Tenemos en nuestra naturaleza cuatro estados de conciencia que son la base de nuestra vida en la Tierra, y conforman el vehículo que nos permite tener vida física en este planeta. Tenemos conciencia del cuerpo sólido, ése que vemos y tocamos, también tenemos conciencia de nuestras emociones y deseos y somos conscientes de nuestros pensamientos. Pero hay un cuarto estado de conciencia que se nos escapa y que muy poco notamos. Es la conciencia que nos permite reconocer ese estado de la materia que es pura energía, el campo cuántico que es la base o el trasfondo que sostiene toda forma en el universo. Así como tenemos un cuerpo físico, tenemos un cuerpo cuántico o etérico que sostiene al físico.
El verdadero cuerpo físico no es lo que nosotros
creemos. Nuestro verdadero cuerpo físico es en realidad una creación cuántica.
Surge del mismo campo cuántico que ha creado el Universo y le da vida el cuerpo
que tocas y miras en el espejo. Cada célula que conforma el cuerpo físico emite
un campo eléctrico autogenerado. Y todo este movimiento eléctrico del cuerpo
sabe lo que hace, es decir, es inteligente. Sin todo este movimiento de
impulsos eléctricos no podría existir el cuerpo físico, se desintegraría. Y lo
mismo sucede con el universo físico que está sostenido por esta red energética
inteligente, el campo cuántico universal, la Madre Divina, la actividad
inteligente que impregna todo el Universo. Partículas subatómicas que son la
cualidad que dan vida a la materia sólida.
Cuando no reconocemos esta realidad cuántica, que
es la verdadera realidad oculta detrás de lo que llamamos realidad, aparece lo
que los Vedas llaman el Maya, la ilusión de creernos seres materiales y creer
que la realidad de este mundo es material.
En general tenemos conciencia de tres de los cuatro
vehículos que conforman nuestro vehículo terrestre. El físico que ves y tocas,
el emocional del cual también tienes conciencia y domina gran parte de tus
decisiones y muchas veces te esclaviza y el mental que te permite pensar y del
cual estas muy consciente, aunque lo has desarrollado muy poco. Pero no tenemos
conciencia del cuerpo etérico y menos de campo cuántico en el que todo lo que
es, existe.
Desarrollar la conciencia etérica y poder percibir
ese estado de la sustancia que es la base energética que sostiene todo el
universo físico es un paso que cambiará la percepción que tenemos de nuestro
mundo.
Si bien la acupuntura, digitopuntura y otras ramas
de la salud conocen y trabajan en el cuerpo etérico y su gran entretejido para
restaurar la salud, la conciencia etérica es mucho más. Es ser consciente y
poder penetrar en ese mundo de energías que lo conecta todo, que es la base de
la unidad de la vida. Que no pasa por el campo astral o emocional ni tampoco
por el mental. Es percibir la vida tal cual es sin interpretaciones mentales o
filosóficas. Es esa percepción de sentirse uno con todo lo que existe.
En un mundo en donde lo material parece que fuera
la razón de la vida, en donde el tener sobrepasa al ser en su escala de
valores, es de suprema importancia el desarrollo de la conciencia etérica que
nos conecta directamente con lo divino, con el mundo sutil y nos libera de la
creencia de que estamos separados para mostrarnos que somos parte del tejido de
la vida, que estamos conectados, que todos somos uno.
Hay impedimentos que se interponen a este
desarrollo. Te comparto los que percibo. Primero y principal el ruido. El
movimiento de la energía de la red etérica o campo cuántico universal emite
sonido. Es la música de las esferas. Nuestro mundo atenta contra esa armonía y
nos llena de distorsiones energéticas que provienen del ruido y lo afectan
todo. Segundo, el deseo excesivo que se conecta con el astral del planeta que
está super contaminado y nos sumerge en una bruma y tercero, la mente que no
para de recordar, porque pensar… la mayoría de nuestros pensamientos son
recuerdos reciclados.
La conciencia etérica es como una puerta que se
abre y disuelve los sistemas de creencias que nos separan y que hemos creado
con nuestra interpretación de la realidad. Es un mundo nuevo que aparecerá
anunciando una nueva tierra y una nueva humanidad. Es el futuro que nos espera.
Busca percibir esa vida. Sé un heraldo de ese
futuro. Observa el espacio, percibe su existencia. Busca percibir la emanación
del reino vegetal a través de sus flores, de su manto verde. Escucha la canción
de los océanos. Practica el silencio. Siente la energía que recorre tu cuerpo.
Y nunca, nunca uses el centro de la palabra, tu centro laríngeo para herir y
dañar. Hay una conexión entre la conciencia etérica y ese centro. No permites
que el ruido penetre tu hogar y crea en él un ambiente lleno de luz, de amor y
de paz. Y, sobre todo, ama la vida porque amando la vida estás amándolo todo y
a todos.
Seamos heraldos de ese nuevo tiempo.
Carmen Santiago
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