Todo lo que nos ocurre en nuestras vidas lo
atraemos nosotros mismos, lo generamos, lo bueno y lo no tanto… Cuando tenemos
una pareja maravillosa que nos brinda amor, comprensión, buena compañía,
soporte, etc, nos sentimos muy cómodos con la idea de que sea resultado de lo
que hemos atraído. Sin embargo, cuando nuestra relación no nos satisface, la
persona con la cual nos hemos vinculado no colabora con nuestra felicidad, sino
lo contrario, por lo general nos resulta complicado asumir la idea de haber
atraído a esa persona a nuestras vidas.
Resulta que lo creamos o no, la llamada Ley de
Atracción existe, así que no recomiendo que nos pongamos a dudar, a
debatir, a refutar, a menos que en paralelo estemos tomando acciones para
generar lo que deseamos de manera deliberada.
Nuestra pareja es uno de las relaciones que nos ofrece mayores
posibilidades de crecimiento, corresponde a una persona que escogimos para
compartir nuestra vida, para recorrer caminos, hacer proyectos juntos, esta
persona será nuestro espejo y nos mostrará aquello que por nuestros propios
medios nos resulta complicado ver.
Cuando nuestra relación con nosotros mismos es
armónica, cuando nos amamos, nos sentimos orgullosos de quienes somos, cuando
aceptamos nuestros defectos y con sutileza intentamos cada vez ser mejores,
estamos colocándonos en una posición privilegiada, porque si nosotros realmente nos amamos y nos respetamos, difícilmente
atraeremos a nuestras vidas una pareja que no sea capaz de hacer lo mismo.
Si no nos sentimos merecedores de un amor de calidad, terminaremos
dándole entrada a nuestras vidas a cualquier persona por los motivos
equivocados, buscando llenar un espacio, que solo nos
corresponde a nosotros mismos ocupar.
Las llamadas relaciones tóxicas normalmente no se
dan entre dos personas que se aman a sí mismas, ni siquiera entre una que se
ame y otra que no. Las relaciones tóxicas surgen cuando en el amor propio algo
falla, de ambos lados, cuando las creencias que tenemos en cuanto al amor nos
perjudican, cuando nuestras experiencias nos han marcado de una manera
determinada y no hemos podido soltar un pasado tormentoso, permitiéndonos
vibrar de una forma tal, que lo que terminamos por atraer es un perfil que nos
pueda reforzar esas creencias perjudiciales.
Ninguno de nosotros se relaciona con alguien más
por casualidad, todos tenemos algo que mostrar y algo que aprender. Pero no
hace falta profundizar demasiado tratando de entender este principio, hace
falta observar los cambios que somos capaces de generar en nuestro entorno, en
nuestras relaciones cuando cambiamos con nosotros mismos, cuando comenzamos a
darnos lo que a veces buscamos fuera, cuando somos solidarios y nobles con
nosotros, cuando nos cuidamos y nos dedicamos tiempo, cuando establecemos
límites sanos, comenzamos a vibrar diferente y a atraer diferente, tanto que
los que nos rodean se ajustan o se alejan por no encajar ya en nuestras vidas.
Así que antes de juzgar o evaluar a nuestras parejas, debemos
tomar un espejo y ver qué puede estar pasando en nuestro interior.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
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