Un método de distribución
Una expresión del amor desinteresado
Una recopilación de los Libros Azules del
Maestro Tibetano Djwhal Khul
El
Problema Económico
Este problema es básicamente el más fácil de resolver. Con sano
sentido común puede lograrse.
Hay recursos adecuados para el mantenimiento de la vida humana, y la
ciencia puede acrecentarlos y desarrollarlos. Los bienes minerales del mundo,
el petróleo, el producto del campo, la contribución del reino animal, las
riquezas del mar, y los frutos y las flores, se ofrecen la humanidad. El hombre controla todo y
pertenece a todos; no es propiedad de un grupo, nación o raza. Se debe
exclusivamente al egoísmo
del hombre que (en estos días de rápida movilidad)
millones de personas perezcan de hambre mientras que los alimentos se pudren o
se los destruye; debido a los planes codiciosos y a las injusticias financieras
de los hombres, los recursos del planeta no están universalmente disponibles de
acuerdo a un inteligente sistema de distribución. No existe excusa que
justifique que en alguna parte del mundo se carezca de las cosas esenciales
para vivir. Tal carencia acusa una política miope y el bloqueo del libre
traslado de los artículos de primera necesidad, por una u otra razón. Todas
estas condiciones deplorables se basan en algún egoísmo nacional o grupal, y a
que no se ha preparado un proyecto imparcial inteligente para satisfacer la
necesidad humana en todo el mundo.
¿Qué otra cosa puede hacerse además de educar a las generaciones
venideras sobre la necesidad de compartir, y para que
circulen libremente los artículos esenciales de primera necesidad? La causa de
este erróneo modo de vivir es muy simple. Es producto de antiguos métodos
educativos erróneos, de la competencia y de la facilidad con que pueden ser explotados
los indefensos y los débiles. Ningún grupo en particular es responsable, como
hacen suponer a los ignorantes ciertos ideólogos fanáticos. En nuestro período
hemos llegado simplemente a la culminación del egoísmo humano, al que, o se le
pone fin inteligentemente, o destruirá a la humanidad.
Tres cosas terminarán con esta condición de gran riqueza y extrema
pobreza, la superabundante alimentación de unos pocos y el hambre de los
muchos, además de la centralización del producto del mundo controlado por un
puñado de personas en cada país. Estas son: primero, el reconocimiento de que
hay suficientes alimentos, combustibles, petróleo y minerales en el mundo, para
satisfacer la necesidad de toda la población. En consecuencia, el problema es básicamente
de distribución. Segundo, esta premisa de provisión adecuada, manipulada por la
correcta distribución, debe ser aceptada y las provisiones esenciales para la salud,
la seguridad y la felicidad del género humano, deben estar disponibles.
Tercero, que todo el problema económico y la institución de reglas
necesarias y agencias distribuidoras, deberían ser manejadas por una asociación
económica de naciones en la cual todas las naciones tendrán cabida; conocerán
sus necesidades nacionales (basadas en la población y los recursos internos, etc.)
y sabrán también con qué pueden contribuir a la familia de naciones; todas
estarán animadas por la voluntad al bien general -voluntad al bien que
probablemente se basará, ante todo, en la conveniencia y la necesidad
nacionales, pero será constructiva en su acción.
Ciertos hechos son evidentes. El viejo orden ha fallado. Los recursos
del mundo cayeron en manos de los egoístas y no hubo una justa distribución.
Algunas naciones tuvieron demasiado y explotaron sus excedentes; otras muy poco
y, por ello, su vida nacional y su situación económica se perjudicó. Al final
de esta guerra todas las naciones estarán en dificultades financieras, todas
necesitarán ser reconstruidas y todas tendrán que dedicarse activamente a arreglar
la futura vida económica del planeta y ajustarla sobre líneas más sólidas.
El período de reajuste ofrece la oportunidad de efectuar cambios
drásticos y profundamente necesarios y establecer un nuevo orden económico
basado en la contribución de cada nación al todo, en el compartir los artículos
de primera necesidad y en el Inteligente acopio de los recursos para beneficio
de la totalidad, más un sensato sistema de distribución. Un plan así es factible.
