Toda persona lo ha experimentado, hasta cierto punto, al menos una vez en su
vida. Nelson Mandela habló sobre el profundo efecto que tuvo en él durante sus
años de encarcelamiento. El ex cirujano general de los Estados Unidos, el Dr.
Vivek Murthy, emitió un aviso en el que aclaraba los peligros de la exposición
prolongada a ella y también compartió sus propias experiencias con ella. Taylor
Swift incluso atribuye a ese sentimiento el haberla impulsado a escribir
canciones.
Soledad.
La soledad
es una experiencia compleja y multifacética, que toca el corazón y la mente de
personas de todos los ámbitos de la vida. Puede acercarse sigilosamente a
nosotros en una habitación llena de gente, deambular en los momentos tranquilos
que estamos en casa y hasta esconderse detrás de una sonrisa. Pero ¿qué es
exactamente la soledad y cómo podemos transitar sus profundidades a fin de
encontrar una verdadera conexión?
Incluso la
definición de soledad es, pues, solitaria:
Carencia de
compañía comprensiva o amistosa, apoyo, etc.
Estar
separado; aislado.
Si bien
puede ser precisa, esta definición no cubre lo que sienten las personas
solitarias. La soledad es un sentimiento subjetivo de tristeza o melancolía
provocado por el aislamiento social. Puede surgir de la falta de relaciones
significativas o de la sensación de estar desconectado de los demás, pero es
algo más que la experiencia física de estar solo. La soledad también se puede
sentir de diferentes maneras, a veces invisibles: falta de apoyo, falta de
estimulación mental o emocional, falta de intimidad, compañía o conexión.
El
sentimiento tampoco discrimina. Afecta a personas de todas las edades, géneros
y orígenes. Niños, adolescentes, adultos y ancianos pueden experimentar
soledad. Puede manifestarse por cambios en la vida, como tener un bebé, mudarse
a una nueva ciudad, comenzar un nuevo empleo, perder a un ser querido o hasta
el simple paso del tiempo.
Pero estos
indicadores no son la única causa de la soledad. Aun aquellos que parecen tener
una vida social activa pueden sentirse solos si sus conexiones carecen de
profundidad y autenticidad. No se trata solo de estar ocupado, activo o rodeado
de gente. Si tu alma no se alimenta de las interacciones, podrías tener una
puerta giratoria de conversaciones y experiencias sociales, y nada de eso
importaría. Puede sonar sombrío, pero la respuesta a la soledad es en realidad
una invitación…
Los
kabbalistas creían que cada ser humano tiene dentro de sí un alma que contiene
una chispa de Luz. Según la Kabbalah, esta chispa dentro de nosotros es nuestra
esencia, nuestro “verdadero ser”, nuestra alma. Pero para conectarse con ella,
requiere esfuerzo. Cuando no hacemos ese esfuerzo y estamos desconectados de
nuestra alma, el resultado —sin importar cuáles sean nuestras circunstancias
físicas o sociales— es la soledad.
Sin embargo,
creo que cualquier cosa se puede repensar, incluyendo la soledad. Si la soledad
surge como una desconexión de nuestra alma, el sentimiento en sí mismo podría
verse como una invitación a regresar a nuestra alma. Pero ¿cómo
volvemos a nuestra alma? Estas son algunas formas:
Pasa tiempo
contigo mismo
Esto
probablemente parezca contradictorio, pero no estoy hablando de sentarse solo y
navegar en las redes sociales. Da un paseo, escribe un diario o ten una cita.
Escucha tus pensamientos, observa lo que es hermoso en tu entorno y sé
consciente de tus emociones a medida que surgen. Crea una intimidad contigo
mismo, aunque sea por unos minutos al día.
Pasa tiempo
(de calidad) con los demás
La conexión
requiere esfuerzo. Toma la iniciativa de comunicarte con amigos y familiares.
Una simple llamada telefónica, un mensaje de texto o una invitación a un café
pueden reavivar las relaciones, mantenerlas y crear otras nuevas. Recuerda que
los demás también pueden estar esperando que alguien se comunique con ellos.
Encuentra tu
“tercer lugar”
Acuñado por
el sociólogo Ray Oldenburg en la década de los ochenta, un “tercer lugar” se
refiere a un lugar físico que no sea el trabajo o el hogar. Tu primer lugar es
tu casa, tu segundo lugar es el trabajo (incluso si es tan solo una sala de
Zoom), pero tu tercer lugar es diferente. Tu tercer lugar encarna un espacio
donde florecen las conexiones genuinas, un refugio para compartir tus ideas y
aspiraciones.
Puede ser un
club de lectura, un grupo de meditación, una clase, una organización de
voluntarios o cualquier tipo de comunidad que se centre en algo que te
interese. Unirse a comunidades con intereses compartidos es una forma rápida de
fomentar conexiones significativas y un sentido de pertenencia.
Sé gentil
contigo mismo
Cuando
estamos en medio de un momento difícil, lo último que necesitamos es ser
críticos o juzgarnos a nosotros mismos. Trátate a ti mismo con la misma
amabilidad y comprensión que le ofrecerías a un amigo querido. Practica el
autocuidado y participa en actividades que te aporten alegría y plenitud. La
autocompasión es un poderoso antídoto contra la soledad.
La soledad
es parte de la experiencia humana, pero no tiene por qué definirnos. Al
reconocer nuestros sentimientos, comunicarnos y tomar medidas proactivas,
podemos transformar la soledad en una oportunidad para una conexión más
profunda y crecimiento personal. Recuerda: nunca estás solo realmente. Todos
estamos conectados en el tapiz de la vida, cada hilo entrelazado con los demás.
Acoge el viaje hacia la conexión y ten presente que eres visto, escuchado y
valorado. ¿A quién puedes contactar hoy, aunque solo sea para saludar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario