por Jennifer
Hoffmann
9 de Agosto
2017
Seguramente
miraste al cielo para pedir ayuda con la esperanza de que ocurriera algo en
algún momento de pánico e impotencia. A veces era así, y otras veces, no. Es en
esos momentos de “Dios, ayúdame” cuando deseamos desesperadamente que el cielo
se abra, que los ángeles acudan en nuestro rescate -y no estaría mal que,
además, se nos ofreciera una varita mágica. Sin embargo, se nos recuerda que
somos soberanos de nuestra realidad y que debemos actuar desde nuestro poder.
Aunque, en ocasiones, nos llega un momento de “¡AJÁ!” y logramos ver el camino
que nos aleja del caos. Entonces comprendemos lo que realmente significa “AJÁ”.
No es lo
mismo pedir ayuda que recibir asistencia divina (algo más profundo y que
influye en lo que se manifestará al instante siguiente). Cuando pedimos “ayuda”
afirmamos nuestra impotencia. En cambio, cuando pedimos “asistencia divina”
afirmamos nuestro papel como co-creadores con el Universo. Y, cuando llega ese
momento del AJÁ, aparece con él la tercera pieza del puzzle: la alineación.
Alineación
es la primera A de AJÁ; es el camino que preparamos a través del cual puede
fluir la energía. No es posible no estar alineados, porque siempre estamos
alineados con aquello que aparece en nuestras vidas a cada momento. A menudo lo
que genera caos es precisamente nuestra alineación con ciertos resultados,
esperanzas, deseos, sueños y expectativas, sobre todo si esa alineación no se
centra en nuestro propio poder. Si comprendemos con qué estamos alineados
abriremos la puerta a la comprensión de qué estamos haciendo, por qué lo
hacemos y qué debemos hacer para cambiarlo.
“Ayuda” es
la segunda letra de AJÁ (N. de la Tr.:Help, ayuda, sería la H de AHA,
AJÁ en inglés). Tras haber comprendido que la causante del problema es nuestra
alineación y que no podemos arreglarlo solos, pedimos ayuda divina para que el
Universo “lo solucione por nosotros”. Pero, como ya sabemos, el Universo no
funciona así. La lección no se completa sólo porque comprendamos ese asunto en
cuestión y nos decidamos a pedir ayuda, dejando su resolución en manos del
Universo.
Debemos
hacer algo más: cambiar aquello con que estamos alineados antes de poder dar el
siguiente paso, que es comprender que necesitamos ayuda y conectar con la
asistencia divina. No en forma de una varita mágica, ni de ángeles que
descienden del cielo, ni de la mano de Dios que viene a sacarnos del abismo,
sino como poderosos co-creadores que conectan con el Universo para manifestar
los mejores y más elevados resultados para sí mismos.
Asistencia
divina es la última A de AJÁ. Es el apoyo que recibimos cuando recordamos que
somos co-creadores, que el Universo y nosotros somos socios a partes iguales.
Es algo difícil de concebir en momentos de desesperación, cuando hemos llegado
al final de la escalera, con la sensación de que no tenemos más opciones y de
que sólo el Universo puede arreglar las cosas.
Pedir ayuda
es una forma de ceder nuestro poder al Universo porque nos sentimos incompetentes,
demasiado cansados o desbordados para actuar. Sin embargo, recibimos asistencia
divina cuando estamos dispuestos a emplearla en ayudarnos a nosotros mismos a
tomar nuevos caminos de alineación (que sabemos que son los siguientes niveles
de Ascensión e iluminación). Entonces, nuestros momentos de AJÁ se convierten
en verdaderos cambios de conciencia que nos sacan del pasado para llevarnos a
nuevas realidades llenas de alegría.
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Derechos de autor
reservados © 2017 por Jennifer Hoffman. Pueden citar, traducir, reimprimir o
referirse a este mensaje si mencionan el nombre de la autora e incluyen un
vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com
Traducción: Rosa García
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
https://www.facebook.com/ManantialCaduceo
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