Como tema principal de la porción Pinjás está el alma con el mismo nombre, Pinjás; quien, tal y como nos dicen los kabbalistas, se convirtió en Eliyahu el Profeta, una de las pocas personas cuyo cuerpo y alma permanecieron completamente intactos. La muerte no tocó a Eliyahu el Profeta. Por eso, me gustaría ahondar en el entendimiento de por qué Eliyahu el Profeta hizo que fuese posible para él alcanzar ese nivel de Inmortalidad y, al hacerlo, esperemos obtener más entendimiento sobre qué podemos comenzar a hacer para avanzar, y llevar al mundo, hacia la misma realidad.
Pinjás, como sabemos, realiza
una acción en la que se entrega por completo. Está escrito en el Talmud que en
ese momento el Creador le dio a Pinjás el regalo, o el trabajo, de ser el
mensajero, quien anunciará y ayudará a provocar la Redención Final. ¿Por qué el
Creador le dio ese regalo en aquel momento?
Hemos hablado del concepto de
que una persona está en este mundo para trabajar, para hacer su trabajo
espiritual. En este momento de su vida, Pinjás había completado su trabajo al
renunciar completamente a su Deseo de Recibir para Sí Mismo. Así pues, como una
persona que terminó su trabajo no tiene razón para estar en este mundo, el
Creador dijo que había dos cosas que podían ocurrir: Pinjás podía dejar este
mundo o recibir una tarea que le permitiría vivir por siempre.
Cinco veces en las que es
mencionado el nombre de Eliyahu el Profeta, en quien Pinjás se convirtió posteriormente,
falta la letra Vav. El Maharal, el gran Kabbalista, dice que a lo
que el Midrash se refiere cuando dice que el nombre de Eliyahu fue escrito sin
la letra Vav, aunque parezca que falta algo en Eliyahu, en realidad
es que el Creador en la porción Pinjás le dio un nuevo trabajo: provocar la
Redención Final. Si la Redención Final no ha ocurrido, Eliyahu no ha cumplido
con su tarea.
El Creador piensa en cuál
tarea darle a Pinjás, a Eliyahu, en la que nunca pueda morir y sepa que si
asume la tarea de provocar la Redención Final, tiene que vivir por siempre.
Entonces, el Creador le dice a Pinjás que tiene dos opciones: “Hiciste todo lo
que vino a hacer tu alma a este mundo, así que puedes irte, o puedo darte la
tarea de provocar la Redención Final. Si aceptas esa tarea y concentras toda tu
vida en cumplirla, entonces nunca morirás”.
De esto aprendemos que para
avanzar hacia la Inmortalidad, tenemos que asumir la tarea de provocar la
Redención Final. El Creador no le dijo a Pinjás, luego llamado Eliyahu: “Pasa
un tiempo haciendo esto y luego vivirás por siempre”. No; la razón por la que
Eliyahu vive por siempre es que desde la mañana hasta la noche sólo está
concentrado en hacer lo que pueda para provocar la Redención Final. No está
concentrado en hacer trabajo espiritual importante como pasar su día ayudando a
la gente, realizando acciones generosas y el resto del día buscando maneras de
provocar la Redención Final. No habría vivido por siempre si hubiese hecho eso;
fue porque asumió concentrar todo su ser en provocar la Redención Final, por lo
que vive por siempre.
Por lo tanto, de esto
aprendemos que debemos ser cuidadosos, porque hasta el trabajo espiritual que
hacemos no necesariamente está enfocado siempre en provocar la Redención Final.
Alguien incluso puede abrir el Zóhar y conectar con él porque necesita una
bendición o ayuda. Y no digo que esto no sea positivo; todo es positivo. Todo
revela Luz. Pero esas no son las acciones que permiten que alguien se acerque a
la Inmortalidad.
No obstante, cuando una
persona abre el Zóhar y dice: “Sí, necesito esta ayuda en este momento, pero la
razón real por la que me conecto con el Zóhar es porque quiero traer la Luz de
Inmortalidad a este mundo. Quiero provocar el Fin de la Corrección”, entonces
se acerca un poco hacia el regalo de Eliyahu el Profeta, el regalo de la
inmortalidad. El Creador se dirigió a Pinjás y se dirige a nosotros en este
Shabat, nos dice que existe la posibilidad de la Inmortalidad, pero sabemos que
esa Inmortalidad para todos sólo ocurrirá cuando haya una masa crítica de gente
haciendo este trabajo. Cada uno de nosotros, individualmente, es responsable de
acercarse y acercar al mundo a esa realidad.
No se supone que seamos
completamente justos como Eliyahu el Profeta, quien invierte el 100% de su
energía, tiempo, esfuerzo y concentración sólo en provocar la Redención Final.
Pero no importa en donde estemos, tenemos que crecer. Tenemos que aumentar esa
concentración porque ese porcentaje de concentración es el porcentaje de vida
que tenemos.
Todo lo que tenemos en la
vida, en la medida en la que esté conectado con la Redención Final, tiene la
Luz de la Redención Final. Y aunque no traigamos la totalidad de esa Luz, al
menos la conecta más.
Por ejemplo, si una persona
tiene un regalo (ya sea dinero, hijos o sabiduría, etc.), en la medida en la
que el individuo realmente desee unir ese regalo a la meta de provocar la
Redención Final, en esa misma medida inyecta dentro de ese regalo un poco más
de Luz infinita. Al final, sí, el regalo se acabará, pero ahora al menos tiene
más Luz de Inmortalidad. Tiene más Luz de Redención Final.
El Creador se dirige a Pinjás
y le pregunta si quiere vivir por siempre. Cuando Pinjás dice que sí, el
Creador le dice que dedique su vida entera y su ser, por siempre, a invertir el
100% de su tiempo y esfuerzo sólo en provocar la Redención Final. Y en la
medida en que la persona esté concentrada en provocar la Redención Final, en
esa misma medida, según el Creador, esa persona nunca morirá.
No se supone que seamos
Eliyahu el Profeta aún. Pero donde sea que estemos, en Shabat Pinjás, si
queremos ser capaces de atraer más Luz de Inmortalidad a todo en nuestra vida,
debemos poner atención en provocar la Redención Final en todo lo que hacemos.
Debemos querer inyectarle eso a cada regalo que tenemos. Esto es lo que podemos
hacer en este Shabat; podemos comenzar a atraer la Luz de Inmortalidad a todo
lo que existe.
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