En el gran palacio real había un salón con decenas de pájaros enjaulados. Éstos eran atrapados por los tramperos del rey y los cocineros se dedicaban a engordarlos para ser servidor en los banquetes reales.
Uno de los pájaros, al entender que los pájaros
gorditos eran sacados de sus jaulas y ya no volvían, empezó a urdir un plan que
le permitiera escaparse.
– Si me alimento demasiado y me vuelvo gordito, los
cocineros me pasarán a cuchillo y será engullido por los hombres. Si no como
nada, moriré. Pues entonces trataré de ejercitarme en mi celda y llevar una
dieta moderada”.
Dicho y hecho. A partir de ese momento, el pájaro
empezó a comer menos, pero lo suficiente para seguir vivo y dinámico. Además,
hizo ejercicio todos los días. Cuando su cuerpo se redujo lo suficiente y
sin sobrepasarse, pudo pasar entre los barrotes de la celda, volando por los
aires y quedando en libertad.
Esta historia -que aparece en un viejo sutra
llamado Shugyo Dochi hace alusión al camino del medio del budismo y es un
buen ejemplo para la sentencia latina “Ne quid nimis” (Nada en exceso).
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