Que la sabiduría te llegue a tiempo -esa es una de las más grandes bendiciones del alma.
No cuando
todo ya ha pasado, sino cuando aún puedes actuar, transformar, elevar. Porque
hay una sabiduría que ilumina el recuerdo, pero hay otra, más preciosa, que
ilumina el instante y abre el portal justo antes de que se cierre.
Muchos seres despiertan cuando la oportunidad se ha marchado: cuando el amor ya se cansó de esperar, cuando el cuerpo perdió su vigor, cuando el propósito se disolvió
entre excusas. Entonces la sabiduría se convierte en nostalgia, no en creación. El fuego interior arde, sí, pero sobre las cenizas de lo que no fue.Cuando la
sabiduría llega tarde, se convierte en espejo y no en camino. De ahí que cada
instante merezca atención: los padres, los hijos, los amigos, la tierra, el
alma. Porque un día comprenderemos que todo lo que amamos ya estaba bendito, y
lo único que faltaba era que nosotros lo viéramos a tiempo.
El trabajo
espiritual requiere tiempo vivo, no tiempo pensado. La sabiduría que llega
tarde es teoría; la que llega a tiempo es alquimia. Es la chispa que te hace
reconocer una puerta cuando aún está abierta, el impulso que te empuja a
servir, a sanar, a orar, a perdonar mientras aún se puede.
A nivel
humano y universal: esto implica un arte mayor: el de saber ver el presente
antes de que se vuelva pasado. Escuchar la voz interior cuando todavía hay
espacio para elegir distinto.
Porque el
universo siempre ofrece oportunidades de crecimiento, pero no todas permanecen
esperándote. Algunas se cierran con la misma precisión con la que se abrieron,
y su lección será recordarte la importancia del ahora.
Que la
sabiduría no te encuentre en el cementerio de las posibilidades, sino en el
jardín de las decisiones vivas. Que te llegue en medio del desafío, no después
del fracaso.
Porque la
verdadera iluminación no es comprender lo que pasó, sino saber reconocer lo que
está pasando y actuar en consecuencia.
La
sabiduría oportuna es un don del alma alerta. Es el pulso exacto entre el
destino y la conciencia. Quien aprende a escucharla, convierte cada segundo en
eternidad.
Bendiciones
de luz y claridad para todos! *
Juan A.
Moliterni

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