En la Porción de esta semana, tenemos la historia de Kóraj, un miembro extremadamente rico y sabio de la tribu de Leví. Lo cual significa que era familia de Moshé y Aarón, y que sin embargo le reclamó a Moshé el que Aarón y sus hijos fueran los designados a ser los Sacerdotes, o Cohanim (cosa que por supuesto no fue idea de Moshé sino del Creador). Por esta razón, Kóraj empezó una rebelión en contra de Moshé que eventualmente llevó a que él y sus 250 seguidores fueran literalmente tragados por la tierra en un terremoto divino y el inicio de una plaga que mató a varios otros Israelitas que también se quejaron con Moshé al respecto.
Los Kabbalistas nos dicen acerca de Kóraj que Kóraj “tomó”,
en otras palabras, Kóraj estaba atorado en la conciencia de tomar y no había
logrado transformarse en un dador. Esta conciencia del Deseo de Recibir
para sí Mismo lo llevó a querer lo que no era suyo, a pesar de todo lo
que él ya tenía. Kóraj pertenecía a la tribu de los Levitas, quienes también
servían al Tabernáculo como los Cohanim, los Sacerdotes, solamente
que no en la misma capacidad que los Sacerdotes. El Zóhar nos explica que los
Levitas representan una energía única y especial, y tenían un trabajo único y
especial que sólo ellos podían hacer. Similarmente, los Cohanim representaban
otro tipo de energía y tenían otro trabajo muy específico que sólo ellos podían
hacer.
Kóraj, siendo Leví, tenía celos del trabajo de los Cohanim.
Su conciencia de deseo de recibir para sí mismo lo llevó a que quisiera lo que
ellos tenían. Y la razón por la cual no lo podía tener, y por qué era
incorrecto que lo quisiera, es porque esto confundiría su rol, su energía. No
se pueden mezclar energías. Kóraj tenía que hacer su rol, su papel, ser canal
de la energía de Leví para la cual nació y era su destino.
El Zóhar nos explica que el ser celoso puede ser algo muy
positivo. El ser celoso, usado de la forma correcta, nos puede llevar a crecer
nuestro deseo por estar conectados con el Creador, que al final del día es el
propósito de la Creación. Pero sólo podemos crecer nuestro deseo y nuestra
conexión con el Creador haciendo nuestro trabajo, nuestro rol, nuestra
corrección y Tikún. Cuando tenemos celos de alguien más, y queremos
lo que ellos tienen, o ser ellos; cuando queremos hacer el trabajo de alguien
más, así como Kóraj quiso hacer el trabajo de Aarón, los celos se vuelven la
energía más destructiva posible, así como en el caso de Kóraj que sus celos
causaron un terremoto seguido por una plaga.
Lo único que nos traerá verdadera plenitud y felicidad es
hacer nuestro trabajo, encontrar nuestro rol en este mundo, la energía que
debemos canalizar, y hacerlo. Mientras que estemos buscando tener lo que
alguien más tiene o ser lo que alguien más es, nunca estaremos plenos, así como
Kóraj, a pesar de ser el Israelita más rico y recibir honores, no era
suficiente y quería lo que alguien más tenía. Lo que nos va a conectar con
nuestra alma, con nuestro Creador, es el trabajar en nuestra transformación de
ser sólo tomadores a dadores, el trabajo de elevar nuestra conciencia.
Todos tenemos un Kóraj por dentro, todos tenemos la
conciencia de deseo de recibir para nosotros mismos que se manifiesta en celos.
La cura a los celos, es transformar ese deseo de recibir para mi mismo que me
lleva a desear lo que otros son o tienen, y usarlo para encontrar cuál es mi
rol, mi trabajo en esta vida, y concentrarme en hacerlo. Cuando yo sé cuál es
mi rol y estoy haciendo mi trabajo, no tengo tiempo ni espacio para tener
celos. En vez de estar enfocándome fuera de mí en lo que otros tienen, me estoy
enfocando en mi trabajo.
Ese fue el problema de Kóraj, no se enfocó en hacer su trabajo
como Levita, sino que buscó hacer el trabajo de alguien más. Esta semana
tenemos el regalo de poder transformar nuestros celos en una fuerza positiva
que nos ayude a encontrar nuestro rol y hacer nuestro trabajo, lograr nuestro
destino y realizar nuestro potencial.
¡Buena semana!
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