cuando encuentra las condiciones
adecuadas.
Es un
proceso natural, igual que el árbol sin hojas en invierno florece cuando llega
la primavera o el hielo en verano se derrite y fluye. Con las condiciones son
las adecuadas la semilla germina y cuando el tiempo llega da sus frutos.
En esta
etapa, la persona empieza a desarrollar las virtudes de la caridad, la bondad y
el deseo de evitar las cosas incorrectas. Aprende las virtudes y las buenas
acciones: no matar, no robar, no cometer adulterio, no mentir, no utilizar
palabras exageradas, no equivocarse, no enfadarse, no calumniar, no codiciar.
Empieza a tratar a los demás como quiere que le traten a él y a compartir con los
demás. Primero uno intenta hacer buenas acciones para él, luego para la familia
y finalmente para los desconocidos.
Dentro de
las enseñanzas espirituales, Kukai ubicó aquí a aquellas
personas que siguen el camino de la moral o la ética, y por tanto, al confucianismo y
sus enseñanzas sobre la piedad filial y las cinco virtudes
cardinales:benevolencia, justicia, decoro, sabiduría y sinceridad.
Cuando la
persona respeta las cinco virtudes cardinales, las estaciones y los cinco
elementos entran en armonía. La sociedad consigue la paz y florece. Es el
camino ideal para el que quiera promover su ascenso social, su fama y
engrandecer el nombre de su familia. La clave es evitar las tendencias
negativas y potenciar las positivas, un primer estadio para liberar del
sufrimiento y ganar la gracia.
El Tercer
Estadio corresponde a una mente infantil y miedosa. Engloba a
todas aquellas enseñanzas que: 1) nos hacen conscientes de los males y la
impureza de este mundo; 2) nos muestran que la existencia es dolorosa, vulgar y
llena de obstáculos; 3) nos revelan que el reino espiritual es puro, exquisito
y libre de impedimentos; y 4) fomentan la búsqueda de méritos para ganar o
renacer en el Cielo con el fin de alcanzar la paz. Pero también Kukai incluye
aquí todas enseñanzas que llevan a uno a escindirse del mundo y buscan alcanzar
una larga existencia o la inmortalidad.
Todas
estas enseñanzas no entienden que todo es perecedero. Simplemente creen que
todo ha sido hecho por un creador sin entender que la realidad es eterna, sin
principio ni fin. Son así creencias ancladas en un ego, porque mantienen la
idea de un “yo” que se salva y sobrevive. Su reto es tomar conciencia de que
todo es vacío.
Para Kukai este
estadio es como un niño apegado a su madre. En el fondo son personas presas del
miedo que al no haber alcanzado la gracia del nirvana, actúan
como un infante.
Kukai incluyó aquí las enseñanzas del taoísmo que
buscan la longevidad, la inmortalidad y la renuncia del mundo; a los seguidores
del Hinayana y los bodhisattvas mahayana que
se convierten en los reyes de los 10 cielos; a los budas y bodhisattvas que
asumen diferentes formas para salvar a otros y que se transforman en reyes en
los diferentes cielos; e incluso al hinduismo en todas
aquellas escuelas que prometen un renacimiento en el Cielo.
El Cuarto
Estadio corresponde a una mente que reconoce que el ego sólo es el
resultado de la interacción de aspectos psicológicos y que por tanto no hay un
“yo” permanente.
Son todas
las doctrinas que nos informan que si se investiga en el interior no se puede
encontrar un “yo” y que si este surge es debido simplemente a la actividad de
los cinco constituyentes psicológicos (forma, sensación,
concepción, volición y conciencia).
Son
enseñanzas que proponen prácticas de emancipación de la realidad y de los
objetos externos animando a meditar sobre: la impureza de las cosas; las formas
puras pero sin establecer ninguna conexión con ellas; el espacio infinito; la
conciencia sin límites; el estado de no ser; el estado sin pensamientos, y a
alcanzar un estado de completa cesación de toda actividad mental.
Aquí
también se incluyen las enseñanzas que prometen la adquisición de los poderes
sobrenaturales alcanzados con la práctica yóguica: capacidad
sobrenatural de actuar, ver y escuchar, de leer la mente de los demás, de
conocer los estados finales de existencia, de conocer el pasado y el futuro, de
volar y de estar libre de contrariedades.
Del mismo
modo, también abarca a las tradiciones de la mano izquierda que imaginan a las
mujeres como cadáveres, que meditan sobre esqueletos en los cementerios, que
mendigan la comida y que van sin ropa o que visten con colores que representan
el luto.
Para Kukai son
enseñanzas que siguen atrapadas en el mundo de los objetos al creer que son
captados por los sentidos y la mente, y que simplemente intentan purificar
ambos mediante la meditación. Su problema es que todavía creen en la existencia
de sujeto y objeto como reales al definir sus características.
El Quinto
Estadio corresponde a una mente libre de la semilla de las causas
que gobiernan el karma. Aquí se hayan las enseñanzas que muestran
el camino para superar las doce conexiones entre causa-efecto: ignorancia,
volición, conciencia, nombre y forma, órganos sensoriales, contacto, sensación,
ansia de algo, codicia, fases del ser: nacimiento, vejez y muerte, y que ayudan
a extirpar la ignorancia.
Los
seguidores de estas enseñanzas son ascetas que viven solos o en grupo separados
del mundo, y la caída de las flores les recuerdan la transitoriedad de los fenómenos.
Guardan estricto silencio y se encomiendan a la práctica de la concentración
con el fin de superar la ignorancia y las semillas del karma.
Aunque ayudan a los demás con los poderes que adquieren, su preocupación es
superar “su” sufrimiento y alcanzar la liberación.
Tienen
una gran calma mental y experimentan el samadhi de la
indiferencia hacia todas las cosas. Pero estos practicantes, como a los del
estadio anterior, aunque han eliminado la idea del ego siguen atados a la idea
del dharma, siguen creyendo que los cinco constituyentes
psicológicos son reales.
Al
extinguir cuerpo y mente creen que entran en el nirvana, un estado
asociado a un espacio de serenidad y tranquilidad. En este estadio y el
anterior se pierden todos los méritos del bodhisattva. Aquí incluye
a la escuela Pratyekabuddha Hinayana.
El Sexto
Estadio se asocia a la mente budista mahayana que
se preocupa empáticamente por la salvación de los demás. Para Kukai representa
el primer nivel de la gran compasión.
Aquí se
incluye a todas las enseñanzas que aun siendo conscientes de que todos los
fenómenos son ilusorios y una creación mental, irradian compasión incondicional
hacia todos los seres. Kukai ubicó aquí a las escuelas Yogācāra, reconocida
como la escuela Hossō en Japón.
En esta
etapa, el practicante rompe todos los lazos que la atan a la realidad al
realizar los dos vacíos: 1) rechazo del ego individual y de los
constituyentes psicológicos, como una naturaleza no substancial; y 2) rechazo
de las tres naturalezas de la existencia (la existencia producida por la
imaginación, la existencia que surge de un origen dependiente (por no tener una
naturaleza propia) y la perfecta existencia.
En estas
enseñanzas se fomentan la empatía, la compasión, la alegría ante las
consecuciones de los demás, la ecuanimidad, la caridad, las palabras amables y
los actos beneficiosos para socorrer a todos por igual.
Renacen
constantemente siguiendo sus cuatro votos: por innumerables seres vivos que
haya, hago el voto de salvarlos a todos; por muchas impurezas que encuentre,
hago el voto de extinguirlas todas; por muchas doctrinas budistas que haya hago
el voto de estudiarlas todas; y la voluntad de realizar una iluminación
insuperada. El resultado final es que encuentran un estado de paz genuina.
El
problema de este estadio es que considera que no todos los seres pueden
alcanzar la iluminación y que se necesitan muchas vidas para conseguir la
liberación, ya que sigue una enseñanza progresiva. Todavía no han alcanzado el
último estadio mental, tan sólo han eliminado las ilusiones que existen fuera
de la mente.
El Séptimo
Estadio corresponde a una mente que toma conciencia de que es
no-nacida, y que instalándose en el vacío, se vuelve serena y llena de gracia.
Estas
enseñanzas meditan sobre la mente original desde el camino de las ocho
negaciones: no nacido, imperecedero, incesante, inconstante, no idéntico, no
diferente, no va y no viene. Aquí ubicó Kukai a la
escuela Mādhyamika Mahayana.
La unidad
engloba en su interior a todos los fenómenos, el gran océano profundo y sereno
contiene en una gota miles de seres, el Uno es la madre de los diez mil seres.
Aquí se entiende que aquello que es absolutamente vacío, no está vacío, sino
que es algo que manifiesta en una gran variedad de fenómenos y no está fijo.
Materia y vacío son lo mismo. La relación entre vacío y materia es la misma que
la del océano y las olas o entre el oro y las joyas de oro, por eso el término
En esta
vía todo se extingue fácilmente y deja de haber distinción de clases. Samsara al
ser igual que Nirvana, la ignorancia es igual a la iluminación, y
por tanto, no hace falta ni eliminar la ignorancia ni buscar la iluminación.
La
iluminación se hace instantánea, porque esta deja de ser aquí algo que deba
adquirirse con disciplina. Reconoce que intrínsecamente todos tenemos atributos
perfectos y una sabiduría original.
Se toma
conciencia de que la propia naturaleza de la mente es no nacida y desaparece la
dualidad sujeto y objeto. La mente es inalcanzable en el tiempo porque la mente
es no nacida.
El Octavo
Estadio corresponde a una mente que está verdaderamente en armonía
con la Única Vía. Aquella que reconoce que la mente es una y originalmente pura
y que objeto y sujeto se inter penetran.
