Al inicio de la porción de Vayerá, los
ángeles, después de ser alimentados por Avraham, le dijeron que un gran milagro
ocurriría un año después de ese momento: él y su esposa Sará, a pesar de haber
pasado la edad reproductiva hacía mucho tiempo atrás y de haber intentado
concebir un hijo toda su vida, tendrían un hijo. Nos dice que cuando Sará
escuchó esto, se rió y el Creador se enojó y dijo: “¿Por qué Sará se ríe de
Mí…?” preguntó el Creador, “¿hay algo que Yo, Dios, no pueda hacer?”. Luego
dice que Sará negó haberse reído.
"¿CUÁL ES EL
SECRETO DE ESTA HISTORIA?"
¿Cuál es el secreto de esta historia?
Los kabbalistas enseñan algo muy importante.
Sabemos que para que cualquier Luz se revele, tiene que existir una vasija. No
obstante, una vasija no es tan solo un deseo verdadero; también es la certeza
de que algo puede o va a suceder. Hay una gran diferencia entre desear que algo
ocurra y tener la conciencia de que puede suceder.
Sará escuchó al Creador decir a través de los
ángeles: “Les daré la bendición de un hijo”. Y aunque ella no dudó por un
momento que la Luz del Creador podría hacer cualquier cosa, ella también sabía
que esa gran bendición solo podía venir si ella tenía una vasija para
recibirla. Entonces, le dijo al Creador la verdad: “Yo lo deseo. Yo entregaría
cualquier cosa en el mundo para poder tener un hijo. Pero si soy sincera
conmigo misma, no tengo la conciencia de que esto sea posible”. Así que Sará le
pidió al Creador que la ayudase, porque ella sabía que no se puede orar por
algo que se considera imposible en nuestra mente.
Por lo tanto, no es que el Creador estaba
enojado en esta historia, sino más bien le dijo a Sará: “Entiendes que no
tienes la vasija para esto, y ya que estás pidiendo el regalo de poder cambiar
tu conciencia, yo te lo daré”. El Creador le envió un cambio de conciencia a
Sará para que realmente pudiera creer en la posibilidad de que tendría un hijo.
Así, Sará pudo pedir por ello y tener una vasija en la cual recibir esa
bendición.
"LAS
BENDICIONES DE TODOS LOS MILAGROS QUE DESEAMOS ESTÁN LISTAS".
Ésta es una visión completamente diferente de
la historia de Sará y su interacción con el Creador; ella no se estaba riendo
ante la posibilidad y tampoco el Creador se enojó con ella porque se rió. Ella
simplemente estaba siendo sincera en su conciencia al decir al Creador: “Yo sé
que Tú puedes hacerlo, y sé que Tú deseas hacerlo. Pero debo ser sincera y
mirar dentro de mí para ver que no tengo la vasija para ese milagro, no tengo
ninguna conciencia real de que ésa sea una posibilidad para mí”. Sará sabía que
sin importar cuánto quisiera el Creador entregarle esa bendición, mientras no
existiese una conciencia real en su mente, el milagro no podía ocurrir. Así que
Sará le pidió al Creador que la ayudara a cambiar su conciencia y, en esas
palabras, el Creador infundió la habilidad para que Sará cambiara su
conciencia. Él le dio el regalo de un cambio de conciencia para llegar a un
punto y pudiera decir, por primera vez en su vida, que ella creía que tendría
un hijo; eso era todo lo que ella necesitaba, por que el instante en el que
alcanzó ese entendimiento, tuvo la vasija. Ella oró y atrajo la Luz de la
bendición de un hijo para ella y para Avraham. Eso es lo que puede ocurrir en
el Shabat de Vayerá.
Aprendemos algo sumamente importante: desear
algo en sí, incluso si es lo que más deseamos en nuestra vida, no significa
nada si no tenemos la vasija de la verdadera certeza en que tenerlo sea posible
o en que puede ocurrir. Sará estaba consciente de esa realidad y por eso le
pidió al Creador que le diese el regalo de una nueva conciencia. Y el Creador
lo hizo. Así, Sará tuvo la vasija y pudo orar para embarazarse.
Ésta es una idea muy hermosa, pero ¿qué
significa esto para nosotros? Aquellos de nosotros que vemos la vida como la
manera de revelar toda la Luz del Creador en este mundo, y así lo deseamos,
tenemos que preguntarnos lo siguiente: ¿tenemos certeza verdadera de que esto
sea posible? Si somos sinceros con nosotros mismos, la respuesta es no. Y eso
está bien. Sará lo sabía y ella fue sincera. Ella dijo: “Aunque lo deseo más
que nada en este mundo, no tengo la certeza de que sea una posibilidad en mi
realidad”. Y debido a que ella tenía ese verdadero entendimiento y le pidió ese
regalo al Creador, Él le dio el regalo y cambió su conciencia.
Ése es el regalo de Shabat Vayerá: no el
desear los milagros, porque todos los deseamos, sino el entendimiento de que
ese deseo no significa nada a menos que tengamos la conciencia de que lo que
deseamos es posible. Necesitamos saber que si no tenemos esa conciencia, no
tenemos esa vasija verdadera y no podemos alcanzarla por cuenta propia. Pero en
Shabat Vayerá podemos decirle al Creador: “No tengo la conciencia, por favor, dame
la conciencia de este milagro. Así sabré que puedo orar por él y recibirlo”.
Las bendiciones de todos los milagros que deseamos están listas. Lo único que
debe cambiar es nuestra conciencia de que realmente pueden ocurrir. Y una vez
que entendemos que no tenemos esa conciencia, podemos pedirla y recibirla.
Entonces, una vez que la recibimos, los milagros ocurren, así como el milagro
de un hijo para Sará.
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