El temor y la sospecha prevalecen en la humanidad. Las así llamadas
organizaciones espirituales no son la excepción. El antídoto a esto es la
confianza. La confianza es la base adecuada para edificar una sólida estructura
de vida. Los que tienen confianza son cuidados por la Naturaleza. Solo los que
confían pueden entregar y confiar un trabajo
a otros. La falta de confianza impide la función de
encomendar. Ellos no pueden confiar, ni impartir, ni construir equipos.
Donde prevalece la confianza, allí se forman grupos. Lo que
los grupos pueden entregar a los demás, no puede ser entregado por los
individuos. El que confía forma diferentes equipos para el cumplimiento de
diferentes tareas. La confianza que tiene constituye el cordón de la
cordialidad que mantiene unidas a las cosas.
Fue la confianza en Rama lo que les permitió a los monos
construir un puente sobre el océano. Al mismo tiempo, fue la confianza de Rama en
los monos lo que le permitió confiar a los monos esta tarea humana de construir
este puente sobre el océano. Donde prevalece la confianza, se presenta la
cooperación de la Naturaleza.
Es desafortunado que las personas no crean en sus esposas ni
en sus hijos en su casa. No creen en sus compañeros de trabajo, no creen en su
entorno. Su falta de creencia y confianza los constriñe y los vuelve temerosos.
Que la confianza sea la piedra angular de la vida.
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