Las
características de la iluminación son como las del espacio vacío, no hay nadie
que lo entienda o pueda explicarlo, porque la iluminación no tiene signos. La
mente original no tiene nada que ver con la naturaleza del mundo del deseo, ni
con el mundo de las formas ni con el mundo de las no-formas, no entra dentro
del reino de los sentidos o la mente no hay nada que ver o no ver.
Hay que
reconocer que la mente no puede identificarse en los fenómenos condicionados
causales. No tiene signos, es como el espacio vacío. Cuando todos los
pensamientos determinantes están exhaustos, uno encontrará a Mahavairocana.
Aquí Kukai incluyó
las enseñanzas que muestran el samadhi de Avalokitesvara,
es decir, la escuela japonesa Tendai.
El Noveno
Estadio corresponde a la profunda mente exotérica que es
consciente de su naturaleza inmutable.
En la
enseñanza exotérica, Buda enseñó que el tiempo infinito está en un segundo y
que en un segundo está el tiempo infinito, que todo está en uno y en uno está
todo, que lo universal está en lo particular y que en lo particular está lo
universal. De este modo, practicar una acción es practicar todas las acciones.
En la
enseñanza esotérica, sin embargo, Mahavairocana enseña que la
mente está libre del sentido de la percepción y sus objetos, y que sin signos y
sin objetos es como el espacio vacío, libre del mundo del ser y del no ser, de
lo condicionado, de los órganos de los sentidos y de la mente.
Grande es
aquel que comprende que todo es una unidad y entiende que todo está
interrelacionado. El estado de interdependencia de todos los fenómenos es visto
desde diez puntos de vista:
1) Todo
está en un estado de coexistencia simultánea.
2) Todos
los seres se influyen entre ellos sin obstáculos.
3) Uno y
muchos se influyen mutuamente sin perder sus identidades.
4) Todo
está en el uno y en el uno está todo.
5) Lo oculto
y lo manifestado constituyen parte del todo.
6) Lo
grosero y la materia sutil se influyen mudamente.
7) Todas
las cosas reflejan y se corresponden mutuamente.
8) Todas
las cosas son símbolos que representan a su vez a otras cosas.
9) Las
nociones pasado, presente y futuro están interconectadas.
10)
Cualquier cosa puede ser el centro o pivote del resto de cosas.
Kukai ubicó en este estadio las enseñanzas de
la escuela mahayana Huayen, identificada en Japón bajo el
nombre de Kegon.
El Décimo
Estadio corresponde a una mente gloriosa, la más secreta y
sagrada. Cuando la mente ha eliminado el polvo, el Shingon abre
el tesoro.
Este
estadio corresponde a las enseñanzas que eliminan completamente su mente
haciendo visible la gloria del mandala diamante o de la
sabiduría. La que muestran la esencia, atributos y funciones de la Mente
Unidad. El secreto de todos los secretos, la iluminación suprema.
Todos los
budas y sus atributos, tan numerosos como partículas de polvo, están en nuestra
mente. Todas las deidades representadas en los mandalas del reino matriz y
diamante y todos los mantras que representan las 10.000 imágenes del universo
son uno y todo a la vez, pero también son nuestro cuerpo. Sabiendo esto, estas
enseñanzas enseñan que se puede alcanzar la budeidad en esta vida y con este
cuerpo.
Todos los
seres vivientes son bodhisattvas innatamente, pero lo han
olvidado. En la meditación uno comprende que la Mente es serena y pura como la
luna llena cuyos rayos se extienden por el espacio sin ninguna discriminación.
La
elección de la imagen de la luna en el Shingon obedece
según Kukai a un propósito simbólico: Hay dieciséis fases
lunares, análogas a los dieciséis grandes bodhisattvas comenzando
por Vajrasattva y terminado por Vajramsuti, según
el Sutra Vajrasekhara. Son los dieciséis significados del vacío,
empezando por el “vacío de la propia alma” y terminando por el “vacío del no
ser y del ser” del Sutra Mahaprajña-paramita.
En lo más
interior de todos los seres vivientes hay una muestra de la naturaleza pura,
que es perfecta en sí misma, una esencia que es sutil, brillante, e
incambiable. Es como la luna del día 16 a mitad de mes, cuando se encuentra con
el sol y su brillo es reducido por los rayos del sol. Después de la luna nueva,
la luna incremente su brillantez día a día hasta que finalmente alcanza la
perfección sin obstáculos.
Los
practicantes de esta vía deben alcanzar la maestría de los Tres
Misterios, el misterio del cuerpo (los mudras y la
capacidad de invocar la presencia de objetos sagrados de meditación); el
misterio de la palabra (el uso del mantra); y el misterio de la
mente (la absorción meditativa del yoga, manteniendo la mente en un estado de
brillantez, pura, como la luna llena).
Referencias
bibliográficas
Hakeda
Y.S. (1972). Kukai.
Major Words. Translated, with an account of his life and a study of this
though, New
York-London: Columbia Universit
No hay comentarios:
Publicar un comentario