La solución ofrecida aquí es tan sencilla que, por esa misma razón,
quizás no llame la atención.
La cualidad que deben poseer quienes preparan el cambio del enfoque
económico es tan simple, que hasta la voluntad al bien puede ser pasada por
alto, pero si no hay sencillez y buena voluntad, poco podrá efectuarse después
de la guerra mundial. Se necesitan hombres de visión, bien conceptuados, con
conocimiento técnico e interés cosmopolita, los cuales deben tener también la
confianza del pueblo, reunirse y establecer las reglas por las cuales el mundo
se alimente adecuadamente; determinar la naturaleza y la extensión de la
contribución que cada nación debe hacer; establecer la naturaleza y la
extensión de las provisiones que deberán entregarse a cada nación; así se
crearán esas condiciones que mantendrán circulando equitativamente los recursos
del mundo y prepararán esas medidas preventivas que contrarrestarán el egoísmo
y la codicia humanas.
¿Puede encontrarse un grupo de hombres así? Creo que sí. En todas
partes hay quienes estudian profundamente la naturaleza humana, hay
investigadores científicos de gran simpatía humana y hombres y mujeres
conscientes, que durante largo tiempo -bajo el antiguo y cruel sistema-
lucharon con el problema del dolor y la necesidad humana.
La nueva era de simplicidad debe llegar. El nuevo orden mundial
inaugurará esta vida más simple, basada en una alimentación adecuada, un recto
pensar, una actividad creadora y felicidad. Estas cosas esenciales son posibles
sólo bajo un correcto gobierno económico. Esta simplificación y sabia
distribución de los recursos del mundo, debe abarcar tanto al que está arriba
como al que está abajo, y al rico como al pobre, sirviendo por igual a todos
los hombres.
La Exteriorización de la Jerarquía, pp. 165-168
Gran parte de la energía de Inteligencia Activa (debido a la
percepción y deseos egoístas de la humanidad) se ha cristalizado en dinero. La
inteligencia humana ha servido al aspecto materialismo y no al aspecto de los
valores espirituales. El dinero es la expresión concretizada del tercer tipo de
energía espiritual. Esta expresión particular hizo su primera aparición en el antiguo
sistema, análogamente materialista de trueque e intercambio; luego en
civilizaciones posteriores (incluyendo predominantemente la nuestra) apareció
el dinero, primero acuñado con los productos del reino mineral y después en
papel moneda, fabricado con productos del reino vegetal, culminando en la
actual preocupación por el dinero. Hay un significado profundo oculto en el
enunciado de El Nuevo Testamento de que "el amor al dinero es la raíz de
todo mal “El dinero y el egoísmo están detrás de la actual desastrosa situación
económica. En realidad recibir dinero o este tipo de energía constituye para
los grandes financistas la línea de menor
resistencia y poseen además la voluntad de obtener grandes fortunas, lo cual no
se puede negar. Se empeñan en hacer fortuna; aplican su inteligencia para
alcanzar su meta y nada puede detenerles. Muchos son puramente egoístas; hay
quienes consideran que su dinero les ha sido confiado para ser administrado y
utilizado por otros, y son asombrosamente generosos en un sentido filantrópico
y humanitario. Estos hombres son receptivos al primer tipo de energía y con
frecuencia los tres tipos de energía, hallan en ellos un canal, lo cual beneficia
al mundo grandemente, y estos hombres son muy raros. El aspecto cristalizado de
esta tercera energía -el dinero- debe aún ser empleada en gran escala para
llevar a cabo el trabajo de la Jerarquía. Respecto a esto y en conexión con el
dinero, será la gran prueba para la buena voluntad.
