por Prem Rawat.
Un santo indio del
siglo XV solía decir que todos los árboles que crecen cerca de un árbol de
sándalo acaban oliendo a sándalo. No son de sándalo, pero a medida que crecen,
ese hermoso perfume los va impregnando.
Así pues, si
permanezco en compañía de la cosa más bella que existe en mi vida, ¿es posible
que empiece a adquirir sus características? Sí. Ésa es la importancia de este
ejemplo.
Si frecuento la
compañía de la ignorancia, adquiriré las características de la ignorancia, pero
si permanezco en compañía de la claridad, empezaré a adquirir las cualidades de
la claridad. Si quiero tener el hermoso aroma de la comprensión, tengo que
permanecer en compañía de la comprensión. Aunque eso sea sólo remotamente
posible, ¡qué posibilidad tan increíble hay en mi vida!
Kabir, otro santo del
siglo XV, dice: “Somos como una tela que se lava una y otra vez con el jabón de
la claridad hasta que queda reluciente. Tienes que resplandecer, tienes que
brillar, porque ése es tu potencial”. No eres sándalo, y tampoco te convertirás
en sándalo. Pero, ¿es posible que se te pegue algo de su hermoso aroma? Sí. En
eso radica tu esperanza.
Me llegan comentarios
de gente de todo el mundo. Muchos se encuentran en situaciones difíciles. Hay
quienes están en la cárcel, algunos con sentencias de cadena perpetua. Mi
mensaje les llega, y es impresionante, porque ¿qué esperanza pueden tener?
Incluso en esa situación en la que hay tan poca esperanza, ellos la buscan.
Buscan alegría.
¡Buscan claridad!
Estamos ocupados
haciendo muchas cosas que pensamos que son importantes. Pero escucha al ser
humano que realmente eres. ¿Cuál es tu verdadera necesidad? Tu verdadera
necesidad es sentirte pleno.
Vamos por la autopista
de la vida diciendo: “Necesito esto, y lo otro, y lo de más allá”. Una parte de
eso es lo que pensamos nosotros mismos, y otra parte viene de lo que nos dicen
los demás: “Esto es lo que necesitas, y eso, y aquello”.
He oído los elogios de
la gente sobre los donuts Krispy Kreme. Parece ser que las panaderías tienen
una luz que se enciende cuando los donuts están recién salidos del horno y que,
de hecho, la gente va más despacio al pasar ante la tienda por si se enciende
la luz. Y si se enciende, estén haciendo lo que estén haciendo, se paran para
comprar un donut y satisfacer ese deseo de algo delicioso. Es tentador. A veces
me viene el pensamiento de que quizá debería probar un donut Krispy Kreme.
Luego me doy cuenta de que no quiero. ¿Tiene eso alguna importancia? No.
Pero todo lo referente
a este viaje de la vida sí importa: lo que es mío y lo que no es mío; lo que sé
y lo que creo; mi sed y la sed que me ha sido impuesta. Es un tema importante.
La forma en que hablamos, en que pensamos, el modo en que nos imaginamos las
cosas, viene influido directamente por la sociedad que nos rodea, no es cosa
nuestra.
¿Cuál es nuestra
verdadera sed? ¿Quién eres? ¿Acaso eres sólo una marioneta hecha con el cartón
piedra de los conceptos? ¿Una capa de cartón sobre otra, y otra, y otra? ¿O
eres algo más? Reza para que la respuesta sea “sí”, porque si es “no”, tenemos
un problema.
La buena noticia es
que todos tenemos esa sed. Todos buscamos sentirnos satisfechos, estar en paz.
Quizá no seas consciente de ello, pero en lo más profundo de ti lo sabes.
Permanece en la
compañía correcta, y sus cualidades te impregnarán. Vive en compañía de la luz,
y resplandecerás. Ésa es la transformación de un ser humano que se convierte en
un “ser” verdadero. Sencillo, consciente de la existencia.
Dentro de ti hay una
belleza con la que puedes estar en contacto durante el resto de tu vida. No
tiene edad. Es intemporal, hermosa, sencilla. En este mundo no hay demasiadas
cosas así.
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