En otro mensaje relacionado con la cita anterior, el Arcángel Miguel nos dijo que si no controlamos la energía que se arremolina dentro de nosotros y a nuestro alrededor, tan seguramente como vivimos y respiramos, esta energía nos controlará.
Somos un remolino constante de
energía y, estos días, podemos distraernos fácilmente. Como ahora estamos en la
cúspide de una época en la que hay un tira y afloja monumental para ganar
nuestra atención y donde la antigua versión de quiénes nos decían que somos
está siendo reemplazada por una sensación de asombro y asombro ante nuestra
propia magnificencia, Note los correspondientes vórtices de energía negativa
que buscan mantenernos reprimidos. Esto puede provenir de los medios de
comunicación, incluidas las redes sociales, de algunos gobiernos o
corporaciones, sin darnos cuenta de la religión, de aquellos a quienes habíamos
considerado amigos e incluso de familiares y compañeros de trabajo.
Pero debemos resistir la
tentación de quedar atrapados en la vorágine de esta negatividad. Debemos
pararnos en la cima de nuestra propia montaña y mirar desde una perspectiva más
elevada. Nuestra mente siempre será un cómplice dispuesto a distraernos, deambulando
por muchos caminos, por lo que es vital volver a centrarnos en ese lugar
tranquilo del Espíritu y ver con desapego todo lo que sucede a nuestro
alrededor.
En esos momentos de
distracción, he encontrado beneficioso hacer un inventario de lo que realmente
está sucediendo en mi vida en ese momento. Cuando hago eso, siempre busco lo
bueno y veo que, de hecho, toda esa ansiedad en las ondas de aire ocurre "allá
afuera" y no "aquí adentro". Noto que estoy feliz y en paz. Que
soy amado. Que tengo un trabajo satisfactorio que me llena. Que vivo en una
hermosa parte del mundo y que no siento de ninguna manera la angustia de
quienes me rodean. Es su angustia y su negatividad, no la mía, y me niego a
aceptarla. Les envío Amor y Luz, pero sepan que están en su propio camino y que
eventualmente lo encontrarán. Recuerde, podemos crear, con igual fervor, un
cielo o un infierno para nosotros mismos. Esa es nuestra elección.
Debemos esforzarnos por ver lo
bueno siempre. Puede provenir de mirar con asombro las flores, apoyarse en un
árbol, escuchar el silencio de las olas del océano, el sonido del agua en un
arroyo, sonreír y reír con un niño o una mascota, estar en brazos de alguien
que te ama.
Esta no es una acción egoísta.
Porque cuando permanecemos arraigados en esos pensamientos, nos convertimos en
un Pilar de Luz Gloriosa. Cuando nos elevamos de esa manera, entonces todos
somos elevados.
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