La Exteriorización de la Jerarquía, pp. 531-532
El mal reinante en el mundo no impide la revelación ni obstaculiza el
desenvolvimiento de la vida espiritual, porque dicho mal es el resultado de la
mala comprensión y la errónea orientación de la mente humana, de la importancia
dada a las cosas materiales, provocada por la activa rivalidad durante largas
épocas. Corresponde a las organizaciones religiosas de todo el mundo, preservar
la verdad en toda su pureza y evitar la idea fanática de que cualquier interpretación
individual de la verdad debe necesariamente ser única y correcta. Los teólogos
se han esforzado sinceramente, en defender frases que creían la única y
correcta formulación de la idea divina, quedando Cristo olvidado tras esas
palabras; los eclesiásticos se abocaron con todo su esfuerzo y capacidad a la
tarea de reunir fondos para la construcción de edificios, mientras que los
niños de Dios de todas partes, desnudos y hambrientos, perdieron así su fe en
el amor divino.
¿Cómo puede satisfacerse la necesidad que tiene la humanidad de ser
guiada espiritualmente, cuando los mandatarios de las iglesias están tan
ocupados en cosas terrenales, si la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Griega
Ortodoxa y las Iglesias Protestantes hacen hincapié en la pompa y la ceremonia,
los grandes templos y las catedrales, los copones de oro y plata para la comunión
de los fieles, los birretes escarlata, las indumentarias cuajadas de joyas y
toda la aparatosidad tan apreciada por la mentalidad eclesiástica? ¿Cómo puede
socorrerse a los niños que se mueren de hambre en todo el mundo, y en
particular en Europa, si el Papa y los Obispos piden dinero para construir
catedrales y erigir más iglesias, cuando las que hay están vacías? ¿Cómo puede brillar
de nuevo la luz en la mente de los hombres si los eclesiásticos mantienen a los
pueblos atemorizados, si no aceptan las antiguas interpretaciones teológicas ni
los antiguos modos de acercarse a Dios? ¿Cómo puede hacerse frente a las
necesidades espirituales e intelectuales de la gente, si los seminarios
teológicos no enseñan nada nuevo ni apropiado para este día y época, pero
envían jóvenes para orientar a la humanidad, que sólo conocen las interpretaciones
del pasado?.....
Hoy las personas de todas partes están en condiciones de recibir la
luz; esperan una nueva revelación y una nueva dispensación; tanto ha avanzado
la humanidad en el sendero de evolución que estas demandas y expectativas, ya
no están únicamente revestidas en términos de mejoramiento material, sino en
términos de visión espiritual, valores verdaderos y correctas relaciones
humanas. Piden enseñanza y ayuda espiritual, conjuntamente con el alimento necesario,
ropa y oportunidad de trabajar y vivir en libertad; enfrentan el hambre en grandes
zonas del mundo y, con igual congoja, experimentan también el hambre del alma.
La Reaparición de Cristo, pp. 122-124
La unidad, la paz y la seguridad vendrán mediante el reconocimiento,
inteligentemente comprobado, de los males que ha traído la presente situación
mundial, para luego dar los pasos inteligentes y comprensivos que conducirán a
establecer correctas relaciones humanas, a sustituir el actual sistema de
competencia por el de colaboración, y a educar a las masas de todos los países
respecto a la verdadera buena voluntad y su poder hasta ahora no utilizado.
Esto significará desviar millonarias cantidades de dinero hacia
sistemas correctos de educación, en vez de emplearlos para las fuerzas bélicas
e invertirlos en ejércitos, armadas y armamentos.
Esto es lo espiritual y lo importante, y para ello deben luchar todos
los hombres. La Jerarquía espiritual del planeta está especialmente interesada
en descubrir a los hombres que deseen trabajar en este sentido; su principal
interés se halla en la humanidad; comprende que los pasos que dé la humanidad,
en el futuro inmediato condicionarán la Nueva Era y determinarán el destino del
hombre. ¿Será un destino de aniquilamiento, de una guerra planetaria, de hambre
y pestes mundiales, de una nación contra otra y de un total derrumbe de todo
cuanto hace la vida digna de ser vivida? Todo esto puede ocurrir si no se hacen
cambios fundamentales inspirados en la buena voluntad y en la comprensión
amorosa...
