Centro Holística Hayden

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5 de marzo de 2020

El linaje de las almas.


Dicen que hay vidas que están unidas más allá del tiempo, que existe un linaje, un vínculo, un pacto o simplemente el amor que se profesan y que por dichas circunstancias deciden encontrarse en un determinado momento de este largo camino que es la vida.
A veces tenemos la extraña sensación de conocer en profundidad a alguien que recién ha llegado a nuestras vidas y a veces divagamos o soñamos despiertos pensando en la posibilidad de sí hemos compartido otras vidas, cuestionándonos algo tan místico como la reencarnación.

Es evidente, y lo he comentado en otras entradas a este blog, que las células se replican y copian la información vital que absorbemos por las experiencias de la vida, por lo que nuestras células reencarnan unas de las otras, y al reproducirnos las compartimos en nuestros descendientes, así como nuestros progenitores comparten la de sus ancestros con nosotros, por lo que es evidente que al nacer portamos un alma llena de toda esta información que es de carácter genético y que a través de la ciencia conocemos como ADN o cromosoma y en la metafísica alma o espíritu.
Al nacer de padre y madre nuestra consciencia no sólo se ancla al cuerpo físico y por lo tanto a la materia, sino que se personaliza, se individualiza y crea un ego de diferenciación que irá creciendo en nuestro interior y forjara nuestro carácter debido a las circunstancias que hallamos vivido y sus resultados.
Esta suma de células e información que crea un cuerpo físico dotado de vida y alma, es decir cada uno de nosotros, es una reencarnación de datos de todo lo que ya ha existido hasta ahora en este mundo y su humanidad, la diferencia entre las informaciones de carácter global, o grupal que poseemos y las propias de nuestra vida como individuos está en que se concentran en hemisferios diferenciados del cerebro.
La información de carácter general, lo que conocemos como historia, memoria celular y por supuesto karma genético se encuentran en el hemisferio emotivo, el derecho. Y la información individual que posee datos como el tiempo y el lugar donde se nació, la familia en la que se encarnó, los progenitores, la previsión de salud y la de ganarse la vida, forman parte del hemisferio racional, el izquierdo. Mejor dicho, estas informaciones se encuentran en sus lóbulos temporales adyacentes.
Por lo que sí, si reencarnamos, y si, lo solemos hacer acompañados por diferentes almas que comparten las mismas informaciones o inquietudes que nosotros, y si, también nos reencontramos y a veces incluso nos reconocemos. Este proceso se da para llevar todo tipo de vidas y personalidades a la excelencia, debido a un motor interno del alma que busca de forma constante la felicidad, y a que vivimos gracias al amor que juntos hemos compartido, compartimos y compartiremos.
Este hecho crea un vínculo, un linaje entre almas que va más allá del tiempo que vivimos, creamos la historia de la humanidad de forma colectiva, nos involucramos y nos estamos dando cuenta que el mundo en el que nos ha tocado vivir es muy pequeño y nos afecta a todos por igual las cosas que ocurren en los diferentes continentes y países de nuestro pequeño planeta.
Este hecho crea un compromiso de mejoría global desde la concordia o el amor cordial y proviene de nuestra información celular de carácter grupal o histórica, y que como humanidad replicamos de generación en generación.
Así todos aquellos que estuvieron implicados en alguna guerra en anteriores encarnaciones, devolverán su karma siendo precursores de la paz, a veces no de forma fácil y sencilla, pudiendo uno convertirse en políticos o legisladores, sino que pueden tener vidas muy complicadas que desencadenen su propósito vital, la utilidad de sus vidas o lo que en el hinduismo se conoce como dharma. Por ejemplo, podríamos poner la vida de Nelson Mandela.
El universo tiene sus mecanismos para llegar al orden, al equilibrio y a la paz, que es lo que nos da la felicidad y para ello todos estamos en el mismo barco, a veces jugamos papeles donde nos toca hacer del malo y otras donde hacemos del bueno, pero sólo son papeles teatrales, vivimos vidas teatrales, bastante guionizadas, pues se nos presupone el libre albedrío, pero desde esta visión de la realidad, el libre albedrío acaba donde comienza el del otro.
Por lo que en un punto de vista consciente de cómo se genera la realidad el libre albedrío no existe, este hecho da lugar a la llegada de los linajes del alma y a la utilización de los mismos en la vida con el fin o propósito de cumplir la misión para la que cada uno de nosotros hemos venido.
Descubrir todo esto en uno mismo es un proceso de años en la vida, pero que a todos nos llega en un momento u otro. Cuando esto ocurre existe un fuerte compromiso personal. Nos da la fuerza para comprometernos a cambiar, a mejorar aquello de nosotros mismos que no nos permite avanzar, así mejoramos crecemos interiormente y nos llenamos de amor, de ese amor que luego compartimos, y así vamos poniendo orden en nuestras vidas y si no parásemos, esto sería como tirar piedras en un estanque donde dicha acción siempre llega a cubrir y a resonar por todo él.
Recuerda que cada una de nuestras acciones tiene su eco en el tiempo, que, así como siembres recogerás, que somos eternos, pero necesitamos tiempo para cambiar y para mejorar nuestro mundo. Por eso el universo es tan sabio que nos da vida eterna, lo único que ocurre es que cambiamos de cuerpo, no de consciencia, lo que tú eres es eterno, crece y se reproduce, pero como en el ejemplo del estanque además cada una de tus acciones en amor se multiplica y así es que vivimos, comprometidos, responsables de nosotros mismos, intentando buscar la felicidad para poder compartirla, no hay nada más bello que compartir tu felicidad una vez la has alcanzado, de nuevo recuerda al gran Madiba...

Trascender la realidad

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