¿Qué es lo que en estos momentos parece obstaculizar la unidad mundial
e impide que las Naciones Unidas lleguen a concretar las soluciones que el
hombre de la calle espera tan ansiosamente? No es difícil hallar la respuesta,
e implica a todas las naciones: nacionalismo, capitalismo, competencia, codicia
ciega y estúpida el mal empleo del dinero colorea la radio y la prensa de Gran
Bretaña y aún más en los Estados Unidos, ocultando gran parte de la verdad al pueblo;
los levantamientos de los trabajadores en todas partes fomenta trastornos e
impone al público sufrimientos innecesarios; la gran desconfianza política e
internacional, la falsa propaganda y la apatía de las iglesias, complican aún
más el problema. Pero sobre todo, el culpable es el público que se niega a
hacer frente a la vida tal cual es y a reconocer los hechos tales como son.
Pero hay otro aspecto del problema, y existe además lo que podría
equilibrar el mal, pero todavía no lo hará ni lo contrarrestará totalmente.
En la actualidad, los hombres y mujeres de todas partes -de posición
encumbrada o humilde, en cada nación, comunidad y grupo- presentan una visión
de las correctas relaciones humanas que deben constituir el canon de la
humanidad futura. Ellos divulgan los males que deben ser eliminados, inculcando
incesantemente los principios de la Nueva Era.
Tales personas son importantes. En política hay grandes e inteligentes
estadistas que tratan de guiar sabiamente a sus pueblos, pero tienen mucho que
enfrentar... Hay educadores, escritores y conferencistas esclarecidos en todos
los países, que tratan de demostrar al pueblo cuán práctico es el ideal, cuán
abundante es la buena voluntad en la humanidad y cuán fácil es aplicar estos
ideales porque hay en el mundo
hombres y mujeres de buena voluntad en número suficiente para hacerlo. Este es el
factor importante.
Todo el mundo desea seguridad, bienestar y relaciones pacíficas. Pero
no podrá haber paz hasta que las Grandes Potencias, en colaboración con las
naciones pequeñas, hayan resuelto el problema económico y comprendido que los
recursos de la tierra no pertenecen a ninguna nación en particular, sino a toda
la humanidad. El petróleo, la riqueza mineral, el carbón, el trigo, el azúcar y
los granos del mundo, pertenecen a todos los hombres. Estos son los elementos
necesarios para el diario vivir del hombre común.
El verdadero problema de las Naciones Unidas es doble; implica
distribuir adecuadamente los recursos del mundo a fin de que no haya
necesidades, y dar igual oportunidad y educación a los hombres de todas partes.
Las naciones que poseen grandes recursos en realidad no son sus dueños, sino
custodios de la riqueza del mundo y depositarios de la misma, para bien de sus semejantes.
Llegará inevitablemente el momento en que, en bien de la paz y de la seguridad,
los capitalistas de las diversas naciones se verán obligados a darse cuenta de
ello y a reemplazar el viejo principio (que los ha regido hasta ahora) de
adueñarse codiciosamente de los recursos, por el principio de compartir.
En cierta época -hace cien años o más- la justa distribución de la
riqueza hubiera sido imposible.
Hoy no es así. Existen estadísticas, se han hecho cómputos, se han
investigado todos los campos de los recursos de la tierra, y tales Investigaciones,
cómputos y estadísticas han sido publicados y están a disposición del público. Los
hombres que ocupan el poder saben con exactitud en toda nación cuáles son los
alimentos, minerales, petróleo, carbón y otros productos necesarios que están
disponibles para el uso mundial y que podrían ser distribuidos sobre una base
justa y equitativa. Pero las naciones que poseen tales productos los reservan
para sí, y los utilizan como punto de "discusión y regateo“. El problema
de la distribución ya no será difícil cuando la alimentación del mundo esté
libre de la política y del capitalismo; debe recordarse además, que contamos
con adecuados medios de distribución por mar, tierra y aire.
Sin embargo, nada de esto se podrá realizar hasta que las Naciones
Unidas empiecen a hablar en términos de una humanidad, en vez de hablar de
fronteras, objetivos técnicos y temores, de regateo sobre el valor del
petróleo, como en el Cercano Oriente, o con desconfianza, suspicacia y
sospecha...
Por lo tanto, se debe tener en cuenta que hoy en Gran Bretaña, en
Estados Unidos y en la Unión Soviética, hay estadistas que tratan de trabajar
para el hombre común y hablan en favor del mismo en los congresos de las
naciones. Sin embargo, hasta ahora, la oposición egoísta ha hecho fútil su
obra, y los intereses monetarios de muchos países han neutralizado sus
esfuerzos.
La Unión Soviética no tiene Intereses monetarios, pero posee vastos
recursos en armas y hombres, y los pone en contra de los intereses
capitalistas.
No es posible dar al mundo un ejemplo de perfección, ni solución
alguna que traiga un alivio inmediato. Por lo tanto, puedo decir que para los
guías espirituales de la raza, ciertas líneas de acción parecen correctas y
garantizan actitudes constructivas...
El Consejo Económico Mundial (o cualquiera sea el grupo que represente
los recursos del mundo) debe estar libre de la política fraudulenta, de la
influencia capitalista y de sus tortuosos planes; debe liberar los recursos de
la tierra para uso de toda la humanidad. Es una tarea larga, pero será posible
cuando sean apreciadas mejor las necesidades del mundo. Una opinión pública
esclarecida hará que las decisiones del Consejo Económico sean prácticas y
posibles. Se debe enseñar a compartir y colaborar en vez de practicar la
codicia y la competencia.
Los Problemas de la Humanidad, pp. 179-186
La futilidad y el cansancio incidental de la gran lucha, son
reconocidos por los dirigentes de todas partes. Se demandan nuevos métodos, se
indaga sobre lo que anda fundamentalmente mal, y se quiere descubrir por qué el
enorme autosacrificio realizado y los esfuerzos divinamente motivados por
centenares de hombres y mujeres no pudieron detener la guerra, solucionar el
problema económico y liberar a la humanidad.
Podría decirse que el fracaso se debe principalmente a dos cosas:
1. El esfuerzo se ha puesto sobre los efectos y no se han tocado las
causas subyacentes, conocidas por unos pocos. El intento ha sido 'hecho para
corregir errores, desenmascarar el mal y a las personalidades malignas, y
atacar a organizaciones, grupos, partidos, religiones y experimentos
nacionales. Esto ha llegado a ser, en apariencia, una inútil pérdida de tiempo,
fuerza, energía y dinero.
2. No se ha hecho esfuerzo alguno para reunir y fusionar en un todo
organizado a los hombres de buena voluntad, de intención amorosa y pacífica,
inteligentemente amables y bondadosos, a fin de colaborar conjunta y
masivamente. Constituyen una cantidad increíble de personas que odian la guerra
porque consideran hermanos a todos los hombres, pero no ven la forma de darle
fin, porque todas las organizaciones que persiguen ese objetivo son, en último
análisis, impotentes. Se apenan por la desgracia económica, pero no saben qué hacer,
porque los diversos grupos que tratan el problema culpan a los demás y buscan
la víctima propiciatoria, siendo conscientes del fracaso de los innumerables
esfuerzos para lograr el bien.
Psicología Esotérica, Tomo II, pp. 486-487
La distribución de los recursos del mundo y la ajustada unidad de los
pueblos, son en realidad una misma cosa, porque detrás de todas las guerras
modernas existe siempre un problema económico fundamental. Cuando éste se
solucione, las guerras cesarán en su mayor parte. En consecuencia, al
considerar el mantenimiento de la paz, que las Naciones Unidas tratan en la actualidad
y lo hacen resaltar, se evidencia Inmediatamente que la paz, la seguridad y la estabilidad
del mundo, están fundamentalmente ligadas al problema económico. Una vez que estemos
libres de necesidades, desaparecerá una de las causas principales de la guerra.
Cuando la distribución de la riqueza del mundo no es equitativa y existe el
problema de que unas naciones poseen o acaparan todo, mientras otras carecen de
lo más elemental para la vida, es evidente que hay un factor que fomenta
dificultades y que algo debe hacerse. Por lo tanto nos ocuparemos de la unidad
y la paz del mundo, primordialmente desde el punto de vista económico.
Los Problemas de la Humanidad, pág. 175
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